El ejercicio fue parte de mi investigación sobre tecnologías emergentes que pueden ayudar con el estrés.

Por Amanda Enayati, especial para CNN

Nota del editor: la colaboradora de CNN, Amanda Enayati, examina la búsqueda de la serenidad, bienestar y balance de la vida en tiempos estresantes. Usó una versión de este artículo como una plática en la conferencia Medicine X de la universidad Stanford. Síguela en Twitter o Facebook.

(CNN) —Recientemente hice que mapearan mi cerebro para descubrir cómo manejo el estrés.

Me senté cómodamente en un sillón de cuero negro, conectada a electrodos cimentados a través de una capa roja brillante con algún tipo de gel.

Donnie, un técnico con un conocimiento impresionante de neurobiología aplicada, me guió a través de una serie de retos que darían un parámetro base, determinado a través de un qEEG (un electroencefalograma cuantitativo, por sus siglas en inglés), para una variedad de cosas incluyendo cuán rápidamente mi cerebro se activa cuando se enfrenta a situaciones estresantes, cómo se las arregla durante esas tarea, qué tan rápido se recupera de los errores y cómo regresa a un estado de reposo.

Aprendí algunas cosas de este ejercicio: me desempeño óptimamente cuando todo está bien. Pero en situaciones de alta presión, cometo errores. Soy menos propensa a recuperarme y empezar de nuevo después de ellos.

Lo más importante, aprendí que no puedo dejar quieta mi mente: incluso cuando descanso, mi cerebro produce la misma cantidad de activación que la mayoría de las personas tendrían en un modo de solución de problemas.

Esta información vino en forma de tablas y gráficas algunos días después de mi evaluación qEEG. Me la explicó la médico Leslie Sherlin, una neurocientífica y funcionaria de ciencia en Neurotopia, una empresa que trabaja principalmente con atletas de elite. En el caso de esos atletas, la evaluación se complementa son sesiones de entrenamiento diseñadas para ayudarlos a desempeñarse óptimamente durante competencias de gran estrés.

El ejercicio fue parte de mi investigación sobre tecnologías emergentes que pueden ayudar con el estrés, depresión, ansiedad y trastorno de estrés postraumático.

En algún nivel, reconozco la ironía de examinar cómo la tecnología puede ayudarnos a aliviar el estrés cuando muchos (y quizá incluso la mayoría) de las personas pueden afirmar que la tecnología en sí es un gran colaborador para nuestro estrés crónico. Cada vez que le pregunto a las personas en mis redes sociales sobre cómo utilizan la tecnología para desestresarse, recibo un rango de respuestas sarcásticas como “presionó el botón de apagado” o “me subo a un avión y vuelo hacia algún lugar sin señal”.

Sin embargo, el campo del bienestar es un área popular en la tecnología, creciendo cada vez más con las aplicaciones y gadgets (denominados en el futuro como gizmos) que determinan cuán estresado puedes estar.

Algunas de éstas pueden ofrecer ayuda a través de imágenes guiadas, respiraciones profundas, autohipnosis, y terapias del sueño y sonido. Varias te enviarán mensajes de texto para preguntarte cómo estás y si quieres jugar o escuchar una canción.

“En los últimos años, nos hemos vuelto buenos para medir y rastrear nuestro estrés”, dijo el médico Eric Topol, director y jefe académico en el Instituto de Ciencia Traslacional Scripps y autor de The Creative Destruction of Medicine: How the Digital Revolution Will Create Better Health Care. Topol es un defensor apasionado del potencial de la medicina personalizada para transformar radicalmente la medicina como la conocemos.

Los sensores pueden medir el ritmo cardiaco, presión sanguínea y conductancia de la piel. Ahora podemos determinar el estado de ánimo, estado mental y depresión a través del tono e inflexión de la voz, movimiento, posición, actividad y comunicación; cuán frecuentemente envías correos electrónicos, mensajes de texto y haces llamadas.

De acuerdo con Topol, “podemos generar datos de salud exquisitos (virtualmente en tiempo real), sobre el estrés, ansiedad y también estados depresivos y maniacos”.

Pero todas estas medidas y rastreos, ¿con qué fin? O como un asistente en una conferencia de tecnología preguntó mucho más elocuentemente, “¿qué demonios voy a hacer con toda esta información?”.

“Cuantificar es accionable”, dijo Topol. “Cuando las personas obtienen una retroalimentación que los hace conscientes del estrés con el que no están en contacto, los motiva y los impulsa a tomar acciones”.

Por supuesto, esto aún tiene que ser validado. El circuito de retroalimentación que hemos perfeccionado respecto a nuestra dieta y niveles de ejercicio aún tiene que dirigir a un cambio real y duradero para nuestros estilos de vida cada vez más sedentarios y las tasas de obesidad y costos crecientes de salud.

Pues solo comprar la aplicación o el gadget y tenerlo para siempre en tu mesa no cuenta.

Mi corazonada es que todos estos datos sólo serán ruido por un tiempo. Pero eventualmente, comenzarán a tomar forma.

Observaremos estas formas por un rato y comenzaremos a ver patrones. No sólo comenzaremos a diseñar productos que nos ayudarán a reducir nuestros niveles de estrés, también descubriremos cómo diseñar productos en categorías existentes; por ejemplo, electrodomésticos, computadoras, automóviles y sitios web, que son menos estresantes.

Neema Moraveji, director del Laboratorio de Tecnologías Calmantes de Stanford en Estados Unidos, trabaja diseñando un lector calmante de correos electrónicos que proporciona y organiza mensajes en una forma menos frenética.

“Las personas reconsideran la búsqueda ciega de tecnología como un fin. Algunos de nosotros en la comunidad de tecnológica pensamos sobre los efectos de las toxinas digitales de la misma forma en que los ingenieros, responsables de las políticas y diseñadores consideran las toxinas ambientales”, dijo Moraveji.

Por ahora, esto es todo lo que necesitas saber: el mejor reductor del estrés es el que utilizas.