Por Allie Torgan, CNN
Puerto Príncipe, Haití (CNN) — Tres días después de que un terremoto convirtiera a Haití en un caos, Alvana se quedó sin hogar y con dos niños que criar.
Pero su pesadilla estaba por comenzar.
“Un grupo de pandilleros me violó mientras dormía en medio de la calle”, dijo. “Y me embaracé”.
Alvana no conocía a sus atacantes. Deprimida e insegura acerca de lo que debía hacer después, fue llevada por una amiga a una clínica del KOFAVIV, una institución similar a la Comisión de Mujeres Víctimas para las Víctimas.
“Para cuando llegué, mi panza ya estaba grande”, explicó. “Pero me atendieron”.
Le dieron comida, agua, un techo y cuidados prenatales. Ella decidió conservar a su hija a pesar de que el dolor psicológico podría ser difícil – y dos años después todavía lo es.
“Es terrible”, dijo Alvana de 33 años. “Amo a mi hija … (pero) me veo a mi misma y me doy cuenta que es producto de una violación”.
Desafortunadamente su historia es muy común en Haití, dijo Malya Villard-Appolon, una de las cofundadoras de KOFAVIV.
“Después (del terremoto), la situación era inhumana y degradante”, dijo Villard-Appolon. “No había seguridad en los campamentos (para desplazados). No había comida, no había trabajo. Y ahora hay un problema sin control”.
Las cifras exactas son difíciles si no es que imposibles de calcular tras la devastación, pero KOFAVIV y otros grupos dicen que han observado un aumento en casos de violación después del terremoto de enero del 2010.
“Las víctimas se hacen más vulnerables debido a varias situaciones”, dijo Brian Concannon Jr, director del Instituto de Justicia y Democracia en Haití. “Ellas perdieron sus casas, ya no había puertas bajo llave. La gente perdió miembros de su familia que eran una fuente de protección”.
Terribles condiciones de vida como el recorte de alimentos y agua también contribuyen al problema, dijo Charity Tooze, oficial superior de comunicaciones del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (UNHCR por sus siglas en inglés) de la oficina de Washington.
“Las condiciones son tan deshumanizantes”, dijo Tooze. “Mes tras mes aumenta todo tipo de violencia, incluyendo la violencia sexual”.
Existe la ausencia de un cuerpo fiscal en el país. En los primeros dos años después del terremoto, no se había arrestado a ninguna persona en Haití por violación, de acuerdo con la UNHCR.
“El gran problema es que no puedes hacer justicia”, dijo Villard-Appolon de 52 años.
Desde antes de los terremotos, dice ella, la violación era un problema en Haití y es históricamente no denunciada por la vergüenza social, las represalias por parte de los perpetradores y por la falta de apoyo legal. Eso es lo que llevó a Marie Eramithe Delva a empezar KOFAVIV en el 2004. Hasta la fecha ha ayudado a más de 4,000 sobrevivientes de violaciones que encontraron seguridad, apoyo psicológico y/o ayuda legal en el grupo.
“Impulsamos a la gente a que rompa el silencio”, dice ella. “Que no tenga miedo a decir que ha sido victimizada”.
Villard-Appolon sabe lo que es ser víctima de violencia sexual. Ella ha sido violada dos veces, y su esposo murió como resultado de unas golpizas que soportó al tratar de salvarla. En el 2010, su hija de 14 años fue violada en un campamento para los desplazados.
“No puedo describir cómo me sentí cuando escuché lo sucedido con mi hija, porque yo fui una víctima”, dijo ella. “Empecé a preguntarme de qué clase de personas descendía. ¿Estaré maldita?”
Escoltó a su hija a dos estaciones de policía y no recibió ayuda, dijo, solo hablaron mucho. Un policía le dijo que “las muchachas son tan promiscuas” y le dio a entender que ella lo había pedido.
Pero ella sigue adelante, “con la esperanza de que habrá un cambio” dijo. A nivel mundial ha dado a conocer su historia ante el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, en busca de un aumento de la seguridad dentro de los campamentos de desplazados y la inclusión de grupos de mujeres en los procesos de toma de decisiones.
“Yo fui una víctima y no encontré justicia. Pero sé que la conseguiré para otras mujeres”, aseguró a CNN.
Cuando el terremoto golpeó a Haití, las fundadoras de KOFAVIV vieron cómo se colapsaba su clínica y sus oficinas junto con sus casas.
Villard-Appolon vivió en el peligroso campamento para desplazados de Champ de Mars por medio año. Ahí, dijo ella, vio como se deterioraban las condiciones.
“Todo tipo de personas acabaron en una misma área” explicó. “Las cárceles no se destruyeron pero si abrieron sus puertas, y todos los prisioneros fueron liberados. Muchos de ellos … estaban armados, y eran conocidos asesinos”.
Un criminal le puso un arma en la frente a Villard-Appolon con el fin de robarle dinero. La policía nunca llegó, exclamó, pero logró escapar después de que hubo un enfrentamiento entre grupos.
Villard-Appolon dijo que muchas madres solteras tuvieron que dejar a sus hijos para buscar comida, agua o trabajo. En algunos casos los niños fueron violados. La víctima más joven tenía 17 meses de edad.
“Seis meses observé la misma situación”, continuó. “No perdonan a los bebés, no perdonan a los adultos, no perdonan a las madres, no perdonan a las monjas”.
A pesar del incremento de la violencia y la pérdida de su clínica, KOFAVIV se reagrupó para ayudar a las víctimas en los campamentos en Haití, en donde aún viven cerca de 500.000 personas. El grupo tiene 66 agentes de divulgación femeniles y 25 guardias de seguridad masculinos que organizan grupos de vigilancia nocturno y apoyan a las mujres con silbatos y lámparas de mano. Todos ellos afectados por la violencia basada en su género, ya fuera personalmente, a través de un familiar o un ser querido, dijo Villard-Appolon.
KOFAVIV también depende de más de 1.000 miembros que le ayudan a compartir sus historias, apoyan a las víctimas y las incita a dar un paso al frente y luchar por la justicia.
Por lo general comienzan por acompañar a las víctimas al hospital en las primeras 72 horas de que fueron violadas. Una vez que pasan por una prueba, ellas reciben el certificado médico que deben de tener para comenzar con procedimientos legales.
“Después de eso, le asignamos un abogado”, dijo Villard-Appolon. No hay ningún costo para las víctimas, y ellas reciben apoyo de KOFAVIV a través del juicio.
Villard-Appolon dice que está determinada a continuar la lucha por un mejor futuro, aunque la justicia rehúya a sus obligaciones.
“Mi sueño es que lleguemos a un lugar en el que dejemos de hablar acerca de los numerosos casos de violación” dijo ella. “Dejar de conocer a Haití como un país en el que la gente comete actos violentos unos contra otros. Algún día, podremos decir que tenemos un país con personas que se respetan entre sí”.
¿Quieres involucrarte? Visita www.madre.org/kofaviv y descubre cómo ayudar.