(CNN) – En los más de ocho años terrestres que el rover Oportunity de la NASA ha permanecido en Marte, ha estado atrapado en una duna de arena, ha tenido averías y ha afrontado cinco inviernos brutales.
El nuevo rover de la NASA, Curiosity, podría no correr con la misma suerte.
Los científicos del Laboratorio de Propulsión de la NASA planearon que Opportunity estuviera 90 días en Marte luego de su aterrizaje en 2004. Pero ahora lleva ya más de 3.000 días marcianos y ha recorrido 35 kilómetros en la superficie de ese planeta, afrontando tormentas de arena y trabajando a temperaturas en un rango de -30 a -80 grados centígrados.
“Los rovers fueron diseñados para funcionar en condiciones extremas, y hemos sido muy delicados al operarlos”, dijo Vandi Tompkins, el experto en robótica del laboratorio y uno de los antiguos operadores del Opportunity. “Algún día, alguna parte esencial se perderá hará que se detenga. Va a ocurrir. Pero hacemos nuestro mejor esfuerzo para aprovecharlo al máximo”.
Incluso después de todos estos años, “todavía hay mucha emoción” en el centro de control del Opportunity, dijo Tompkins.
La NASA gastó 800 millones de dólares en el lanzamiento de Opportunity y de su rover hermano, el Spirit. Ambos aparatos partieron de Cabo Cañaveral en junio de 2003 a bordo de dos cohetes Delta II y llegaron exitosamente el enero siguiente a la superficie de Marte dentro de bolsas de aire.
Los rovers de 1.5 metros y 172 kilogramos estaban equipados con una variedad de cámaras e instrumentos usados para analizar rocas y suelo marcianos, y sus hallazgos han ayudado a convencer a la NASA de que Marte alguna vez tuvo agua en su superficie.
La NASA perdió contacto con el Spirit en 2010 y lo descartó del programa en mayo de 2011, pero Opportunity siguió funcionando. Entre sus hallazgos está una veta del mineral yeso, una señal de que alguna vez hubo agua que recorrió la superficie del Planeta Rojo. Y en julio el Opportunity envió su imagen 100.000, un panorama de la superficie marciana.
Pero el aparato no ha quedado indemne. Tiene un “hombro” averiado en su brazo robótico, lo que ha dificultado algunas operaciones. Estuvo atascado en una duna de arena por casi dos meses a mediados de 2005. Pero ha contado con una suerte inesperada, también.
“Se esperaba que los paneles solares recolectaran mucho polvo, y lo hicieron”, dijo Tompkins. “Pero hemos tenido vientos que han limpiado los paneles ocasionalmente, y eso le ha dado más tiempo de vida”.
Tompkins ahora trabaja en el Curiosity, un aparato mucho más grande. Los diseñadores construyeron el rover de 907 kilogramos teniendo en cuenta las lecciones aprendidas del Spirit y del Opportunity, incluyendo un brazo robótico más largo y avanzado, un martillo perforador que puede romper rocas y un láser que reduce las rocas a plasma caliente, lo que permite hacer una espectrografía para determinar su composición.
La zona donde está el Opportunity es conocida como el Meridiani Planum, un desierto arenoso localizado unos cuantos grados al sur y oeste del ecuador marciano y de su meridiano primario. El sitio está a medio mundo de distancia de la ubicación del Spirit y donde se espera que llegue el Curiosity a la 1:31 a.m. –hora del este- del lunes.
El Opportunity puede recorrer más de 100 metros en un día, pero no es exactamente un aparato veloz: su velocidad máxima es de cerca de 5 centímetros por segundo. Pero también es capaz de subir en pendientes de hasta 30 grados.
Tompkins dice que el objetivo de los operadores es “empujar los límites del rover y mantenerlo a salvo”.
“El hecho de que los rovers hayan durado tanto también tiene que ver con el cuidado con que los operamos”, dijo.
La distancia promedio entre la Tierra y Marte es de alrededor de 362 millones de kilómetros, pero varía mucho durante el año mientras los dos planetas orbitan el sol. Cuando están más distanciados –a 643 millones de kilómetros- la señal de radio de la NASA toma más de media hora en llegar a los rovers.
Eso significa que los controladores deben preprogramar los movimientos diarios del Opportunity, trabajando con un modelo tridimensional del terreno que lo rodea, dijo Tompkins. El laboratorio le transmite el plan al rover, que ejecuta el programa y devuelve información a la Tierra vía dos satélites que orbitan a Marte: el Mars Odyssey y el Mars Reconnaissance. Los programas tienen que ser completados para el momento en que esos estén cerca, lo que es un factor y una preocupación adicional para los cálculos de los controladores.
“Imagina planear el camino desde tu casa a tu oficina”, dijo. “Aunque te sepas bien la ruta y no haya tráfico, imagina tener que anticiparte a todas esas opciones. Y luego imagina que llueve”.