Por Jim Spellman, CNN
(CNN) – Los Crocs, los llamativos zuecos de colores que son tanto amados como odiados, aparecieron en las tiendas en 2004 y fueron un éxito inmediato. Para 2007, la compañía de Colorado, Estados Unidos, vendía 50 millones de pares al año, alcanzando los 850 millones de dólares en ventas. Luego todo se fue en caída.
El colapso económico en 2008, combinado con un mercado saturado, generó lo que el presidente de Crocs John McCarvel describió como una “perfecta confluencia de eventos”.
“Muchas personas tienen el mismo producto, vendiéndolo a los mismos consumidores y sólo nuestra incapacidad de evolucionar como marca causó un que tuviéramos que cambiar el negocio”, dijo.
La compañía fue golpeada fuertemente. En un año, pasó de 200 millones de dólares en utilidades a pérdidas de 200 millones en 2008. Había muchos Crocs en muchas tiendas, y algunas personas se habían cansado de las cómodas pero ya no novedosas zapatillas.
Al principio de 2009, la empresa estaba casi sin dinero y luchaba por mantener su nómina. Pero de hecho halló una manera de atraer a nuevos consumidores.
“Teníamos que encontrar una solución innovadora a la situación en la que nos habíamos metido”, dijo McCarvel.
En otras palabras, la compañía tenía que expandir su negocio más allá de sus zuecos clásicos si quería sobrevivir.
“Creo que llegas al punto en donde tal vez todo el mundo tiene unos Crocs rojos y azules y negros y están buscando algo más, y eso fue parte de la estrategia”, dijo Christy Saito, vicepresidenta de diseño de producto. “Necesitamos ofrecer diferentes diseños para las personas porque no podían usar lo mismo todos los días”.
Aunque los Crocs eran innegablemente populares, también fueron criticados por los fashionistas y por las personas cansadas de ver los zapatos plásticos coloridos en todas partes. Alguien que los odiaba creó el blog I Hate Crocs, y otro lanzó una página de Facebook llamada “I Don’t Care How Comfortable Crocs Are, You Look Like a Dumba**” (“No me importa qué tan cómodos son los Crocs, pareces un tonto”), que tiene más de 1.6 millones de “likes”.
McCarvel está acostumbrado a las críticas del diseño original de los Crocs.
“Cuando usé los zapatos por primera vez en casa… mi esposa me dice: ‘¿Qué es eso? Son los zapatos más feos que he visto’”, dijo. “Y sabes que hay algo de verdad en eso”.
Pero dentro de la compañía, se pensó que quizá incluso los críticos podían encontrar algo para amar de los Crocs.
“Muchos de los que los destostaban no les gustaba la forma en que otras personas los miraban, pero sí representaban un poco de comodidad para aquellos que habían tenido las agallas de usarlos en público”, explicó Dale Bathum, vicepresidente de producto de Crocs.
Así que la empresa se dispuso a crear una nueva línea de zapatos –baletas, botas, zapatillas deportivas, zapatillas náuticas e incluso botas de invierno- que fueran tan cómodas como los zuecos, pero que les atrajeran a consumidores con más sentido de la moda.
“Es tan gracioso, alguien de hecho me detuvo en un centro comercial me dijo ‘¿En donde compraste esos zapatos? Me encantan’, y yo dije, ‘Estos son Crocs’”, dijo Saito.
“Las personas dicen, ‘Oh por Dios, ¿dónde los puedo comprar?’ esa es la reacción normal que recibimos de la gente”, dijo. “Casi no ha habido resistencia”.
Crocs todavía vende muchos de sus zuecos clásicos, pero los nuevos diseños ahora representan 54% de las ventas de la empresa.
“Nuestro principal enfoque hoy en día es conseguir que los nuevos consumidores entiendan que ya no somos sólo los zuecos”, dijo McCarvel. “Creo que ese es nuestro mayor reto como marca hoy… hacer que la gente nos mire de una manera diferente”.
Para presentar los nuevos zapatos, Crocs ha abierto 120 tiendas en Estados Unidos y espera abrir otras 100 este año. También se está expandiendo a mercados extranjeros, que ahora representan 65% de las ventas.
Con los nuevos diseños en el camino, Crocs está de moda otra vez. El año pasado, la compañía ganó 150 millones de dólares en utilidades y mil millones en ingresos totales.
“Somos una empresa muy joven, apenas tenemos 10 años”, dijo Saito. “Estos ascensos y caídas nos han enseñado cómo competir y cómo recuperarnos”.