Por Diego Laje, CNN

Katmandú, Nepal (CNN) – Hace 31 años los hombres que me servían té en una coqueta casa de la capital nepalesa sufrían el clima antártico y a un enemigo implacable en el Atlántico Sur.

“De pronto, nos encontramos en la parte más fría del país, con ropa y equipo que no eran apropiados para ese clima”, comentó Chandra Kumar Pradhan, mientras recordaba su servicio al ejército británico en la guerra de Malvinas en 1982.

“Caminabas con toda la carga y el equipo durante seis o siete horas, sudando como pollos; de repente, te detenías, y en cuanto te detenías comenzabas a cavar y a sudar más, y luego… te congelabas, porque el viento congelaba el sudor, fue horrible”.

A pesar de que el Séptimo Regimiento Gurkha fue parte de la fuerza enviada a enfrentar a los argentinos en las Malvinas, recibió limitada atención de la prensa.

Un conflicto sangriento.

Esto puede ser porque nunca llegaron a disparar sus fusiles, aunque sintieron la fiereza de las bombas argentinas. Durante los 74 días de hostilidades, la metralla les dejó más de una docena de heridos.

Al final del conflicto, Argentina tuvo un saldo de 645 muertos, mientras las pérdidas civiles y militares británicas fueron de 255, según Ministerio de Defensa del Reino Unido.

Los cuatro camaradas, Bhuwansing Limbu, Chandra Kumar Pradhan, Deoman Limbu y Narbahadur Tamang, son nepaleses y veteranos de una unidad del ejército británico que se remonta a su pasado colonial. La Brigada Gurkha, compuesta por soldados de ascendencia nepalesa, sirvió en el Ejército de la India Británica antes de que ese país se independizara en 1947.

Los cuatro también hablaron con un argentino por primera vez en su vida, lo que podría haber sido un problema a juzgar por el profundo silencio que siguió a esta revelación.

Intereses compartidos.

Afortunadamente, dos cosas salvaron la entrevista. Primero, vivo en Hong Kong, en donde estuvieron emplazados y recibieron entrenamiento antes que Gran Bretaña traspasara el territorio a China en 1997. Segundo, compartimos la pasión por el senderismo, un pasatiempo popular en este enclave, y la conversación sobre los caminos en la jungla que rodea la ciudad disminuyó la incomodidad.

Estos hombres se incorporaron al ejército en la década de 1960 y tuvieron su bautismo de fuego en la Confrontación de Borneo, un conflicto en que Malasia, con apoyo británico, combatió con Indonesia -concluyó en 1966.

“Era muy nuevo en ese momento, llevaba en el regimiento, creo, dos semanas”, dijo Pradhan. Tenía 18 años cuando entró en acción por primera vez.

Al dejar el Ejército Británico en la década de 1990, estos hombres podían haber optado por vivir en el país que defendieron. Sin embargo, escogieron su hogar en el Himalaya.

“He estado en todo el mundo, y Nepal es el único país en donde puedes ver las montañas desde tu ventana”, dijo Pradhan.

“Amo Nepal, la mayoría de nuestras familias y amigos se encuentran aquí”, agregó Bhuwanshing Limbu.

“Una de mis hijas y dos de mis hijos tienen nacionalidad británica, pero no les gusta ir allí; por lo tanto, me gusta estar en mi patria”, explicó Nirbahadur Tamang.

La ambición argentina.

Estos hombres han visto el mundo, pero nunca han visitado la Argentina continental.

“Siempre le he dicho a mi hija que definitivamente algún día iré a Argentina”, dijo Pradhan. “Pero si vamos a Argentina y ellos saben que somos los Gurkhas que lucharon en las Malvinas, ¿estarán enfadados con nosotros?”

No pude responder a esa pregunta. Hay nacionalistas en todos lados, pero creo que la mayoría de los argentinos queremos perdonar y continuar con nuestras vidas. A fin de cuentas, la mayoría de los que mi país entregó en el campo de batalla a uno de los ejércitos más profesionales del planeta eran adolescentes uniformados.

“Podías ver en la cara de esos chicos que no estaban debidamente entrenados para ir a la guerra”, recordó Pradhan. “Eran conscriptos, lo supimos después”, agregó Deoman Limbu.

A medida que los hombres compartían sus recuerdos de la guerra, una cosa se hizo evidente: no existía una ventaja clara para uno de los bandos.

“Tenían mejor equipo, mejor ropa”, dijo Pradhan. “Todo su armamento estaba desplegado allí” continuó Deoman Limbu.

Los hombres dijeron que una de las mejores comidas que en el campo de batalla vino de raciones argentinas abandonadas.

Un resultado diferente.

Todo esto nos llevó a otro silencio en la conversación ¿Qué habría pasado si los militares argentinos hubieran sabido aprovechar sus ventajas y obtenido un resultado favorable?

La dictadura más sangrienta del hemisferio se habría fortalecido y habría durado más tiempo.

Sin embargo, la junta militar que gobernaba desde Buenos Aires cayó poco después de nuestra derrota.

Yo tenía ocho años cuando la democracia finalmente terminó con nuestra opresión, y tengo la suerte de casi no tener recuerdos de esos años de terror.

Una de las partes más emotivas del encuentro, luego de nuestra entrevista formal, vino cuando agradecí a estos veteranos nepaleses. Al principio, no entendieron porqué.

Tuve que explicarles, aunque combatieron en un territorio que considero de mi país; sin saberlo y de una extraña manera, también ayudaron a que la libertad llegue a la Argentina -a pesar del lamentable costo en vidas humanas, tanto argentinas como británicas.