Por Edward J. Blum y Plum Harvey
Nota del Editor: Edward J. Blum es historiador y profesor de religión en la Universidad de San Diego State. Paul Harvey es profesor de historia en la Universidad de Colorado en Colorado Springs y escribe el blog de Religion in American History. Ellos escribieron juntos “The Color of Christ: The Son of God and the Saga of Race in America”.
(CNN) — ¿Te sabes ese chiste de que Jesús es mexicano? Bueno, era bilingüe, a cada rato lo molestaba el gobierno y su primer nombre era Jesús.
¿O el del Jesús irlandés? Al que le encantaban las buenas historias, no se quedaba mucho tiempo en un mismo trabajo, y su último deseo fue tener algo de beber.
¿O que probablemente Jesús era de California? Nunca se cortó el cabello, siempre andaba descalzo, y empezó una nueva religión.
A lo mejor no sabías de esos chistes, pero has escuchado otros. Estos representan una tendencia cómica que llegó a Estados Unidos desde la década de 1970. Cada vez más y más bromas afectan a Jesús, su etnicidad y su relación con la política. Reírse con (y del) Señor ha dado pie a grandes películas, monólogos de comedia, novelas gráficas, camisetas y estampas.
¿Cómo es que una figura tan sagrada para tantos estadounidenses pueda convertirse en el objeto de tantos chistes? ¿Y por qué es aceptable burlarse de Jesús cuando otras figuras sagradas están prohibidas o te condenas al infierno si te burlas de ellas?
Existen explicaciones tan diversas como las risas.
Los cambios demográficos en la década de 1960 cambiaron las características étnicas y religiosas en el país, así que no hay una religión dominante actualmente. La derecha cristiana se convirtió en el objetivo sin más ayuda que la propia y prácticamente pedía que se burlaran de ella. El surgimiento de las sensibilidades “espirituales, pero no religiosas” dejaron a varios estadounidenses con las ganas de denunciar o burlarse de la fe tradicional. El alzamiento del agnosticismo, el ateísmo y el secularismo convirtieron las bromas en una forma de persuasión.
Si hacemos una pausa para pensar por qué nos reímos, descubrimos que los chistes tienen que ver con otros problemas más profundos y sin resolver. La burla revela mucho más de nosotros que de Jesús. Descubren cómo ha cambiado nuestra sociedad, cómo no lo ha hecho, y lo que nos obsesiona.
Los primeros chistes públicos de Jesús se escucharon en la década de 1970. Desde antes existían varios chistes, pero ninguno se había hecho tan popular porque el cristianismo tenía mucha autoridad. Sin embargo, mientras colapsaba la recesión económica y los problemas de decadencia social por diferentes confrontaciones como los derechos civiles y la nueva inmigración, algunos sarcásmos sobre Jesús salieron a la luz.
Archie Bunker en All in the Family era un misógino, blanco y racista que amabas odiar y odiabas amar. Una vez su nuera retó al antisemitismo con su comentario de “Jesús fue judío”. Archi contestó enseguida: “Solo por parte de su madre”.
Otra versión similiar, Good Times, era de una familia negra que vivía en un proyecto dentro de la ciudad, probablemente en el infame Cabrini Green de Chicago. En el segundo capítulo del programa, J.J., el hijo más grande, impresionó a todos pintando a Jesús como un negro. El hermano menor lo ama, y dice que ha aprendido todo sobre el Cristo negro de la comunidad a través del islam.
Mientras que la familia discute sobre si ese Jesús negro debe ser colgado en la pared en lugar del que es blanco, “milagrosamente” reciben 140 dólares del Servicio de Impuestos Interno (IRS por sus siglas en ingles). Al sentirse bendecidos, la familia coloca la réplica de Jesús en su pared de la sala, y el alabado J.J. grita su frase característica: “Dyn-O-mite!”.
Desde la década de 1980 a la fecha, la cantidad de chistes sobre Jesús se multiplicaron como el pan y los peces:
En Talladega Nights, Ricky Bobby y su familia debaten a qué Jesús rezarle (“al bebé Jesús en un pañal de lana”, al “adulto”, al “ninja”, etc). Su esperanza es que Jesús les ayude a continuar con su estilo de vida extravagante.
South Park personificó a un Jesús débil, anfitrión de un programa de opinión en el que pelea con el diablo.
Family Guy creó a un Jesús que hacía trucos de magia para asombrar a una audiencia de gente mayor.
The Coobert Report puso un arma en la mano de Jesús para que defendiera a los conservadores de los liberales en la Guerra contra la Pascua.
Saturday Night Live dejó que Jesús castigara a Tim Teabow por usar el nombre de Dios en vano y terminó la cápsula declarando que los mormones tienen la razón.
Una escena inolvidable de la película que nadie recuerda, 21 Jump Street, da una posible explicación de por qué Jesús se ha convertido en un chiste.
Antes de que el personaje de Jonah Hill regrese a la preparatoria como policía encubierto, le reza a un pequeño y crucificado Jesús coreano. De rodillas dice: “Hey Jesús coreano, no sé si solo le sirves a los cristianos coreanos o si es que exististe, sin ofender. Solo estoy realmente confundido de regresar a la preparatoria. Fue tan difícil la primera vez … realmente no quiero echar a perder esto. Perdón por decir tantas groserías. ¿Fin? No se cómo terminar el rezo”.
Lo gracioso del momento solo tiene sentido en nuestra época. El personaje de Hill no es religioso, sino agnóstico, pero quiere que un poder espiritual lo guíe. Podemos reírnos de cómo el ser agnóstico y “ser espiritual pero no creyente”, lo hace inseguro de qué decir, cómo decirlo, y hasta cómo terminar.
También nos podemos reír de los rasgos étnicos del personaje religioso. Al preguntar si el Jesús coreano solo se preocupa de los problemas coreanos, Hill se burla del espectáculo mediático que sucedió en 2008, cuando al reverendo Jeremiah Wright predicaba que “Jesús era un hombre negro pobre” para expresar su apoyo a Barack Obama. ¿Qué tan bueno es un Dios que solo se preocupa por los que se parecen a él?
Los chistes de Jesús no solo revelan qué tan confusas son nuestras preferencias religiosas, raciales, económicas y políticas, también reflejan cuántas maneras hay para crear chistes. En esta intensa época, cuando las esperanzas políticas señalan a todos y las familias se pelean entre sí por culpa de las diferencias políticas y culturales, la risa puede ser una forma de expresión sin intentar acabar unos con otros.
(Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Edard J. Blum y a Paul Harvey).