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(CNN) — De todos los maratones de Boston en los que ha participado - al menos media docena- Stephen Segatore pensó que este sería muy fácil.

El clima estaba frío, así que los corredores probablemente no estarían en riesgo de golpe de calor o deshidratación. Tal vez ayudaría a las personas con calambres musculares o torceduras de tobillo, pero no mucho más que eso.

Segatore, un enfermero con 18 años de experiencia comenzó el lunes con los atletas de élite en la carpa médica B hacia la salida de la carrera. Una vez que los corredores estaban en camino, se trasladó a una tienda de campaña en la línea de meta. Estaba hablando con un grupo de médicos y enfermeras cuando escucharon la primera explosión provocada por un ataque terrorista con bombas en la Maratón de Boston.

Inmediatamente un equipo destinado a atender a los adoloridos y exhausto se convirtió en un equipo de trauma. El primer paso: los que no tenían experiencia con trauma se hicieron a un lado. Aquellos con experiencia continuaron en dirección al ruido.

Segatore, que trabaja en la unidad de cuidados intensivos en el Centro Médico Tufts, tenía experiencia.

“Salí corriendo y vi a personas que habían perdido las piernas y parte de su rostro y parte de su abdomen”, dijo la noche de este lunes. “Mi entrenamiento me preparó para lo que debía hacer, pero nada puede realmente prepararte para lo que se ve”.

Las explosiones dejaron tres muertos y más de 170 heridos, de acuerdo al último reporte.

Segatore fue uno de las decenas de médicos y enfermeras que se ofrecieron para apoyar en el maratón de Boston. Ellos trabajaron con rapidez para detener el sangrado y comenzar los primeros auxilios para que los pacientes pudieran entrar en ambulancias y salas de emergencia. Trataron a decenas de pacientes sin suministros adecuados para atender traumas severos, tales como vendajes y medicamentos para el dolor.

“Nadie espera trabajar en el maratón de Boston y que termine en un ataque terrorista”, dijo.

Uno de sus primeros pacientes era una mujer joven - él piensa que tal vez tenía 20 o 22 años - cuyo abdomen estaba rasgado. Su pierna izquierda estaba rota, mirando hacia el lado equivocado y sin respirar. Él y sus colegas realizaron ejercicios de resucitación cardiovascular y siguió comprobando el pulso, pero no había ninguna respuesta. Se detuvieron cuando se dieron cuenta de que era inútil.

La mujer se convirtió en la primera víctima en su morgue improvisada.

Segatore y otros revisaron sus bolsillos en busca de una billetera, una identificación, un teléfono celular, cualquier cosa que les ayudara a encontrar los nombres de sus padres. No había nada.

“Todavía no sé quién era”, dijo. “Ella tenía el pelo rubio, ojos azules, la típica mujer estadounidense. Probablemente era una estudiante en algún lugar de Boston”.

“He visto a gente morir por todo el mundo, pero nunca he estado tan molesto o enojado en mi carrera”, dijo Segatore. “Este es el maratón de Boston. La gente viene de todas partes del mundo y, de repente, ese mundo explotó sobre ellos”.

Segatore trabajó en la tienda de campaña A con Jim Asaiante, un enfermero que trabaja en la sala de urgencias del UMass Memorial Medical Center en Worcester. Asaiante no huyó después de la explosión. Él tiene mucha experiencia en trauma, como veterano de la guerra de Iraq, y también conocía de explosiones.

“Escuché la primera detonación, y supe que no sería la única. Ese tipo de personas siempre colocan de dos a tres”, dijo Asaiante, un capitán del Ejército que hizo una gira de 18 meses en Iraq en 2006 y 2007.

De repente, ambos enfermeros se encontraron en un campo de batalla, con sangre y escombros por todas partes.

“Para mí, era como volver a estar en Iraq en el período 2006-2007”, dijo Asaiante.

Otra víctima fue llevada a la tienda, un hombre con las pantorrillas y los pies quemados y las rodillas sangrando. Asaiante hizo un torniquete sobre él, y le puso una intravenosa y en 15 minutos el hombre - que estaba gritando de dolor - estaba en una ambulancia.

Después de la segunda explosión, Asaiante salió corriendo de la tienda.

“Había mucha sangre, restos de vidrio. Fue un caos”, dijo. “Las lesiones son muy similares a Iraq”.

A pesar del caos, dijo que el trabajo de los médicos, enfermeras y técnicos de emergencias médicas fue “impecable”.

“Lo más sorprendente fue cómo todo el mundo trabajó en conjunto - que ni siquiera habían intercambiado una palabra entre sí”, dijo. “En veinte años de experiencia, ésta fueron las más sorprendentes dos horas de enfermería en mi vida”.