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Por Pauline Chiou

(CNN) — Leading Women te conecta con las mujeres extraordinarias de nuestro tiempo: profesionistas sobresalientes que han llegado a la cima en todos los ámbitos de los negocios, las artes, el deporte, la cultura, la ciencia y más.

BEIJING (CNN) — Zhang Xin creció en la pobreza y a los 14 años empezó a trabajar en una fábrica. Actualmente es más rica que Donald Trump, Steven Spielberg y Oprah Winfrey.

Zhang es la séptima mujer más rica del mundo. Es una empresaria del sector inmobiliario de China y su capital asciende a 3.600 millones de dólares, según Forbes. Su fortuna es 800 millones de dólares mayor que la de Oprah Winfrey, la multimillonaria más conocida del mundo.

La historia de ascenso a la riqueza de Zhang no solo refleja un cambio social en China, sino que, con sus construcciones Zhang han dado forma a gran parte del paisaje urbano moderno del país. El logotipo de su empresa, SOHO China se ve en los costados de los edificios por todas partes de la capital china.

SOHO China tiene 18 complejos en Beijing, entre los que se encuentran enormes edificios. Recientemente, la compañía se expandió a Shánghai, en donde ha comprado y construido 11 propiedades. Dos de los proyectos más recientes de la constructora en Beijing fueron diseñados por la arquitecta ganadora del Premio Pritzker, Zaha Hadid.

Zhang, de 47 años, nació en Beijing antes de la Revolución Cultural de Mao Zedong, cuando las personas cultas como sus padres fueron enviadas a los campos para ser “reeducados”. Al regresar a Beijing con su madre, se enfrentaron a la pobreza y a las penurias. “Nací y crecí cuando la ciudad estaba muy tranquila: no había autos, ni tiendas, ni luces ni máquinas. La gente se transportaba solo en bicicletas”, cuenta.

A los 14 años se mudó con su madre a Hong Kong, en donde pasó cinco años trabajando en fábricas que pagaban poco por fabricar juguetes, ropa y aparatos electrónicos; trataba de ahorrar lo suficiente para ir a estudiar a Inglaterra. “Fue muy difícil vivir en Hong Kong como inmigrante, sin educación, sin experiencia, no hablaba el idioma local ni el dialecto cantonés”, dijo Zhang.

Zhang tardó cinco años en ahorrar lo suficiente para pagar el boleto de avión a Londres y un curso de inglés. Ganó una beca universitaria, estudió una maestría en Economía en la Universidad de Cambridge y obtuvo su primer empleo en Goldman Sachs en Nueva York.

En vez de permanecer en Wall Street, Zhang regresó a Beijing, en donde conoció a su esposo; juntos fundaron SOHO China. “La gente estaba entusiasmada hablando de cómo cambiar China, fue una época intelectualmente dinámica”, dijo. “Sentí que este país en realidad estaba en transición y quería formar parte de eso”.

Desde que Zhang y su esposo, Pan Shiyi, fundaron SOHO China en 1995, se ha convertido en la mayor desarrolladora inmobiliaria comercial de China: poseen cinco millones de kilómetros cuadrados de desarrollos de alto nivel en Beijing y Shanghái.

Aunque la historia de Zhang es increíble, no es la única. De la lista de las 24 multimillonarias de Forbes 2013, seis son chinas (una es de Hong Kong), el número más alto en cuanto a millonarios provenientes de un país diferente a Estados Unidos.

“Creo que las mujeres de nuestra generación pasaron por la Revolución Cultural, sufrieron penurias, salieron de la nada y de repente se dieron cuenta de que en China hay una oportunidad asombrosa”, dijo Zhang. “Así que las mujeres simplemente aprovecharon la oportunidad”.

Zhang tiene más de cinco millones de seguidores en Weibo, la red social de China a la que a menudo comparan con Twitter, en la que comparte sus opiniones sobre los negocios, los sucesos de actualidad y la arquitectura. A pesar de su éxito financiero, Zhang, quien profesa la religión Baha’i, evita las ‘trampas de la riqueza’ e incluso pidió a su hijo de 14 años que consiga un empleo en un McDonald’s o en un KFC. Lo intentó, pero es demasiado joven y no lo aceptaron.

“No es fácil para mis hijos porque tenemos un perfil alto. Nos esforzamos por darles una vida normal”, dijo. “Soy muy, muy exigente con ellos respecto al dinero. No les doy dinero hasta que me dicen: ‘Necesito 100 yuanes para mi vale del almuerzo’ y cosas así. Así que nunca tienen dinero de sobra. Pero creo que no se puede comparar con la forma en la que salimos adelante, con el lugar de donde venimos”.