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BEIJING, China (CNN) — Xi Jinping es un misterio. Tanto así que el presunto futuro líder de la nación más poblada del mundo pudo desaparecer durante más de una semana sin que se diera ningún tipo de explicación.

En septiembre de este año, Xi desapareció. Desató una oleada de rumores: que había tenido un ataque al corazón, que había sufrido un derrame cerebral, que había tenido un accidente nadando, y que incluso que se había puesto en huelga.

Xi finalmente reapareció todo se reanudó como si nada. Pero, ¿deberíamos estar tan sorprendidos? Un analista con el que he hablado apenas puede decir que en verdad lo conocen, o qué tipo de líder sería él.

Mike Chinoy, excorresponsal de CNN y ahora investigador en el Instituto China-Estados Unidos de la Universidad del Sur de California ha visto el ir y venir de un sinfín de líderes chinos, sin embargo, reconoce que Xi es difícil de entender.

“Xi Jinping es, en muchos sentidos, un producto desconocido. Ha ascendido a la cima del sistema chino siendo muy cuidadoso de no revelar lo que realmente piensa”, dijo Chinoy.

Pero esta no es una era caracterizada por líderes como Mao Zedong o Deng Xiaoping, añadió Chinoy. La China del siglo XXI no tiene un líder supremo. El Partido Comunista Chino moderno es dirigido por un pequeño colectivo, los nueve integrantes del Comité Permanente del Politburó, del cual se espera que Xi sea el próximo líder.

Es un sistema opaco. Es una transición construida tras bambalinas, nada se deja al azar y se da a conocer poco al pueblo chino.

Mientras que Estados Unidos se prepara para elegir esta semana a su próximo presidente, una “democracia” muy distinta, más selectiva, está teniendo lugar en China. El 18 º Congreso del Partido Comunista se reunirá el 8 de noviembre para trazar un nuevo rumbo para el país, para decir adiós a los viejos liderazgos y dar paso a una nueva generación.

Más de 2,200 delegados de toda China se reunirán para el Congreso, y a su vez ellos elegirán a 200 miembros más del Comité Central del partido, quienes a su vez designarán al Politburó y, finalmente, al todopoderoso Comité Permanente del Politburó –quienes tomas las decisiones del país. Sin embargo la mayoría de los resultados, si no es que todos, están predeterminados.

El propio Congreso se reúne cada cinco años. Está diseñado para evaluar los avances del país, y establecer nuevas directrices. Cada diez años selecciona el nuevo liderazgo.

Este año, el legado de los años de Hu Jintao está bajo el microscopio. Durante el gobierno del presidente Hu y su primer ministro, Wen Jiabao, la economía china ha seguido creciendo, sacando a decenas de millones de personas de la pobreza.

Ahora China está afianzada como la segunda mayor economía del mundo y rápidamente acercándose a la de Estados Unidos. Pero hay decepciones, y la “sociedad armoniosa” tan pregonada por Hu está dando señales de resquebrajamiento.

“Estos 10 años en que han logrado nada excepto seguir las viejas costumbres sin innovación podrían ser descritos como de atraso político. Podrían ser visto como momento vergonzoso en la historia del Partido Comunista”, dijo Zhang Ming, analista de la Universidad de Renmin, en China.

El historiador Zhang Lifun es aún más devastador en su evaluación. Cree que el futuro del propio partido está en riesgo.

“Alguna vez le dije a alguien del partido, ‘si tu partido fracasa algún día, cuando busquen la razón del fracaso, este período será una parte fundamental’”, dijo.

Sin duda ha sido un año tumultuoso. El velo de secretismo en torno al propio partido ha sido levantado, con reportes de divisiones y luchas al interior. La purga del agente de poder del partido, Bo Xilai, desató el mayor escándalo político en China en las últimas décadas.

Bo, alguna vez jefe del partido de la metrópoli de Chongqing, actualmente está en espera de juicio. Su esposa, Gu Kailai, está en la cárcel, sentenciada por el asesinato de un socio británico de negocios.

El caso del activista de derechos humanos, Chen Guangcheng, ocupó los encabezados noticiosos a nivel mundial. El activista ciego escapó del arresto domiciliario y se refugió en la Embajada de EU en Beijing, antes de escapar a Estados Unidos, donde ahora vive con su familia.

China está pisando muchas líneas peligrosas: una brecha cada vez mayor entre ricos y pobres, el creciente malestar por todo, desde la contaminación hasta la confiscación de tierras, y una desaceleración en la economía que algunos dicen necesita de una verdadera reforma.

Para algunos observadores de China, Xi tendrá que ser traicionar a su propia clase si quiere tener éxito. Los críticos dicen que el partido y la elite de China han perdido el contacto con la gente y se enfrentan a una crisis de legitimidad. Pero otros advierten en no buscar un cambio radical por parte de Xi, ya que, ante todo, él es hijo del partido.

“Él es parte de un consenso para mantener al Partido Comunista como el único partido gobernante. Cualquier así llamada libertad tiene que estar bajo la condición de la supervivencia de una dictadura unipartidista”, dijo el historiador Zhang.

Lo que pasa en China ya no solamente se queda en China. En un mundo que sigue atrapado en la crisis económica, China es un motor de crecimiento. Cuando la economía china se desacelera, suenan las alarmas.

China también está sacudiendo a los países de su propia región. Las disputas territoriales con sus homólogos de Japón y Filipinas han puesto nerviosos a los vecinos de China.

Mientras tanto, EU están cambiando su política geoestratégica de las guerras en Iraq y Afganistán hacia el este de Asia, fortaleciendo alianzas clave e incluso aumentando su presencia militar en la región, para la consternación de Beijing.

Luchas internas y las tensiones externas, esta es la China que Xi va a heredar. Kevin Rudd, exprimer ministro de Australia y en alguna ocasión diplomático en Beijing, ha estado con Xi y dice que es un hombre “con el que puedes hacer negocios”.

Sin embargo, Xi se mantiene como una gran incógnita, un hombre que pudo desaparecer sin explicación.