(CNN) — El viernes por la mañana, una escuela primaria en Connecticut se convirtió en un infierno para los niños.
Era un lugar de inocencia, un refugio donde los pequeños aprendía, reían y jugaban. Ahora, es un sitio de conmoción y dolor, con una escena del crimen espeluznante.
El tiroteo en la primaria Sandy Hook sacudió al calmado Newtown y golpeó la noción de un lugar seguro para los estadounidenses.
Ocurrió poco después de que un hombre disparara a tres personas, dos de las cuales murieron, en un centro comercial lleno de compradores navideños en Oregon. Por tres días, ese lugar también se convirtió en una escena del crimen.
A principios de este verano, un cine en Colorado también fue marcado por la tragedia después de que un atacante mató a tiros a 12 personas en la proyección de la última película de Batman.
Otros incidentes recientes han sacudido a Estados Unidos, incluido el tiroteo en un centro comercial de Arizona durante un mitin con la legisladora Gabrielle Giffords.
No son lugares de oscuridad. La gente que acude ahí no espera que aflore lo peor de la humanidad.
“Realmente no hay lugar seguro. Eso solo está en nuestra imaginación”, dijo Daniela Schreier, una forense y psicóloga clínica de la Escuela Profesional de Psicología de Chicago. Y lo que es percibido como seguro parece estar reduciéndose luego de una serie de crímenes de alto perfil.
Lugares como la escuela en Newtown son parte de un mundo hipotético, explicó el psicólogo Robin Gurwitch, del Centro Médico de la Universidad de Duke. Son lugares donde la gente da por sentado la seguridad.
“Eventos como el tiroteo en la escuela de Connecticut rompe esa noción y nos deja tambaleando”, dijo Gurwitch. “Revolucionó lo que teníamos como un ideal”.
Incluso el presidente Barack Obama tuvo que secarse las lágrimas y pausar su discurso cuando habló de los “hermosos niños pequeños” asesinados este viernes.
“Nuestros corazones se rompieron hoy”, dijo.
“Hemos enfrentado demasiadas tragedias como esta en los últimos años y cada vez que me entero de la noticia, no reacciono como presidente, sino como cualquier otro lo haría, como padre”, dijo Obama. “Y eso es especialmente cierto hoy. Sé que no hay padre en Estados Unidos que no sienta el mismo dolor abrumador que yo”.
También habrá un sentimiento de ansiedad al enviar a sus hijos a la escuela este lunes.
Y no es que este tipo de violencia sea nueva.
En 1989, un vagabundo de 24 años armado con un AK-47 mató a cinco niños en el patio de una escuela primaria de California. En 1959, un convicto estalló una maleta con dinamita en el patio de un colegio en Houston; cinco personas fallecieron, incluidos tres niños.
Pero los tiroteos en las escuelas que han sido noticia en el último tiempo, a partir del caso Columbine de 1999, han ocurrido principalmente en preparatorias.
El hecho de que los disparos en Connecticut hayan sido contra niños tan pequeños hace que la tragedia sea mucho más difícil de entender, dijo Gurwitch.
“Comenzamos a pensar: ¿Aún es seguro salir?”, explicó Gurwitch.
Algunas personas lidian con ese pensamiento potencialmente debilitante a través de la negación: ese tipo de cosas solo sucede en Connecticut, Oregon o Colorado, pero nunca donde están.
“Debes decirte eso”, dijo Schreier. “De otra manera nunca saldrás a un centro comercial o a una escuela”.
Los detectores de metales en todas partes, desde aeropuertos hasta bibliotecas, ya son bastante intimidantes.
Por horrible que fue el tiroteo de Newtown, la realidad es que la mayoría de las escuelas en Estados Unidos aún están a salvo, dijo Howard Kassinove, director del Instituto para el Estudio y Tratamiento de la Ira y la Agresión.
Es solo que la percepción de la gente es más fácilmente influenciable en esta era de la información instantánea.
Kassinove lo comparó con una noticia sobre un ataque de tiburón.
“Lo que tienes es la noción de que una persona es mordida por un tiburón en Australia, y la noticia da la vuelta al mundo, y de repente, piensas que las mordeduras de tiburones son frecuentes”, dijo.
Casi al instante, el caso del tiroteo de este viernes se transmitió por televisión; imágenes de horror repetidas.
Por eso, tal vez, algunas personas se preocupan más, dijo Kassinove. Y se vuelven ansiosos.
“Lo único que podemos hacer es sentarnos con nuestros hijos y hablar al respecto, especialmente con los más pequeños”, dijo Schreier. Hablar sobre este nuevo mundo que vivimos.
Declan Procaccini, cuya hija asiste a la primaria Sandy Hook, hizo justo eso.
“Apenas hace una semana estábamos hablando de este tipo de situaciones y dije que las posibilidades de que esto ocurra son de una en un trillón en Sandy Hook”, dijo. “Estaba equivocado sobre eso”.
Dijo que ha estado haciendo todo lo posible para calmar a sus hijos.
“Es curioso, una bomba golpeó y hay una gran cantidad de humo todavía aquí”, dijo. “No he tenido tiempo suficiente para planear de verdad, pero espero tenerlo en el momento en que regresen a la escuela, tendré que hacer un buen trabajo para hacer que se sientan lo más cómodos (como pueda)”.
Sus hijos le habían preguntado cuándo podría volver a ocurrir. El juego, dijo, cambió desde ese momento.
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