La liberación de gas metano debido al cambio climático implica un riesgo para el medio ambiente.

Por Matt Smith

(CNN) — Los científicos estudian el calentamiento del Ártico y detectan un cambio de blanco a verde: la tundra cede el paso a una nueva flora.

Los gobiernos y corporaciones también presienten los cambios ya que la débil cubierta de hielo abre nuevas rutas a la navegación marítima y oportunidades para llegar a los recursos naturales que estuvieron ocultos durante mucho tiempo.

Sin embargo, la desventaja es el riesgo de que el ritmo actual del cambio climático se acelere a causa de la liberación del gas metano que lleva mucho tiempo atrapado en el permafrost de la región, un riesgo que, según un nuevo estudio, podría costar la asombrosa cantidad de 60 billones de dólares en las próximas décadas, cifra que supera a los cálculos anteriores.

Ese billón, con “b”, es una cifra que desafía los rendimientos económicos que hubo en todo el mundo en 2012. Además, será un costo que probablemente pagarán las personas que viven en las latitudes mucho más al sur del Círculo Ártico, dijo Gail Whiteman, investigadora de la Universidad Erasmus en Holanda.

Las naciones en desarrollo de Asia y África están en mayor riesgo de sufrir grandes tormentas, inundaciones más graves y sequías más intensas, advirtió.

“Algunos países se verán beneficiados”, dijo Whiteman a CNN. “Pero si tomamos en cuenta que el 80% de los impactos ocurrirán en las regiones en desarrollo, podrían no recibir esas mejoras”.

A los científicos les preocupa desde hace tiempo, que el permafrost de las latitudes septentrionales pueda liberar grandes cantidades de metano, un gas de efecto invernadero mucho más potente que el dióxido de carbono. Los científicos estadounidenses y rusos explican que la sustancia ya comenzó a emeger desde el suelo del mar de Siberia Oriental, una región en la que se cree existen 50 mil millones de toneladas del gas.

“Todo el mundo debería de poner atención a los cambios que ocurren en el Ártico y no dejarlo todo en manos de los países aledaños ni en unos investigadores locos que están en ese hermoso espacio blanco”, dijo Whiteman. “Todos tenemos que poner atención a lo que pasa porque la región simboliza el canario en la mina de carbón”.

Por medio de un modelo computarizado, Whiteman y otros dos científicos de la Universidad de Cambridge calcularon lo que ocurriría si el depósito de metano que actualmente está atrapado en la Plataforma Ártica de Siberia Oriental se liberara a lo largo de un periodo de diez años sin reducir las emisiones de carbono.

Los resultados, publicados el miércoles pasado en la revista científica, Nature, indicaron que para 2035 —15 años antes de lo previsto—, las temperaturas promedio mundiales podrían ser dos grados centígrados mayores a las temperaturas que se registraron en épocas preindustriales. Incluso si se controlaran las demás emisiones, esa marca podría alcanzarse en 2040, escribieron.

Ese modelo también calculó que los costos del cambio climático serían de 400 billones de dólares para el 2200. Si añadimos un incremento de las emisiones de metano a la atmósfera durante una década, el costo podría elevarse hasta en 60 billones de dólares, principalmente entre 2050 y 2075, señaló Chris Hope, experto en modelos computarizados de la Escuela de Negocios Judge de Cambridge. Incluso una liberación más lenta, amortiguada por las reducciones de otras emisiones, costaría 37 billones de dólares, una cifra que opaca a los 100 mil millones que la firma Lloyds de Londres calcula que se invertirán en el Ártico en la próxima década.

El modelo incluye los cálculos de los efectos sobre la salud humana y el aumento del nivel del mar. Los países más ricos tienen una mayor capacidad para adaptarse a esas condiciones cambiantes, pero los países en desarrollo “sufrirán un impacto adicional”, dijo Hope.

Aunque el mayor efecto podrá percibirse más cerca del Ecuador, los países del hemisferio norte no están fuera de peligro.

El documento afirma que “las economías de latitudes medias, como las de Europa y Estados Unidos, podrían verse amenazadas debido a la relación entre el retiro de los hielos marinos, la fuerza y la posición de la corriente de chorro, lo que provocaría inviernos y primaveras extremos”.

Peter Wadhams, físico oceánico de Cambridge, dijo que la reducción de la capa de hielo del Ártico ha permitido que las temperaturas veraniegas del mar de Siberia Oriental se eleven varios grados sobre el punto de congelación.

“Hasta ahora había existido el permafrost lejos de la costa, que es una reliquia de la última glaciación. Solo ha permanecido en su lugar gracias a que el agua ronda el punto de congelación”, explicó Wadhams. Sin embargo, conforme se calienta el agua que lo cubre, ese permafrost se ha ido descongelando “y ha liberado grandes columnas de gas metano”.

Aún se estudia cuánto ha escapado, dijo Wadhams. Sin embargo, los niveles de metano en la atmósfera incrementaron en un 1% el año pasado y “pensamos que la fuente es principalmente esta columna de metano del mar de Siberia”, dijo.

Aunque la idea del cambio climático antropogénico a largo plazo es una idea controvertida políticamente hablando, la mayoría de los investigadores la acepta como un hecho. Las temperaturas promedio mundiales se han elevado cerca de 0.8 grados Celsius desde la década de 1880, según la NASA. En el observatorio de Mauna Loa, la concentración de dióxido de carbono que atrapa el calor alcanzó en mayo niveles que no se registraban desde tiempos prehistóricos; en noviembre, los científicos reportaron que las capas de hielo que cubren a Groenlandia y la Antártida perdían masa a un ritmo acelerado.

Los investigadores no pueden adjudicar una tormenta en particular al cambio climático, pero advierten que el calentamiento del aire y los océanos “lanza los dados” a favor de un clima más extremo.

Whiteman dijo que espera que el muestreo de los costos en una de las caras del tema incitará al debate y a la acción. Los autores instaron al Foro Económico Mundial a apoyar el desarrollo de nuevos modelos económicos y presionar a los líderes mundiales a “considerar la bomba de tiempo económica que trasciende a las ganancias a corto plazo para la navegación y la extracción”.

“Necesitamos arreglar las cosas a nivel global; si no podemos hacerlo en todo el mundo, tenemos que intentarlo de manera local”, señaló. Agregó que tal vez haya oportunidades para los negocios como encontrar formas de atrapar el metano: después de todo, es gas natural.

“La historia no es una predicción pesimista”, dijo. “Esperamos poder usar esto para iniciar algunas discusiones innovadoras”.

Ralitsa Vassileva y Tashiana Osborne, de CNN, y Steve Hargreaves, de CNNMoney, colaboraron con este reportaje.