Una semana laboral de 4 días podría generar que debas trabajar desde casa.

Por Peggy Drexler

Nota del editor: Peggy Drexler es autora del libro “Our Fathers, Ourselves: Daughters, Fathers and the Changing American Family” y del libro “rainsing Boys without Men”. Es profesor asistente de psicología en el Weil Medical College de la Universidad de Cornell y ex académico sobre género en la Universidad de Stanford. Síguela en Facebook y en Twitter @drpeggydrexler

(CNN) — Gina, la propietaria de una activa empresa de diseño gráfico empezó a otorgarse a ella y a sus empleados semanas de trabajo de cuatro días después de someterse a una cirugía de rodilla y tener dificultad para caminar. La intención es que fuera temporal y Gina solo hizo el cambio porque se sentía culpable de quedarse en casa, mientras otros trabajaban. Sin embargo, pronto se dio cuenta que la semana más corta era menos problema y un beneficio sorpresa.

De lunes a jueves, sus empleados llegaban a tiempo a hacer su trabajo y parecían estar verdaderamente emocionados de estar ahí. La productividad aumentó de manera dramática. La gente seguía divirtiéndose e incluso las pláticas de oficina parecían más eficientes. Y cuando estaban en su trabajo, trabajaban.

“Usaban el día libre extra para pasar tiempo con sus familias, realizar tareas pendientes y hacer viajes de fines de semana largos, pero también para hacer citas que de otra manera hubieran tomado una tarde para atender”, dijo Gina. La gente acabó tomando menos días de vacaciones y y los días de incapacidad desaparecieron casi por completo.

La noción de una semana laboral de cuatro días fue introducida en la década de 1950 por el líder sindical estadounidense Walter Reuther, pero los trabajadores, o más específicamente los jefes, no la han adoptado plenamente.

En la mayoría de los casos, la semana laboral estadounidense está en su nivel de mayor saturación: casi 86% de los hombres estadounidenses y 67% de las mujeres trabajan más de 40 horas en una semana, determinada en función de la productividad, la necesidad financiera y, de acuerdo con al menos un estudio, la felicidad.

En su libro White Coller Sweatshop, la autora Jill Andresky Fraser escribe sobre la cultura de los trabajadores estadounidenses que están de turno 24 horas al día, siete días a la semana, aún cuando los salarios y las prestaciones han disminuido. Eso se debe a que, a pesar de la evidencia, estamos programados para creer que trabajar más tiempo y más intensamente conlleva un mayor logro. Pero ¿qué pasa si trabajar menos es la clave real del éxito?

A principios de este año, cuando la ejecutiva Nicola Mendelsohn de Facebook fue contratada como vicepresidente de la compañía, presuntamente negoció una semana laboral de cuatro días para que pudiera pasar más tiempo con su familia. Se habló mucho del rumor, que Facebook ni confirmó, ni negó, a pesar del hecho de que muchas madres trabajadoras a lo largo del país negocian semanas laborales de cuatro días de manera rutinaria y cada vez más frecuentemente. De hecho, 44% de las mujeres doctoras ahora trabajan cuatro o menos días a la semana, lo que representa un aumento en comparación con el 29% en 2005.

Aún así, el imperativo de cuatro días de Mendelsohn generó un gran debate: los críticos consideraron que esto era privilegiado e injusto, mientras que las madres trabajadoras lo consideraron una victoria nombrándola el ejemplo a seguir en el tema de balance entre trabajo y vida.

Muchos han argumentado a favor de la semana laboral de cuatro días u horas flexibles, en general, como una manera de retener a mujeres trabajadoras con talento que de otra manera podrían renunciar por completo para poder tener hijos.

Pero una semana laboral de cuatro días no solo es benéfica para las madres (y sí que es beneficiosa). Cuando el estado de Utah introdujo semanas laborales de cuatro días para muchos de sus empleados estatales en 2008, impulsó la productividad y la satisfacción de los empleados. Regresaron a semanas de cinco días solo tres años después debido a que los residentes se quejaron por no tener acceso a los servicios los viernes.

En una página editorial del 2012 de The New York Times Jason Fried, CEO, de una empresa de software, reportó que la semana laboral de cuatro días de 32 horas que su compañía estableció de mayo a octubre había derivado en un incremento de la productividad. “Se hace un mejor trabajo en cuatro días que en cinco”, escribió. Esto tiene sentido: cuando hay menos tiempo para trabajar, hay menos tiempo para perder. Y cuando se comprime la semana laboral, uno tiende a enfocarse en lo que es más importante (al igual que el sueño, el trabajo de calidad sucede cuando no hay interrupciones).

Fried también reportó que la semana laboral de cuatro días facilitaba reclutar a nuevos talentos y a retener miembros valiosos del personal, tanto hombres como mujeres.

Hay una salvedad. Aunque no es probable que afecte a los jefes como Mendelsohn, la semana laboral de cuatro días tiende a funcionar mejor cuando está involucrada toda la oficina. Una razón por la que los empleados pueden sentirse renuentes a adoptar una semana laboral de cuatro días es por el miedo de perderse el acceso al jefe o al flujo de ideas e información.

Diez semanas después de que su nació primera hija, Mary, una abogada ambientalista de Denver regresó a trabajar aceptando la oferta de su empresa de que trabajara cuatro días a la semana, mientras que todos los demás trabajaban cinco. Un mes después, Mary se encontraba exhausta, constantemente molesta y con un una tos persistente.

“Estaba feliz cuando querían retenerme siendo flexibles”, dijo. “Pero siempre sentí que las decisiones más importantes se tomaban cuando estaba en casa relevando a la niñera”.

En lugar de proporcionarle algún alivio, las horas flexibles que eran de Mary y solo de ella, hacían que estuviera mucho más ansiosa.

“Me convencí de que una vez fuera de la vista de los jefes, estaba fuera de su mente”. El hecho de que todos tengan el mismo horario ayuda a reducir ese miedo.

También existe un simple tema económico en la semana de cuatro días, como se vio en Utah. Cuando las luces están prendidas cuatro días en lugar de cinco y los empleados necesitan transportarse dos veces menos, los costos bajan.

Por todas estas razones, muchos patrones que adoptan la semana laboral de cuatro días nunca regresan. Tres años más tarde, la rodilla de Gina está curada pero la semana laboral de cuatro días permanece. Su empresa ha crecido en un 20%.

¿Fue el cambio de horario? “Estoy segura de que no podemos atribuirle el crecimiento exclusivamente a eso”, dijo Gina. “Pero sí jugó un papel muy importante. Ahora bromeo sobre el hecho de que lastimarme la rodilla fue la mejor decisión laboral que tomado”.

Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Peggy Drexler.