Por David Simpson, CNN
(CNN) — El líder opositor ruso Alexei Navalny salió este viernes de la prisión donde estaba detenido prometiendo que no se dejará manipular como un “gatito o un perrito” con respecto a su posible participación como candidato a la alcaldía de Moscú mientras apela su condena a cinco años de cárcel.
Navalny quedó en libertad un día después de que una corte de la ciudad de Kirov lo declara culpable de apropiarse ilegalmente de 500.000 dólares en madera propiedad de una empresa estatal.
Considerado uno de los más duros críticos del presidente Vladimir Putin, Navalny niega su culpabilidad pero había anticipado que lo condenarían para evitar que se presentara a las elecciones.
Hablando con la prensa afuera de la corte, Navalny dijo que regresaría a Moscú para planear sus próximos pasos con su equipo de trabajo, según la agencia estatal de noticias RIA Novosti.
“Con respecto a la participación en las elecciones, yo no soy un gatito o perrito a quien primero le dicen que no puede participar y después le dicen, ‘vamos a soltarlo un rato para que pueda participar en las elecciones”, declaró Navalny.
Una vez en Moscú, el líder opositor decidirá si boicotea las elecciones o continúa con su campaña, de acuerdo a la agencia estatal de noticias.
“Vamos a hablarlo con el equipo de trabajo y con los voluntarios. Por ahora, seguiré como candidato, no abandono”.
La máxima diplomática de la Unión Europea, Catherine Ashton, calificó el juicio como una farsa. El exlíder de la Unión Soviética, Mikhail Gorbachev, emitió un comunicado este jueves en el que afirmó que el caso “desafortunadamente confirma que no tenemos independencia judicial”.
Navalny ha organizado protestas callejeras y ha criticado duramente la corrupción en el gobierno ruso.
Rachel Denber, vicedirectora de Human Rights Watch para Europa y Asia Central, dijo que el veredicto a Navalny, aunque no le sorprendía, le causó consternación.
“El juicio de Navalny pretende silenciar a un líder y mensajero”, declaró Denber.
El director del programa de Amnistía Internacional para Europa y Asia Central, John Dalhuisen, manifestó que era “una parodia de una persecución y una parodia de un juicio. Este caso fue cerrado dos veces por falta de evidencia de un crimen, antes de ser reabierto por la instrucción personal del investigador principal de Rusia”.