Por Paul Gittings
(CNN) — Le costó al periódico unos un millón 600.000 dólares en procesos legales.
Fue sujeto a difamación de fanáticos y funcionarios del ciclismo, sin mencionar al hombre que se volvió un ícono global del deporte.
Pero David Walsh no dudó ni una vez de su misión de revelar la verdad sobre Lance Armstrong y sus mentiras de dopaje; a pesar de los obstáculos que se interpusieron en su camino.
“Las personas encuentran esto extraño, pero para mí era el momento de mi vida”, dijo Walsh a la serie Changing Gear de CNN en una entrevista previa al comienzo del Tour de France.
“Lo amé, pensé que esto era periodismo, de lo que se trataba nuestro juego; plantear preguntas que las personas no querían responder, en realidad era para mí el alma del periodismo en aquel tiempo”, dijo.
El premiado periodista del Sunday Times pasó 13 largos y a veces solitarios años en la persecución de Armstrong.
Etiquetado como un “pequeño troll” por el estadounidense, Walsh finalmente fue reivindicado cuando el ciclista confesó a principios de este año haberse dopado.
Fue el mejor momento de Walsh e incluso se ganó una disculpa de Armstrong en el transcurso de la entrevista televisada del ciclista texano con Oprah Winfrey a principios de este año.
Nada de júbilo
Pero el irlandés de 58 años no sintió ninguna alegría, solo la satisfacción de un trabajo bien hecho.
“Para mí, no hubo una conclusión emocionante o interesante, como sí fue la persecución”, dijo Walsh.
“Utilicé la expresión de que la cacería era mejor que matar, y así fue. Me encantó obtener nueva información sobre Armstrong”.
En 1999, cuando el mundo era esclavo del sobreviviente de cáncer en el destacable regreso de Armstrong para ganar el Tour de France ese año, Walsh quedó escéptico inmediatamente.
“Era perfectamente obvio para cualquiera con medio cerebro que Armstrong hacía trampa.
“Nos dijeron que este era un Tour limpio, pero era el más rápido en la historia; ¡completamente ilógico!”, dijo Walsh.
La opinión de Armstrong sobre el corredor francés Cristophe Bassons, quien fue conocido por su postura antidopaje, solo sirvió para aumentar las sospechas de Walsh.
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Tácticas de bullying
“Quiero decir, Armstrong lo molestó junto a la mayoría de su pelotón y pensé: ‘si eres antidopaje, no es así como tratarías a alguien que corre limpiamente’”.
Fue el comienzo de una cruzada para descubrir la verdad, aunque al principio nadie quería escuchar.
Después del Tour de France de 1998, deteriorado por el dopaje, con equipos policiales que incursionaban para encontrar productos ilegales, el ciclismo estaba desesperado por una buena noticia y estaba preparado, en palabras de Walsh, para “suspender la incredulidad”.
“Un chico estadounidense que viene de Texas, de una familia con una madre soltera, superó un cáncer que amenazaba su vida y está a la cabeza. Es una historia que podría levantar al Tour de France de nuevo y los organizadores de la carrera adoptaron eso”, explicó Walsh.
Mientras la racha de victorias de Armstrong continuó hasta ganar eventualmente un total de siete títulos consecutivos, sin precedentes en el Tour, también creció la telaraña de mentiras del estadounidense desde el punto de vista de Walsh, quien afirma que otros fueron cómplices en este encubrimiento.
Walsh estaba determinado a publicar su versión de las cosas y cuando LA (Lance Armstrong) Confidential llegó a las librerías en 2004 y una historia basada en este fue publicada en el Sunday Times, las demandas por difamación y las amenazas se intensificaron.
Señalado por Armstrong
Cuando Walsh estuvo en una conferencia de prensa explosiva en el Tour a finales de ese año, Armstrong lo señaló tras ser cuestionado inevitablemente sobre el libro, según recuerda el periodista.
“Armstrong dijo: ‘Bueno, como el estimado autor está aquí, responderé esto. ‘Acusaciones extraordinarias deben ser seguidas de mi prueba extraordinaria’. Todos creían que sabía hacer buenas bromas en una sola oración”, relató.
Walsh había basado su libro en entrevistas con Betsy Andreu, la esposa del ciclista Frankie Andreu, un excompañero de Armstrong; Emma O’Reilly, quien había sido masajista personal del ciclista; y un excompañero de la década de 1990, Steven Swart.
Cuando los detalles del dopaje sistemático realizado por Armstrong y su equipo finalmente surgieron en un informe de la Agencia Antidopaje de Estados Unidos (USADA, por sus siglas en inglés) en 2012, se reivindicó la postura de los denunciantes como Walsh y su coautor francés, Pierre Ballester.
Pero en 2004, con Armstrong en la cima de su fama, fue inevitable que el texano desafiara esas revelaciones para proteger su reputación.
Demanda por difamación
El Sunday Times apoyó a su periodista y su historia, pero cuando inició la demanda por difamación en las cortes británicas por el litigio iniciado por Armstrong, sabían que el resultado probablemente sería a favor del estadounidense.
Walsh reconoció la seriedad de la situación, pero admitió que su juicio se nubló.
“Decía, ‘no me importa, solo quiero sacar esto’. Y para ser honesto no veía razón. Era una pesadilla desde el punto de vista del departamento legal y estaban en lo correcto.
“Le costó al Sunday Times un millón de libras, pero el periódico me apoyaba tremendamente al igual que mi editor de deportes”, añadió Walsh, refiriéndose al acuerdo fuera de la corte que el diario alcanzó con Armstrong en 2006.
Para ese entonces el texano se retiró del deporte por primera vez, aunque los rumores no desaparecieron.
Responsabilidad final
Walsh cree que el organismo del ciclismo (la Unión Ciclista Internacional, UCI), tiene una gran responsabilidad por no limpiar su propio deporte ante la abrumadora evidencia de dopaje, no solo por parte de Armstrong, sino también de otros ciclistas líderes.
Por eso critica fuertemente a los últimos directores de la UCI, a Hein Vergruggen, quien renunció en 2005 para ser reemplazado por Pat McQuaid.
“Fueron las personas cuya responsabilidad final era asegurar que los ciclistas que corrieran limpios estuvieran protegidos. No hicieron su trabajo”, dijo Walsh.
“McQuaid dijo que estaba en contra del dopaje, pero no quería descifrar la verdad sobre Lance Armstrong. Básicamente quería, esconderlo bajo la alfombra y, en mi opinión, su organización ahora no tiene credibilidad mientras él sea el presidente.
El compatriota irlandés de Walsh, McQuaid, tiene una perspectiva diferente.
“La retrospección es una ciencia exacta y la retrospección es una visión 20/20”, dijo McQuaid a CNN como parte de la serie Changing Gear. “Por supuesto harías las cosas diferente pero eso no significa que me arrepienta de algo que haya hecho.
“Muchas federaciones en todo el mundo me dijeron que bajo ninguna circunstancia debería contemplar la renuncia”, añadió desafiante.
El puesto de McQuaid como titular de la UCI enfrenta la oposición de Brian Cookson, de la Federación Británica de Ciclismo, y Walsh, aunque no respalda específicamente a algún candidato, está convencido de que se necesita urgentemente un cambio.
“He dicho esto desde que se desarrolló toda la controversia; las personas que estuvieron a cargo en este fiasco, no deberían estar allí.
“Si el ciclismo pudiera encontrar a un candidato creíble dentro de sus propias filas para asumir el problema a partir de Pat, inmediatamente cambiaría la percepción de la UCI y las personas dirían ‘hay que darle una oportunidad al chico nuevo.
“Y permitir que nos tranquilice al decir que el antidopaje realmente va a ser la prioridad en la agenda”, asegura.
Cabecilla
Armstrong salió del retiro en 2009 para competir para el equipo Astana y terminó en tercer lugar en el Tour de France de ese año. Compitió dos años más con el Equipo RadioShack con menos éxito antes de retirarse a principios de 2011.
Para ese entonces era sujeto de una investigación federal estadounidense sobre acusaciones de dopaje y más excompañeros, principalmente Tyler Hamilton y Floyd Landis, se presentaron para implicar al texano como cabecilla.
De nuevo, Walsh se había adelantado, al publicar From Lance to Landis: Inside the American Doping Controversy at the Tour de France (De Lance a Landis: dentro de la controversia estadounidense de dopaje en el Tour de France) en 2007.
El caso federal en contra de Armstrong eventualmente fue abandonado, pero la Agencia Antidopaje de Estados Unidos persistió con sus investigaciones.
Interrogando a sus excompañeros y otras conexiones cercanas, la USADA formalmente acusó a Armstrong en junio de 2012 por utilizar sustancias ilícitas que mejoraban el rendimiento en “el programa más sofisticado, profesionalizado y exitoso de dopaje que el deporte haya visto”.
Walsh, quien ganó una serie de premios, finalmente fue reivindicado como cuenta en su libro Seven Deadly Sins: My Pursuit of Lance Armstrong (Siete pecados capitales: Mi persecución de Lance Armstrong).
Una nueva era
Por primera vez desde 2004, Walsh cubrirá el Tour de France después de que el equipo Team Sky Cycling de Gran Bretaña, quien ganó el Tour el año pasado con Bradley Wiggins, le diera al periodista un acceso exclusivo para la carrera de 2013.
“Realmente lo espero, porque siento que ya se lidió con la era Armstrong y podemos comenzar de nuevo”, dijo el irlandés.
“Podemos comenzar tentativamente a creer en algo de lo que vemos, y por eso regresé”, agregó.
No es que Walsh crea que la cultura de dopaje en el ciclismo fue completamente erradicada y señala la carrera del año pasado en la que Frank Schleck de Luxemburgo fue víctima de las pruebas.
“La única certeza es que Frank Schleck no era el único hombre que se dopó en el Tour de France del año pasado”, dijo Walsh. “Eso es absolutamente cierto.
“Nadie en su sano juicio creería que las personas que son atrapadas son las únicas que se dopan”, dijo.
Walsh pasó cuatro semanas en total con el Team Sky mientras se preparaban para el Tour de este año, en el que Chris Froome, segundo el año pasado después de Wiggins, es el favorito.
El periodista tuvo que enfrentar algunas críticas en Twitter que decían que se volvió un “agente de relaciones públicas para Sky”, pero Walsh permanece imperturbable.
“Dicen que están limpios. No vi nada que me hiciera sospechar que mentían cuando dijeron que estaban limpios, aunque eso no significa que las cosas no podrían ocurrir a mis espaldas.
“La conclusión a la que llegué después del tiempo que pasé con ellos es que ciertamente no tienen un programa organizado de dopaje dentro del equipo”, finalizó.