Rodríguez apelará la suspensión que le fue dictada por las Grandes Ligas.

Por Roxanne Jones, especial para CNN

Nota del editor: Roxanne Jones es editora fundadora de la revista ESPN Magazine y fue vicepresidenta de ESPN. Es la directora general del Push Marketing Group. Jones es editora, reportera, escritora y productora galardonada y también ha trabajado para el New York Daily News y el Philadelphia Inquirer. Es coautora del libro: “Say It Loud: An Illustrated History of the Black Athlete”.

(CNN) — “A-Rod es el futuro del beisbol. Es exactamente lo que el deporte necesita: un chico maravilla dominicano con un look digno de Hollywood, uno de los mejores jugadores del deporte, el mejor pagado del beisbol con solo 22 años. No hay duda de que es nuestro chico de portada”.

Ese fue mi argumento como editora en marzo de 1998 para que A-Rod figurara en la portada de estreno de la revista ESPN The Magazine, al lado de Kobe Bryant, Eric Lindros y Kordell Slash Stewart (ups).

¿Quién habría dicho que no estaría a la altura de las expectativas? Nunca sería la superestrella, el tipo recto que esperábamos. Parecía que nunca podría abandonar su propio ego para ser un deportista constante de alto nivel. Quién habría dicho que 15 años después estaríamos hablando de Alex Rodríguez y de Pete Rose en la misma oración o discutiendo si el tercera base de los Yankees debería ser suspendido de por vida del beisbol por ingerir fármacos para mejorar el desempeño y tratar de encubrir sus trampas? Tal vez solo esperábamos demasiado.

Actualmente, las Ligas Mayores (MLB) acordaron suspender a 12 jugadores por 50 partidos por su relación con la clínica Biogenesis, en el sur de Florida, que supuestamente proporcionó a los atletas los fármacos para mejorar el desempeño. Sin embargo, fue A-Rod, la mayor estrella involucrada en el escándalo, quien sintió todo el peso de la ira de la MLB. Lo suspendieron por 211 partidos hasta el final de la temporada 2014. Si el fallo se ratifica, el jugador de 38 años no podrá regresar al juego sino hasta que tenga 40 años. Pero, según las reglas del beisbol, A-Rod todavía podrá jugar a partir de esta noche mientras apela su suspensión.

Sin importar cómo termine la historia de Rodríguez, la interminable historia de tramposos en el que alguna vez fue el pasatiempo de Estados Unidos ha lesionado al juego y alienado a los aficionados.

“Las trampas hacen que cuestione el deporte”, dice Charlie Thompson, aficionado a los Yankees. “Recuerdo que cuando era niño, (Sammy) Sosa y (Mark) McGwire llegaron a los 60 jonrones. Esa fue una parte asombrosa de mi niñez. En ningún momento pensé que estuvieran haciendo trampa. Pero una vez que supe que estaban usando esteroides, me quedó un mal sabor de boca. Todo es falso”.

Es un final triste para alguien tan prometedor. En 1998, A-Rod era una historia de éxito estadounidense. Mientras mis colegas y yo presentábamos nerviosamente nuestra rudimentaria revista ESPN The Magazine lo celebrábamos, aún con su contrato por 10 años y 252 millones de dólares. (En 2007, los Yankees lo aumentaron a 10 años y 275 millones de dólares).

Después de todo, era la época de las jóvenes estrellas, cuando los atletas y las estrellas de rock asumieron lugares privilegiados en la cultura popular. A-Rod encajaba a la perfección en la exclusiva lista de jóvenes talentosos dispuestos a cambiar al mundo, o al menos, nuestro mundo.

El campeón del Superbowl, Brett Favre, estaba alcanzando un estatus de semidiós e iluminaba la pantalla con Cameron Díaz en la exitosa cinta Loco por Mary. Tiger Woods se dirigía al dominio mundial con un Campeonato Masters. El álbum ganador del Grammy de Jay-Z, Hard Knock Life, señalaba el arribo de la generación del hip-hop y era el favorito de los estadios. Los atletas de todas las razas clamaban para imitar su estilo dentro y fuera de la cancha.

Entonces, ¿cómo podríamos odiar a A-Rod por ganar dinero cuando todos los demás parecían estar ganando no solo en el deporte, sino en la vida?

Sin embargo, como muchos de nosotros, Alex Rodríguez quedó atrapado en el brillo de los reflectores. Nos hipnotizó la atención, la fama, el dinero que circula en los deportes e ignoramos cómo podrían cambiar las cosas. Tal vez nos tomamos muy en serio el objetivo de “ganar a toda costa”.

El beisbol de las grandes ligas ha estado contaminado durante décadas. Todos —aficionados, medios, propietarios, atletas y entrenadores— nos hicimos de la vista gorda y también somos culpables en parte. En realidad no quisimos ver los secretos oscuros que acechaban detrás de la emocionante carrera por los jonrones. Buscamos chivos expiatorios —ya fuera Barry Bonds o José Canseco— y santurronamente los dejamos a su suerte.

El comisionado del beisbol, Bud Selig, declaró que seguirá limpiando al beisbol. “El beisbol es una institución social con una enorme responsabilidad social… y (los fármacos para mejorar el desempeño) no se tolerarán en nuestro deporte”, dijo el comisionado tras el fallo.

Esperemos que el beisbol siga ese camino porque Thompson no es el único que quiere recuperar el deporte.

“Soy aficionado de los Yankees, no de Alex Rodríguez. Sigo siendo aficionado al beisbol. Esta noche apoyaré a mis Yankees mientras tratamos de llegar a los playoffs”, dice Thompson.

No podría estar más de acuerdo, Charlie.

Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Roxanne Jones.