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Por Shasta Darlington, CNN

Sao Paulo, Brasil (CNN) — Parece como un hangar y suena como un concierto de rock. Miles de personas se aglomeran en una megaiglesia a las afueras de Sao Paulo para asistir a una de las misas que el padre Marcelo Rossi oficia los jueves por la noche.

El sacerdote católico canta inspirado uno de sus éxitos antes de subir al altar. Los feligreses lo acompañan mientras ondean los brazos.

“Señor, sé que me amas”, canta una joven. El padre Marcelo tiene 46 años y antes de unirse al clero fue entrenador personal.

Ahora, encabeza un movimiento que en Brasil se conoce como la Renovación Carismática Católica, que trata de revigorizar a la Iglesia para recuperar a los antiguos seguidores y atraer a nuevos.

Recurren a la música y a los sermones que tienen el fin de asegurar el éxito en la Tierra y en el más allá, métodos que con frecuencia se asocian con las florecientes Iglesias evangélicas pentecostales de América Latina.

Las diferencias entre la misa en el Santuario de la Madre de Dios del padre Marcelo y la Iglesia católica tradicional son asombrosas.

La estructura estilo bodega se construyó en un vecindario proletario a las afueras de la ciudad y muchos de los miles de feligreses son jóvenes.

Incluso la Catedral de Sao Paulo se ve en dificultades para atraer a más de 100 feligreses a las misas dominicales. Todo ello, pese a que Brasil es el país que cuenta con la mayor cantidad de católicos en el mundo. Sin embargo, últimamente la Iglesia católica se ha visto en dificultades para retenerlos mientras se engrosan las filas de los evangélicos protestantes.

En el censo de 2010, solo el 65% de los 191 millones de habitantes de Brasil dijo que era católico, a diferencia del 92% en 1970. Algunos de los conversos más fervientes han sido los jóvenes del proletariado brasileño.

Antes de la visita del papa Francisco, el Vaticano tomó nota de las misas poco ortodoxas, pero exitosas del padre Marcelo. Junto con otros sacerdotes cantantes de la Renovación Carismática, el padre Marcelo entretendrá a los millones de personas que se citan esta semana en Río de Janeiro para la Jornada Mundial de la Juventud.

Los feligreses de la misa de los jueves del padre Marcelo dicen que es el hombre indicado para encender a las personas. “¿Cómo lo hace?”, dice María, católica de toda la vida. “El secreto está en buscar la energía, la felicidad y la fuerza”.

Al final de la misa, se atenúan las luces, se encienden unas velas y la multitud abre una brecha para que el padre Marcelo pase. Muchas personas rompen en llanto cuando lo ven. Otras sujetan en alto sus tarjetas oficiales de empleo para que las bendiga. Una joven se seca las lágrimas al final de la misa.

“Vine a dar gracias porque mi plegaria fue respondida”, dice. “Encontré un trabajo. Cuando salí de trabajar vine directamente hacia acá”.