Obama habló sobre sus planes económicos cerca de que termine el año fiscal.

Por Adam Aigner-Treworgy y Tom Cohen

(CNN) — La gran batalla por el presupuesto de 2013 comenzó este miércoles con dos discursos del presidente Barack Obama que hicieron hincapié en su mensaje de justicia económica de cara a las demandas republicanas de recortes más agudos de gastos.

Frente a la profunda división partidista sobre el presupuesto federal de 2014, la reforma fiscal y elevar el techo de la deuda a finales de este año, las palabras de Obama en Illinois y Missouri trataron de enmarcar el debate presupuestario, centrándose en la recuperación del país de la recesión durante su presidencia y el llamado a la igualdad de oportunidades que ayudó a ganar dos elecciones.

Obama dijo en el Colegio Knox que “Estados Unidos ha luchado su camino de regreso” después de la recesión, pero señaló que quienes tienen ingresos más altos se han beneficiado más que el trabajador promedio que se esfuerza por salir adelante, lo cual es “inmoral” y signo de una “mala economía”.

Más temprano este miércoles, el vocero de la Casa Blanca, Jay Carney, dijo a CNN que el objetivo de las palabras de Obama es aumentar la presión sobre los republicanos para que trabajen con los demócratas y el gobierno, señalando que “al final, los miembros del Congreso responden a sus electores”.

Pero los republicanos dijeron que los discursos de Obama forman parte de una estrategia de reciclaje de proyectos que carece de ideas frescas para reforzar aún más una economía que todo el mundo está de acuerdo debe crecer más rápido.

“Hemos oído todo eso antes. Es realmente muy viejo”, dijo este miércoles el líder de la minoría republicana del Senado, Mitch McConnell, agregando que más discursos del presidente solo generan decepción.

Los primeros seis meses del segundo mandato de Obama han estado dominados por cuestiones como la violencia armada y la reforma inmigratoria, lo que ha puesto a ambos partidos en disputas legislativas. Además han surgido controversias importantes, como la del Servicio de Impuestos Internos que ha apuntado a grupos que intentan quedar exentos.

Altos funcionarios del gobierno dicen que Obama quiere cambiar los términos del debate político y trazar otra dirección económica para Estados Unidos para lo cual realizará una serie de discursos en las próximas semanas ya que el gobierno se acerca al final de su año fiscal, el 30 de septiembre.

Los temas de los mensajes de temática económica incluirán seguridad en el empleo, educación, propiedad de la vivienda, salud y seguridad en la jubilación.

Pese a registrar un crecimiento lento pero constante los últimos cuatro años, las encuestas muestran que muchos estadounidenses siguen preocupados por el desempleo y la economía en general, mientras que los indicadores muestran una recuperación y mejora de la bolsa de valores de Wall Street que ha logrado niveles récord.

Dos nuevas encuestas indicaron este miércoles que menos de la mitad de los estadounidenses aprueba el manejo del presidente de la economía. Ambas encuestas, de NBC News/Wall Street Journal y ABC News/Washington Post, mostraron que más encuestados desaprueban el manejo económico de Obama, que sigue siendo el tema más importante para la gente.

Independientemente de lo que ha ocurrido en los últimos meses, el debate nacional de este verano se centrará en el presupuesto federal.

Las batallas políticas se inclinan sobre el gasto y los impuestos que han marcado la presidencia de Obama, y los líderes republicanos están amenazando con duras tácticas de negociación —frente a las elecciones del próximo año— sobre el presupuesto, la reforma fiscal y los recortes de gastos forzosos que entraron en vigor este año.

Tanto los republicanos, que tienen mayoría en la Cámara de Representantes, y los demócratas con su mayoría del Senado, han aprobado las propuestas de gasto para el año fiscal 2014, pero las medidas tienen pocas coincidencias en términos de prioridades.

Cualquier intento de reconciliar las diferencias mediante la negociación enfrenta complicaciones en temas interrelacionados, como si deben continuar los amplios recortes del gasto público que entraron en vigor en marzo, los cuales afectaron el presupuesto de militares.

Otra mina terrestre potencial es la oposición de los republicanos conservadores, incluidos algunos líderes republicanos en el Congreso, para financiar la aplicación de la ley de reforma de salud impulsada por los demócratas con el apoyo de Obama en 2010.

Para complicar aún más el debate está cierta necesidad de que el Congreso autorice un aumento en el límite de endeudamiento del gobierno, conocido como el techo de deuda, en algún momento de este otoño.

El presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, dejó en claro que cualquier aumento en el techo de la deuda requeriría un recorte equivalente en el gasto público para conseguir el apoyo del Partido Republicano, la demanda se conoce como la “regla de Boehner” establecida por el republicano de Ohio.

La Casa Blanca ha dicho que no va a negociar el techo de la deuda. Otros congresistas republicanos se resisten a ser vinculados con demandas específicas, como los recortes en los fondos para la implementación de la reforma de salud, pero insisten en que se debe hacer más para reducir el déficit y la deuda.

“Creo que poner el techo de la deuda como un rehén de cualquier cosa específica no es probablemente la mejor manera de negociar”, dijo el senador republicano Roy Blunt a MSNBC este miércoles. “Lo que tenemos ahora es que necesitamos más recortes de gastos”.

Blunt hizo un llamado específico a las reformas a programas sociales populares, como Medicare, Medicaid y la Seguridad Social para reducir sus costos.

Sin embargo, los demócratas y los republicanos tienen las mayores diferencias respecto a los derechos de programas federales, un objetivo de hace tiempo de los conservadores que buscan reducir el tamaño del gobierno, en particular los programas federales.

Los demócratas sostienen que su plan de pensiones del gobierno y la atención sanitaria para los ancianos y los pobres son parte de un contrato social fundamental que garantiza el bienestar de los ciudadanos más vulnerables.

Paul Steinhauser colaboró en este reporte.