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Por Stephan Haggard

Nota del editor: Stephan Haggard es profesor de la Escuela de Relaciones Internacionales y Estudios sobre el Pacífico de la Universidad de California en San Diego. Es uno de los autores de los libros Famine in North Korea, de 2008 y Witness to Transformation: Refugee Insights into North Korea, 2011. También edita un blog acerca de Corea del Norte junto con Marcus Noland.

(CNN) — Marzo trajo consigo una serie de lo que los eruditos llaman “provocaciones” de parte de Corea del Norte. Si inspeccionamos los hechos más de cerca, Pyongyang ha optado por la retórica en vez de las acciones militares reales.

Aunque es preocupante que Kim Jong Un insista en desarrollar su capacidad nuclear e incrementar su arsenal, las crecientes señales de determinación podrían indicar tanto nerviosismo como poder.

Entonces, ¿el régimen está en problemas?

El primer enfrentamiento ocurrió cuando el Consejo de Seguridad de la ONU debatió acerca de las nuevas sanciones que se impondrían a Corea del Norte por el lanzamiento de un satélite en diciembre, y su tercera prueba nuclear, en febrero.

El Comando Supremo del Ejército del Pueblo Coreano, el ministerio de Asuntos Exteriores y un órgano partidista que se encarga de las relaciones entre el norte y el sur, empezaron a emitir declaraciones en un esfuerzo por mermar las disposiciones del armisticio, como las líneas de comunicación militar y el destacamento de una misión del ejército norcoreano en Panmunjom.

Finalmente, Corea del Norte se retiró del armisticio, pero no es la primera vez que lo hace y no se sabe a ciencia cierta qué significan las declaraciones recientes. El armisticio no es un tratado de paz, sino un simple cese al fuego. El armisticio basa su estabilidad no en los compromisos verbales, sino en la capacidad disuasiva de ambas partes.

¿Algo cambia realmente a causa de este nuevo retiro? Parece que no.

La decisión que tomó de rechazar algunos acuerdos que hizo con el Sur, como el acuerdo para la desnuclearización de la península, fue igualmente desafortunada. Sin embargo, la insistencia de Pyongyang en desarrollar armas nucleares ha dejado inoperante este y otros acuerdos.

La actitud presuntuosa de Corea del Norte ha tenido un escaso efecto en el debate que se desarrolla en la ONU. Y ha sido contraproducente. Aunque la resolución se presentó como el resultado de las maquinaciones de Estados Unidos y Corea del Sur, China también firmó y se aprobó de forma unánime.

Esta medida abre la posibilidad de aplicar sanciones económicas más estrictas, como la posible cooperación de Beijing al aplicar restricciones en los intercambios comerciales con ese país.

La siguiente ronda de declaraciones se dio cuando Corea del Norte, Estados Unidos y Corea del Sur entraron en un ciclo anual de ejercicios militares.

Estos periodos siempre son tensos, ya que Pyongyang afirma que los ejercicios de rutina son una provocación.

Conforme el país se moviliza efectivamente, la prensa norcoreana se llena con imágenes de Kim Jong Un dirigiendo los ejercicios de las tropas; se comenta que algunas de las imágenes se manipularon con photoshop para incrementar su efecto.

Como resultado de esos ejercicios, podríamos estar en presencia de lo que en un trabajo se conoce como “ascender en la jerarquía”.

Sin embargo, posiblemente, Corea del Norte cometió un gran error al afirmar que podría efectuar un ataque nuclear preventivo. Anunciar esa intención es peligroso porque hasta el más mínimo movimiento táctico puede malinterpretarse. No es necesario decir que esas declaraciones deben tomarse seriamente y tal vez Estados Unidos y Corea del Sur exageraron en su reacción ante tal despliegue público de poder.

Vale la pena poner atención a la importante iniciativa de defensa con nuevos misiles balísticos, los recorridos de entrenamiento con bombarderos B52 y B2, y a la actualización del Plan Combinado de Reacción a la Provocación Estados Unidos-Corea del Sur, que tiene implicaciones nucleares.

En los últimos días, Estados Unidos volvió a hacer público su despliegue de aviones de combate hacia la península.

Aquí está en juego una fuerza mayor que probablemente se centra en las enigmáticas políticas internas de Corea del Norte. De ninguna manera se puede asegurar que Kim Jong Un ha consolidado completamente su autoridad. Al intensificar el discurso y a la vez contener las acciones militares actuales, el régimen puede contar con que Estados Unidos y Corea del Sur tampoco darán el primer paso.

El resultado es que los ejercicios y las amenazas de represalias de parte de Corea del Norte han logrado diferir los ataques, aunque no eran inminentes. Los representantes norcoreanos puede clamar una especie de victoria sobre las amenazas estadounidenses en sus dos grandes reuniones políticas de esta semana, que hacen pensar que la retórica estaba motivada por la política interna.

Los programas nucleares y de misiles de Corea del Norte constituyen problemas que los cinco actores de la región —China, Japón, Corea del Sur, Rusia y Estados Unidos— tienen que resolver a través de la concertación.

Sin embargo, un discurso violento, sin importar lo desconcertante que sea, no es lo mismo que la intención de atacar. El curso de acción apropiado es mantener con calma nuestra disuasión y no reaccionar a las exageraciones. Con suerte, la dirigencia se alejará de las posturas nucleares y se inclinará hacia las reformas económicas, que es lo que realmente necesita el pueblo norcoreano.

Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Stephan Haggard.