CNNE a249c223 - 120312023214-despido-story-top

(CNN) — No hay duda de que perder tu empleo puede ser una experiencia impactante, como cualquier persona que ha tenido la desgracia de ser despedido en los últimos años puede atestiguar. Pero ¿y si esa sacudida pudiera ser una experiencia positiva?

Ésa es una sugerencia que hace una reciente investigación que observó las experiencias de gerentes en puestos directivos medios a altos, despedidos por recortes de personal en Estados Unidos y Australia.

La respuesta abrumadora de los participantes fue que la experiencia de perder sus empleos en los últimos 12 meses les había generado un renovado interés por vivir de acuerdo con sus valores. La crisis por despido fue, de hecho, una oportunidad para llegar a conocerse mejor a sí mismos, y revaluar sus prioridades para llevar una vida más plena y más feliz.

“Todos los encuestados, lo cual nos sorprendió, hablaron sobre los aspectos positivos asociados con este impacto por la pérdida de su empleo”, dijo la coautora del estudio, Amy Kenworthy, profesora de Administración en la Universidad Bond de Australia.

“Estas personas tomaron este impacto y se enfocaron en los aspectos positivos de él, recalibrándose en términos de: ‘¿Quién soy yo y qué es lo que quiero de la vida?’. Fue algo contrario a la lógica de lo que pensábamos que iba a suceder”.

Kenworthy dijo que su investigación fue de tipo exploratorio, y se enfocó específicamente en las experiencias de aquellos en la media y alta gestión, lo cual no necesariamente representa la experiencia de todas las personas. Dijo que reflejó la manera en que la gente puede perderse a sí misma y gradualmente divorciarse de sus valores personales, a medida que sube la escalera corporativa.

Sólo una cuarta parte de las respuestas de los participantes —con edades comprendidas entre principios de los 30 y finales de los 50 años, y casi la mitad de los cuales tenía doctorados— estuvo relacionada con sentimientos de duda y escepticismo, que los investigadores habían asumido que sería la respuesta predominante.

“Es normal estar enojado, molesto, asustado y frustrado, y experimentar no sólo dudas sobre sí mismo, sino también escepticismo acerca del proceso y la organización”, dijo Kenworthy.

En cambio, los encuestados expresaron un deseo de vivir sus vidas con más “autenticidad” e integridad, incluso si eso significaba renunciar a beneficios corporativos o a un salario alto; tal vez un lujo que los ex altos directivos pueden costear.

Sus nuevas prioridades encajaban en tres categorías claras: el deseo de una calidad de vida más equilibrada, con más tiempo para familia y amigos; un trabajo más significativo que en el que sintieran que estaban contribuyendo a la sociedad; y seguridad y felicidad en el empleo.

“La gente decía cosas como: ‘No me di cuenta de cuán tóxico era mi entorno de trabajo, y cuán importante debe ser (tener) un criterio’”, dijo la coautora Suzanne Janasz, profesora de liderazgo y desarrollo organizacional de la escuela de negocios suiza IMD.

Kenworthy dijo: “Todos ellos expresaron su deseo genuino de ser fieles a sí mismos mientras avanzaban hacia el próximo capítulo de sus carreras. Había de todo, desde: ‘Quiero pasar más tiempo con mis hijos’, hasta: ‘Sé que tengo mucho más talento creativo de lo que era capaz de demostrar en mi último empleo’”.

Dos de los encuestados decidieron escribir libros después de su despido.

“En muchos de nosotros, la inercia toma el control en algún nivel. Es la comodidad de la rutina, la comodidad de lo esperado. Es difícil salir de eso”, dijo Kenworthy. “El impacto de la pérdida del empleo puede ser en realidad algo muy útil para la gente y pueden surgir algunos beneficios muy claros de ello”.

Los autores dijeron que su investigación proporciona lecciones para las organizaciones: Reducir horas y salarios podría ser una manera mutuamente satisfactoria de lograr atravesar los tiempos difíciles, ya que permitiría a los empleados afrontar su balance entre trabajo y vida personal.

En los casos en que los despidos sean inevitables, las organizaciones podrían ofrecer talleres a los empleados afectados para ayudarles a evaluar y priorizar sus valores, en lugar de simplemente actualizar su curriculum.

En términos más generales, los resultados fueron un recordatorio útil de que siempre hay un potencial de crecimiento en una crisis.

“Hay algo que podemos tomar de la lengua escrita china, que ellos han entendido desde hace mucho tiempo: que crisis puede significar oportunidad”, dijo Kenworthy. “Nosotros no enmarcamos las cosas de ese modo, pero tal vez deberíamos hacerlo”.