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(CNN) — En una fotografía publicada por la revista Vogue, aparece bella, envuelta en una lujosa pashmina fucsia. La nota transmite el mensaje de que es una mujer rica, que trata de que todo funcione cada día mientas camina en sus amados tacones Christian Louboutin.

El perfil de Asma al Asad, esposa del presidente sirio Bachar al Asad, en la edición de Vogue de la primavera de 2011, fue sumamente controversial. La nota hablaba de la inglesa de 36 años como la “rosa del desierto”, pero no mencionaba los espantosos antecedentes de Siria en temas de derechos.

En marzo, comenzaron a extenderse las manifestaciones a todo el país y se encontraron con la fuerza bruta del régimen liderado por el esposo de Asma. Luego de intensas críticas de los medios, Vogue primero defendió su nota y luego la retiró de su sitio web.

Desde entonces, poco se ha hablado de Asma Al Asad. Ni siquiera está claro dónde está. ¿Quizás volvió a su Inglaterra natal, donde asistió a escuelas exclusivas y donde obtuvo su título universitario? ¿O sigue en Siria al lado de su esposo, mientas él refrena las presiones del movimiento de protesta creciente y de los muchos gobiernos que piden su renuncia?

La Unión Europea (UE) la sancionó este viernes, con la congelación de sus bienes y la prohibición de viajar a países del territorio comunitario, en otra medida de presión contra el régimen.

Bachar al Asad ha negado su responsabilidad por la violencia en el país, que Naciones Unidas afirma que ha costado más de 5,000 vidas. Los soldados sirios que han desertado dicen que se les ordenó disparar contra los manifestantes desarmados.

Naciones Unidas señaló que al menos 256 niños han sido asesinados desde comienzos de noviembre, entre ellos una niña de dos años que supuestamente fue asesinada por un oficial mientras decía que no quería que creciera para transformarse en una manifestante.

Asma al Asad y su esposo tienen dos hijos y una hija: Hafez, Zein y Karim, todos en la escuela primaria. Antes de que se desatara la violencia, Asma participaba en trabajos voluntarios para educar a la juventud siria.

¿Qué debe estar pensando ahora la prima dama siria? ¿Podría hacer algo para detener el derramamiento de sangre? “Nadie puede decir que está pasando a puertas cerradas, pero dudo que ella sienta que tiene algún tipo de control o que podría influir en lo que está haciendo su esposo”, dijo el experto en Siria Andrew Tabler, catedrático y periodista estadounidense que vivió en Siria de 2001 a 2008. Conoció a Asma al Asad y trabajó con ella.

“Si se considera lo que parece ser la verdad”, dice, “se concluiría que ella está del lado de su esposo”. La nueva memoria de Tabler, In the Lion’s Den, brinda detalles sobre sus experiencias con la familia gobernante y explica la tensa relación de larga data entre Washington y Damasco.

Cuando Tabler, de Pensilvania, se mudó a Siria por su interés en la política de Oriente Medio, estaba lleno de esperanzas. Un año antes, Bachar al Asad había asumido el poder. Él y su esposa parecían una pareja moderna, y existía la promesa de una reforma.

Ocho años después, Tabler se fue de Siria con la sensación de que el gobierno estaba tan paralizado por la corrupción sistémica, de décadas, que hasta los líderes mejor intencionados no eran capaces de alentar un cambio positivo. Actualmente, miembro de Next Generation en el Programa de Política Árabe del Instituto de Washington, Tabler cree que Bachar al Asad debe irse del poder.

Tabler trabajó en Siria como periodista independiente, y uno de sus primeros trabajos en el país lo obtuvo cuando Asma al Asad autorizó y financió la publicación de una revista en inglés llamada Syria Today en los primeros años del milenio.

Tabler dice que en aquel momento la ayuda de Asma fue extraordinaria. No había libertades en Siria, y aún así la esposa del presidente, moderna en su manera de vestir y directa en su estilo, estaba autorizando a un estadounidense escribir sobre el país.

Pero después surgieron los problemas. Tabler trabajó para Asma al Asad durante un año y acordó que ella vería las ediciones antes de que fueran publicadas. Justo antes de que saliera la primera edición, se anuló misteriosamente. La asistente de Asma fue la encargada de dar la mala noticia sin ninguna explicación. En cierto momento, Tabler y otro periodista sintieron que la policía secreta del país, Mukhabarat, los estaba siguiendo.

Syria Today siguió y obtuvo nueva financiación. Tabler continuó trabajando en este proyecto por poco tiempo. Ahora la revista aparece en línea y no tiene relación alguna con el régimen.

“Asma al Asad tenía dos personalidades”, dice Tabler. “Es una mujer moderna, definitivamente distinta a las otras esposas de los líderes árabes”. Tenía a su cargo la dirección de organizaciones no gubernamentales específicamente orientadas a resolver los peores problemas del país: la alta tasa de desempleo y la desigualdad entre los ricos y los pobres. Pero también Asma al Asad codiciaba la buena vida, dice Tabler.

“También quería ser una princesa”

Asma, “suprema” en árabe, nació en 1975 en Londres; su padre, Fawaz Akhras, era un reconocido cardiólogo sirio y su madre, Sahar Otri, era diplomática de la Embajada de Siria en Londres.

Educada en Action, un área de clase media en West London, Asma al-Akhras fue una buena estudiante del elegante colegio privado para niñas Queens College. Siguió sus estudios y obtuvo un título en Informática y Literatura francesa en Kings College, en Londres. Luego de graduarse, trabajó durante tres años en finanzas, especializándose en fusiones y adquisiciones de empresas farmacéuticas y de biotecnología, según el libro de Tabler.

Sus colegas no sabían que ella había conocido a uno de los hijos del líder sirio Hafez al Asad, o que estaban iniciando una relación luego de un supuesto encuentro durante unas vacaciones con su familia en Siria.

No se esperaba que Bachar continuara con la dinastía política de la familia. No parecía tener la personalidad para el trabajo; no estaba profundamente involucrado en los asuntos militares o de gobierno, de acuerdo con Inheriting Syria: Bashar’s Trial by Fire, una biografía escrita por Flynt Leverett, que trabajó en la CIA como experto en Siria en los noventa y en el Consejo de Seguridad en asuntos de Oriente Medio a principios de 2000.

Como se esperaba que el hermano mayor de Bashar sucediera a su padre, Bashar al Asad se fue a Londres para estudiar Oftalmología en los noventa. Se cree que él y Asma se vieron por primera vez durante esos años. Bachar tuvo que regresar a Siria en 1994, cuando Basil murió en un accidente automovilístico. Este giro de destino hizo que él quedara en la primera línea de sucesión para gobernar Siria, y el Parlamento sirio lo proclamó como presidente sin ningún tipo de objeciones en 2000, al morir su padre.

Antes del fin de 2000, él y Asma ya estaban casados. Según el libro de Tabler, ninguna foto de la boda se publicó en los periódicos sirios; algunos sirios le contaron que la familia de al Asad no estaba conforme con la unión. Asad era miembro de la tribu de élite alawita, y el padre de Asma era suní. Los dos grupos tienen una larga historia de conflicto y rivalidad, especialmente en la ciudad de Homs, la ciudad natal del padre de Asma. Homs ha sido testigo de tensiones sectarias y de asesinatos a medida que evoluciona el movimiento de protesta.

Poco tiempo después de la boda, Asma al Asad viajó a Siria de incógnito para tratar de conocer a la gente del lugar, escribe Tabler. Encontró que había muchos pobres y una población creciente de jóvenes desempleados.

La política del “glamour”

Durante gran parte de la primera década de 2000, el perfil de Asma al Asad en la región creció. La primera dama se ganó la reputación de fanática de la moda, prefiriendo a Chanel para su delgada figura. Su pelo color miel seguía largo hasta el mentón con ondas suaves, y siempre usaba tacones exquisitos. A menudo aparecía su fotografía al lado de la reina Rania de Jordania, otro ícono de la moda al estilo occidental con una ajetreada agenda pública.

Los sirios y los escritores internacionales hablaban entusiastas de Asma como una mujer glamurosa y a la vez una defensora de los derechos de la mujer.

El New York Times retrataba a los Asad en 2005, cuando inauguraron la ópera de Damasco, de la siguiente manera: “Juntos formaban una especie de rima visual con el edificio: altos, delgados y jóvenes, parecían la esencia de la fusión árabe-occidente secular, el elegante doctor convertido en presidente de paseo por la ciudad con su despampanante esposa, de origen sirio, nacida en Inglaterra y exbanquera de JP Morgan, a quienes los sirios llaman su princesa Diana.

Pero la historia también abordaba la tensa relación entre Estados Unidos y Siria, mientras las tropas estadounidenses operaban en el occidente de Iraq, cerca del límite con Siria. Cuando el reportero del Times preguntó al presidente al Asad si esto le preocupaba respondió que no. Entonces Asma al Asad “lanzó una sonrisa cálida y hábilmente ahuyentó” al reportero. ”Estamos de descanso”, dijo al reportero.

El perfil de Asma tomó muchas cosas de la princesa Diana. Esta compilación de fotos de YouTube de 2009 muestra a la primera dama de Siria ayudando a ancianos y a niños enfermos, sentada en aulas de escuela, plantando árboles, saludando y sonriendo al lado de su esposo. No está claro quién publicó este video. Quien lo hizo no usó su nombre real y ya no está activa la cuenta de correo electrónico vinculada al canal que muestra otros videos similares que celebran a los Asad.

En 2010, Asma al Asad habló con diplomáticos e intelectuales de la Academia Diplomática de París. Un video de YouTube la muestra hablando, sin notas, sobre la historia de Siria y sobre cómo esa herencia influye en la vida cotidiana del país.

“Algunos me preguntan, entonces cómo Siria puede seguir siendo estable, moderada e influyente en una región cada vez más rodeada de extremismo, ideología (sic), sectarismo y de otras formas de percepciones negativas de nuestra sociedad”, dijo en la reunión. “La respuesta que siempre obtengo es que se debe a razones militares, políticas y de seguridad. Pero creo tener una visión distinta”.

“Es por la esencia misma de nuestra cultura. Es por lo que nuestra historia nos enseña sobre apertura y compromiso”, dijo. “Es el sentido de identidad y de orgullo que tenemos al saber quiénes somos en el mundo y qué hemos aportado al mundo a través de miles de años lo que nos da ese sentido de estabilidad y ese sentido de moderación. “Algunos de ustedes pensarán que estoy hablando de política… créanme, no me interesa la política”, continuó. “Mis intereses están en otra parte. Pero al vivir en esta región desde hace algunos años, me doy cuenta de que la política influye en cada una de las facetas de nuestras vidas”.

In the Lion’s Den muestra a Asma como una mujer segura, encantadora, audaz y enfocada, pero también ingenua, alguien que parecía creer sinceramente que podría mejorar el país a través de diversas obras de caridad y ONG.

Tabler describe una reunión a la que asistió con diplomáticos europeos en la cual la primera dama encantó a todos y dejó la impresión de que la familia real siria era accesible, al menos en comparación con otros miembros del régimen de su esposo.

Asma al Asad era “una persona cabal y razonable dentro de un régimen de poco brillo”, escribió Tabler. En diciembre de 2010, en la misma época en que un vendedor de las calles de Túnez se prendió fuego e inspiró una ola de protestas en África del Norte, Asma al Asad y su esposo fueron fotografiados en París; sonreían mientras se retiraban de una exhibición de Monet.

“Estas atrocidades”

Tres meses después, se desataron en Siria las primeras manifestaciones de envergadura. Aproximadamente, 3.000 personas se reunieron en Damasco el 16 de marzo para exigir que el régimen liberara a cientos de prisioneros políticos, muchos encarcelados durante el régimen de Hafez al Assad. Reuters y otras agencias de noticias informaron que las autoridades de seguridad estaban deteniendo y golpeando a los manifestantes.

Al día siguiente, Asma al Asad dio el discurso de apertura en un evento organizado por Harvard Arab Alumni Association (Asociación de exalumnos Árabes de Harvard) en el Hotel Four Seasons de Damasco.

En una semblanza en línea, el grupo de exalumnos escribió sobre Asma: “En su papel de primera dama de Siria, Su Excelencia Asma al Asad aplica su experiencia, energía e influencia para el desarrollo social y cultural de su país. Su papel refleja el importante cambio social, político o económico que está teniendo lugar en Siria. El trabajo de Asma al Asad respalda el del presidente Bachar al Asad al promover el surgimiento de una sociedad civil robusta, independiente y autosustentable”.

El director del programa del grupo, Sena Halabi, dijo que no tenía una transcripción del discurso y que no se había grabado. El vocero de Harvard Joe Raposo dijo que no podía brindar detalles de sus comentarios porque se trató de una conferencia privada, no patrocinada por Harvard.

En octubre, cuando se apilaban los cadáveres en las calles de Homs y Hama, los rescatistas dijeron al periódico británico The Independent que se habían reunido con Asma al Asad en Damasco, a petición de ella.

La primera dama les preguntó sobre los riesgos de su trabajo, dijo uno de los trabajadores a The Independent. Pero fue inexpresiva, dijeron los trabajadores, cuando le comentaron sobre los abusos que habían observado por parte de las fuerzas de seguridad y los soldados. “No hubo reacción: ella no reaccionó de ninguna manera. Era como si le estuviera contando una historia normal, algo que sucede todos los días”, dijo uno de los trabajadores.

Tabler dijo que sospechaba que la primera dama “negaba” el grado de seriedad a la que había llegado la violencia en Siria y la culpabilidad de su esposo en esto. “Tanto hablaban de las reformas, que creo que ella se engañó a sí misma”, dijo.

Pero hace dos años, Asma al Asad parecía tener sus ideas muy claras cuando habló con CNN sobre cómo no toleraría un régimen opresivo y violento, con la diferencia de que en aquel momento se refería al conflicto entre palestinos e israelíes.

Dijo que el 60% de los habitantes de Oriente Medio tienen menos de 25 años y que se sentían cada vez más frustrados con la falta de oportunidades económicas. Los gobiernos deben hacer que esos jóvenes “crean en el futuro”, dijo. “La realidad cada vez se aleja más y más de esto”, dijo, presagiando las causas de la Primera Árabe, un movimiento liderado principalmente por jóvenes.

La primera dama siguió hablando de la Guerra de Gaza de 2009, una invasión y bombardeo a Gaza por parte de Israel, que se inició a fines de diciembre, cuando Israel lanzó un ataque aéreo sorpresivo, y culminó tres semanas después.

Asma al Asad calificó las acciones de Israel como “bárbaras” y dijo que estaban muriendo muchos palestinos inocentes. Estaba consternada con los reportes de los trabajadores de derechos humanos que habían sido testigos de la masacre.

“Es el siglo XXI, ¿cómo pueden pasar estas cosas? Desgraciadamente, están sucediendo”, dijo. “Como madre y como ser humano, creo que tenemos que garantizar que se terminen este tipo de atrocidades”.