El aumento de hormonas en el embarazo puede exaltar a una mujer embarazada.

Nota del editor: Shanon Cook es una colaboradora de entretenimiento para CNN. Creció en Australia y ahora vive en Nueva York con su esposo y su hija. Síguela en Twitter @ShanonCook.

(CNN) — Hace un par de años, cuando entrevisté a Annie Lennox, estaba enormemente embarazada, con nueve meses; algunas partes de mi cuerpo estaban hinchadas hasta ser irreconocibles, y otras se dirigían hacia direcciones a las que no se supone que deberían de dirigirse.

Mis senos se desplomaban hacia los lados, mi cara estaba toda hinchada; contaba una, dos… no, ¡tres! pliegues debajo de mis ojos. Y luego estaba mi ‘pancita’, una cúpula inmensa que hacía que Lennox, a mi lado, pareciera una espiga.

¿Jessica Simpson en la portada de Elle? No, nada parecido. Yo no era sexy.

Pero algo raro ocurrió horas después de ese encuentro con Lennox, mientras buscaba aguacates en una tienda. Un hombre, se acercó. Tenía 40 y tantos años, estaba bien afeitado, y vestía un traje gris impecable.

“¡Felicidades!”, dijo, radiante. “¿Cuántos meses tienes?”.

“Oh, mi parto es en tres semanas”, contesté.

“Debes estar emocionada”, dijo. No le dije que realmente no es emocionante necesitar una carretilla y tres fisicoculturistas para poder levantarte de la cama en la mañana.

“¿Es el primero?”.

“Mmmmmm”.

Normalmente esa conversación terminaría en ese punto. Pero mi nuevo amigo, curioso, se negó a ceder. Tenía más preguntas. ¿Es niño o niña? ¿Te sientes bien?

Mi instinto me decía que había algo más, y cuando estás embarazada, tus instintos son muy ruidosos. Había algo detrás de su sonrisa encantadora, su persistencia, y la mirada de urgencia en sus ojos.

El tipo creía que yo era sexy.

¿Pero cómo podía pensar eso? Quiero decir, me veía como un hipopótamo. ¿Se sentía atraído por lo obvio de mi fertilidad? ¿Sentía algo por los pantalones de maternidad? ¿Cómo es posible que cuando estás embarazada eres capaz de atraer a chicos bien vestidos al azar en el pasillo de las frutas y los vegetales?

“Hay algo en estar embarazada que te da esta sensación de confianza estando cómoda en tu propia piel”, dice la educadora sexual Logan Levkoff. “La ida de tener que ejercitarse hasta que te pongas azul y estar delgada para caber en ropa pequeña, te hace pensar ‘este no es el momento’. Y existe algo sobre adueñarte de eso y de tu propio cuerpo… y la gente lo reconoce”.

Levkoff, quien escribió el libro How To Get Your Wife To Have Sex With You (Cómo hacer que tu esposa tenga sexo contigo), también señala que un apetito voraz por la comida, cuando estás comiendo por dos también se traduce a un apetito por otras cosas; la vida, en general, y por supuesto, el sexo.

No es un secreto que el aumento de hormonas en el embarazo puede exaltar a una mujer embarazada. He escuchado a esposos decir que el sexo con sus esposas embarazadas es el mejor que han tenido. Pero eso es dentro de una relación comprometida. Uno de mis amigos solteros me dijo una vez que tener sexo con una mujer embarazada estaba en lo alto de su lista de cosas por cumplir.

Le pregunté a mi amigo Marco Contini, padre de tres hijos, italiano, y que tiende a ser muy directo sobre las cuestiones sexuales. Admitió que encuentra a las mujeres embarazadas atractivas. Y todo empieza con “el brillo”.

“Tan banal como puede parecer, tiene algo que ver con la luz”, dice.

“Entre otras mujeres que no están embarazadas, una mujer embarazada sí brilla. Si piensas sobre eso, es técnicamente absurdo, ya que a menudo el brillo viene con signos visibles de fatiga y granos”.

Y pies hincados. Y estrías. Y estallidos de ira que van cambiando.

“Otro aspecto mucho más obvio son los senos”, dijo Marco. “Pero eso sólo aplica a las mujeres que uno ya conoce para que notes el cambio”.

Sí, sí. Los senos. Los senos se hacen más grandes durante el embarazo, transformando incluso a las mujeres con pocos pechos en Sofía Vergara. Pero fue el siguiente comentario de Marco el que me dejó pensando: “Una mujer embarazada siempre trae una mezcla rara de atracción física y deseo de ser protectora”.

Protectora. ¿Incluso cuando la mujer no carga a su hijo? ¿Podría haber algún tipo de hechizo biológico que funciona aquí?

Se sabe que las feromonas emitidas por una mujer embarazada suprimen los niveles de testosterona de su pareja masculina e incrementan su producción de prolactina hormonal. Estos cambios pueden jugar un papel en la formación del “cerebro de papá”, un estado que hace que el padre se arraigue a la madre para que cuide de ella y del bebé después de su nacimiento, dice la neuropsiquiatra, la médico Louann Brizendine, autora de The Female Brain (El cerebro femenino) y The Male Brain (El cerebro masculino).

Sin embargo, Brizendine señala que no hay evidencia de que las feromonas puedan trabajar rápidamente en los humanos mientras te encuentras en el pasillo de vegetales.

Brizendine dice que los hombres están conectados para escanear los signos reveladores de que una mujer es fértil: una figura en forma de reloj de arena, pechos y abdomen plano que señalan que no ha sido embarazada por alguien más. ¿Por qué, entonces, hay algunos hombres atraídos sexualmente a mujeres con un abdomen que no es plano?

“Cuando estás muy embarazada hay una evidencia innegable de que tuviste sexo con un hombre”, dice Brizendine. “Y eso puede ser excitante. Es como vestir un cartel en tu cuerpo que dice: ‘¡Tuve sexo!’”.

Otra cosa que un vientre de embarazada puede decir: ¡Estoy segura!

“El hombre puede sentir que quizá puede coquetear con ella en alguna forma y que no lo tome de mala manera”, dice Brizendine. “O porque ya está embarazada [no tiene] que preocuparse por la anticoncepción. Estas cosas puede que no se hagan a conciencia en el hombre que te está mirando de reojo pero pueden estar filtrándose en la parte posterior del cerebro en alguna parte, diciendo que eres un blanco seguro”.

Lo sé. Las mujeres embarazadas que leen esto se están encogiendo. Es un poco asqueroso. El sexo puede ser lo último en lo que piensas cuando has estado estreñida por ocho días y tienes una vejiga hiperactiva.

No podemos olvidar que también está el ángulo fetichista. Una abundante pornografía de embarazadas en línea prueba que hay un contingente de población con deseo por una mujer embarazada que va más allá de la pura curiosidad. (Recuerda que los fetiches existen para todo tipo de cosas: pies, colas de caballo, pingüinos, lo que sea). Brizendine dice que algunos de sus pacientes sí expresan un interés erótico en mujeres embarazadas.

Un estudio publicado en The Journal of Sexual Medicine en 2011 sugiere que hay una conexión entre la atracción sexual a las embarazadas y una exposición a mujeres embarazas o en periodo de lactancia en los primeros años de vida. El estudio encontró que una preferencia por las mujeres embarazadas o que están en periodo de lactancia es más común en individuos que tuvieron hermanos cuando eran más jóvenes; la exposición a una madre embarazada entre los 18 meses y los cinco años pudo haber dejado una huella que se manifiesta en la etapa adulta.

Sí, es fascinante. Pero dejemos a un lado estudios, biología evolutiva y listas de cosas por cumplir por un segundo.

Recuerdo esa sensación. Esa facilidad para relajarte. A pesar del peso, me sentía casi ligera cuando estaba embarazada. Estamos tan deprimidas por nuestros cuerpos la mayoría del tiempo y el embarazo te protege de esas cosas sin sentido (si lo permites). Comía M&Ms de cacahuate por montones, amaba mi figura, celebraba la vida que crecía dentro de mí sonriendo más y parándome más erguida que nunca; aunque pudo haber sido mi buena postura la que me previno de caerme.

“Ser este tipo de supermujer curvilínea (mientras estás embarazada) es algo que quizá aprovechamos lo suficiente”, dice Levkoff. “Y si pudiéramos encontrar una manera de equilibrar algunos de esos sentimientos, esa confianza en nuestra vida. Creo que probablemente sería un poco mejor”.

Una parte de mí realmente extraña a esa gran descarada con todo su gran tamaño. Pensaré en ella la próxima vez que escoja aguacates en el supermercado, y quizá me pellizque para que me pare un poco más erguida, sonría un poco más y le guiñé el ojo a alguien.