Un aficionado sujeta una banana en señal ofensiva contra Didier Drogba un jugador nativo de Costa de Marfil.

Por Harry Reekie

(CNN) — Ver a docenas de aficionados locos mientras intentan incendiar un estadio te hace cuestionar tu amor por el futbol.

Estaba en la grada del Partizan Belgrade en la capital de Serbia, donde una estrecha victoria sobre el Red Star, los rivales de la ciudad, dejó a los locales viendo cómo el equipo se llevaba el título. Fue la atmósfera deportiva más intensa e intimidante que he experimentado, con odio apasionado en todas direcciones.

Habíamos viajado a Serbia para filmar parte del documental World Sport presents: Racism in Football (World Sport presenta: Racismo en el futbol); un proyecto que de alguna forma ha ocupado mi vida en meses recientes.

Algunas partes del este de Europa tiene la reputación, con razón o sin razón, de albergar racismo; supuestamente un vivero para los grupos de derecha.

Cuando le mencioné a un amigo la necesidad de verlo por mí mismo, alegremente sugirió ir al Eternal Derby como lo llaman en Belgrado. “Deberías ir y ver al Partizan contra el Red Star, es el partido más peligroso en Europa”.

Resulta que, no estaba muy equivocado. Casi todos los aspectos negativos que la humanidad puede ofrecer fueron visibles esa noche. Odio, intimidación, violencia, abuso físico y verbal, incendios provocados. Fue una mezcla de los peores rasgos de la sociedad. En un punto, la policía tuvo que parar una pelea masiva entre tres secciones de los propios aficionados del Partizan.

Ni siquiera eran aficionados rivales (estaban en el mismo equipo) y parecía como si se intentaran asesinar. Al final del partido, fueron los aficionados del Red Star los que comenzaron los incendios.

Sorprendido, acudí con un policía. “No te preocupes”, me sonrió. “Siempre intentan quemar el estadio cuando pierden”.

Pero incluso en un ambiente tan extremo, una cosa que no encontramos en Belgrado fue racismo. Seré honesto, como productor que hace un documental de “racismo en el futbol”, si existiera, quisiera capturarlo en video.

El partido era en un país en el que el racismo fue castigado y aún permanece en el pasado. Se trataba de un derby local apasionado como puedes imaginarte y el equipo visitante tenía a dos jugadores negros en un país en donde son una gran minoría y por lo tanto un blanco fácil para los aficionados ignorantes. Pero ni un incidente fue visible hasta donde nuestro equipo de tres personas pudo observar.

Lo que llamó mi atención en ese ambiente lleno de odio fue cómo el racismo y la discriminación van más allá de cualquier otro tabú.

Era socialmente aceptable para esos aficionados ser violentos; nadie fue arrestado cuando comenzaron los incendios, nadie fue expulsado cuando la policía entró. Pero el racismo va mucho más allá de eso y lo que es agradable es que las autoridades del futbol han comenzado a reconocerlo.

Durante años, el público en general en Gran Bretaña, de donde soy, se burlaba de las multas insignificantes por racismo entregadas como castigo por parte del organismo del futbol europeo, la UEFA.

Hasta hace poco, la FIFA hizo un poco más para tomar una postura como gobernante del juego mundial. Y aunque me identifico con ese desprecio a través de la mirada británica, creo que es justo decir que los niveles de sanciones entregadas por parte de las autoridades en el pasado, no han estado exentas de escándalos.

El ejemplo del jugador danés Nicklas Bendter que fue multado casi tres veces más por mostrar ropa interior con una marca comercial en comparación con la multa que se le dio a la Asociación de Futbol en Rusia por sus fanáticos en la Eurocopa 2012 es un ejemplo destacado y frecuente.

El evento que cambió todo, o al menos provocó un ímpetu genuino, fue cuando Kevin-Prince Boateng salió de la cancha cuando jugaba en contra del Pro Patria en enero.

En los términos más sencillos, la protesta pública y la cobertura de los medios que provocó esa situación dejó a la FIFA sin nadie a quien acudir. El organismo del futbol mundial había estado en contra de esto desde que el presidente Joseph Blatter dijo a mi colega Pedro Pinto que todo el racismo debería resolverse con un apretón de manos, a pesar de su insistencia de que esos comentarios fueron malentendidos.

La decisión de Boateng de salir de la cancha cuando se enfrentó con cánticos de mono por parte de los espectadores finalmente provocó que Blatter estableciera un grupo de trabajo antidiscriminación, dirigido por el impresionante Jeffey Webb y las recomendaciones subsecuentemente sugeridas fueron aceptadas por una mayoría abrumadora en el reciente Congreso de la FIFA en Mauricio.

A menudo la FIFA ha sido acusada de tener una actitud “soñadora” en torno al racismo en el futbol. “A la FIFA no le importa”, dice a menudo la gente. Bueno, déjame asegurarte que a Webb ciertamente le importa.

Es un hombre inteligente y agradable que tiene cierta seguridad. Entiende las enormes complejidades del tema y se apasiona por tomar una postura en contra del racismo. Tengo más confianza en que el futbol lentamente comenzará a combatir este problema bajo su liderazgo.

Boateng es otro individuo impresionante. El día después de que salió de la cancha en el partido contra el Pro Patria, la estrella del AC Milan habló con CNN sobre lo que ocurrió. Muy pocos futbolistas habrían tenido la valentía de hacer eso. Subsecuentemente, también me reuní con él dos veces.

Es maravillosamente elocuente, un gran embajador contra el racismo y una especie de héroe, un papel con el que dice sentirse cómodo. Sinceramente espero que su involucramiento continúe en los próximos meses y años, ya que evidentemente es claro que personas como Webb en realidad escuchan lo que Boateng tiene que decir.

Los primeros pasos para expulsar al racismo

¿Pero en realidad qué lograrán las sanciones impuestas por la FIFA en Mauricio? Incluso mientras estaba en el salón de congresos, me preguntaba lo mismo.

Para comenzar a responder, es importante intentar contextualizar el problema, entender las complejidades abrumadoras del racismo en general. Es un tema que he vivido en los últimos cuatro meses, y mientras más leo, más preguntas me hago; la extensión de la historia social y de la geografía involucrada se vuelven más aparentemente desalentadoras.

Mientras planeo qué poner en el documental, un colega cercano sugirió cuán fascinante y relevante sería la política del futbol sudafricano.

Otro preguntó cómo iba a poner las tensiones e historia que rodean al futbol en Medio Oriente, al utilizar el Campeonato Europeo Sub-21 en Israel como pretexto. Las posibilidades son infinitas. Y una tarea inútil espera a todos los que intentan cubrir el tema comprensivamente.

El método que utilizo para intentar separar los temas en mi propia cabeza es filtrar todo en “acciones” y “actitudes”.

Por “acción”, me refiero al aspecto específico de intentar combatir el racismo en el futbol.

Sin duda, esto es algo que necesitaba ser evaluado por las autoridades quienes en su mayoría han ignorado la situación.

La creación de un grupo de trabajo fue un avance positivo y a través de las sanciones impuestas en Mauricio, todas las asociaciones nacionales en el futbol mundial bajo el estandarte de la FIFA (209 para ser exactos), más que las naciones miembro de la ONU, tienen un sistema en el cual basar sus castigos.

Un incidente de abuso racista por parte de un jugador automáticamente tendrá una suspensión de cinco partidos, sin importar si sucede en Washington, Varsovia o Wellington.

La UEFA y el futbol europeo abogaron por una suspensión mínima de 10 partidos en su congreso reciente en Londres, y por definición, sugirieron que la regla de cinco partidos de la FIFA no era lo suficientemente estricta.

Blatter criticó públicamente la multa de 65,000 dólares entregada al Roma por parte del organismo de la Serie A, la Lega Calcio, después de que los aficionados del club abusaran racialmente de Balotelli en mayo, y escribió al presidente de la asociación para que fuera reconsiderada. Hasta hace poco, eso simplemente no hubiera ocurrido.

Balotelli nos dijo en nuestra entrevista exclusiva que se saldría de la cancha la próxima vez que fuera abusado racialmente. La historia que publicamos fue recogida por los medios en más de 70 países.

Y todo eso vino después de que nos dijera que no quería hablar sobre el racismo. Las travesuras de Balotelli a menudo lo decepcionan. Pero tiene la valentía de enfrentarse a los racistas dentro y fuera de la cancha, y por eso, merece mis elogios. Mientras más hablan las estrellas de alto perfil, mejor.

El aumento de la exposición va de la mano con una explosión de cobertura a través de redes sociales y organizaciones de medios más pequeñas.

Si el abuso racial ocurre en cualquier lado, en estadios, en el bar antes del partido, en la calle (en cualquier lugar), hoy en día probablemente alguien lo grabará y lo publicará en línea. No deberíamos subestimar cuán disuasivo es eso.

A todo esto se suma a una creciente posibilidad de que los racistas sean atrapados, reportados y castigados. Los clubes ahora podrían enfrentar una deducción de puntos o el descenso de categoría si sus aficionados o jugadores son encontrados culpables de segundos delitos.

Una cuestión de “actitudes”

Algunos aficionados pueden ser apasionados hasta el punto de ser fanáticos, pero raramente son completamente estúpidos. Si las personas que disuaden son puestas en su lugar; y, crucialmente, son castigados por asociaciones nacionales; entonces no tengo duda de que el número de incidentes racistas comenzarán a reducirse lentamente en los próximos años.

Si se continúa con esta línea, entonces los aficionados rápidamente estarán conscientes de que el abuso desde las gradas directamente afectarán las posibilidades del equipo para ser exitosos en la liga, ganar trofeos o calificar para competencias importantes, y eso es lo que realmente les importa.

Veremos cuando ocurra el próximo incidente si la FIFA y la UEFA defienden su mantra de “cero tolerancia” y demandan que una asociación nacional siga con los castigos escritos en el reglamento mundial de la FIFA.

Pero el aspecto clave para mí en todo este asunto del racismo es el de las “actitudes”. El racismo se extiende en todo el mundo; está profundamente arraigado en el sistema de casi todas las sociedades en el planeta.

Sin duda cualquier forma concebible es un tema más complejo e importante que va más allá del deporte.

Y aunque el futbol puede ser un ejemplo para el mundo como ningún otro pasatiempo, cualquier sugerencia que pueda provocar un cambio tangible en las actitudes no es realista.

Pudo haber racismo que no escuché en Belgrado esa noche. Al final, ¿qué importa? ¿qué prueba eso? ¿Si hubiera escuchado un comentario racista, eso hace a Serbia un país racista? Por supuesto que no. ¿No escuchar racismo sugiere que ni una sola persona en ese estadio tenía creencias ofensivas?

Hablamos sobre una cuestión que trasciende completamente al futbol y deberíamos ser conscientes de no combinarlas. Quizá, algún día, la sociedad en todos los países puede comenzar a entender que no es aceptable expresar los puntos de vista racistas, pero cambiar las creencias y opiniones de las personas solo puede lograrse a través de la educación e integración social progresiva a través de las generaciones.

Cuando nos sentamos con Boateng en la ONU, dijo algo que se quedó en mi mente.

“Tengo un hijo pequeño y quiero cuidarlo de las cosas porque quiero que crezca en un lugar agradable y no un lugar en el que tenga que enfrentarse al racismo”.

Es una ambición noble, pero una que podría tardar siglos en realizarse.