Por David McKenzie, Steven Jiang y Jethro Mullen
(CNN) – Bo Xilai, el político chino de alto nivel que sufrió una dramática caída y sacudió al Partido Comunista, negó este jueves las acusaciones por corrupción en su contra.
Una vez considerado como un contendiente para los peldaños superiores de la jerarquía política de China, Bo está siendo juzgado por cargos de soborno, malversación de fondos y abuso de poder.
Una figura carismática que causó desencuentros cuando estaba en el poder, Bo ha pasado más de un año en prisión. Durante ese tiempo, su nombre ha aparecido regularmente en los titulares de los periódicos chinos, pero su rostro no ha sido visto en público.
Este jueves regresó a los escenarios bajo custodia de las autoridades chinas.
Muchos observadores esperaban que la audiencia de la corte de alto perfil en la ciudad oriental de Jinan siguiera una secuencia para la acusación, la admisión y la condena. Pero Bo, de 64 años, apareció este jueves dispuesto a dejar que todos los alegatos de la acusación en su contra queden sin efecto.
El testimonio, un asunto contencioso
En las publicaciones de la cuenta oficial del Tribunal de Jinan en la red social Microblog (considerado el Twitter chino) fueron actualizadas las acciones del procedimiento. La autoridad dijo que Bo impugnó la afirmación de que había aceptado sobornos de Tang Xiaolin, un hombre de negocios en la ciudad industrial del noreste de Dalian, donde el funcionario era alcalde.
Bo dijo que había aceptado previamente el cargo “de mala gana” cuando estaba siendo investigado por una comisión disciplinaria del partido. “Pero en ese momento yo no sabía los detalles mencionados anteriormente”, dijo el político chino, según el tribunal.
Después de ver un video en el que detalló cómo Tang envió dinero a Bo, el político chino afirmó: “vi un mal espectáculo por una persona que vendió su alma”.
El fiscal mostró al pleno el testimonio escrito de la esposa de Bo, Gu Kailai, quien fue condenada el año pasado por el asesinato de un hombre de negocios británico.
La declaración de Gu hizo alusión a una caja fuerte que la pareja compartía desde que tomó decenas de miles de dólares para cubrir los gastos para ella y su hijo, quien estudiaba en Gran Bretaña en ese momento.
Bo supuestamente describe el testimonio de Gu como “ridículo” y cuestionó su fiabilidad, ya que se produjo después de que recibió una sentencia de muerte con una suspensión de su condena por asesinato.
Aunque las autoridades chinas habían hablado de un juicio público para Bo, el exjefe del partido de la extensa metrópolis suroccidental de Chongqing, no fue permitida la entrada para los periodistas de los medios de comunicación internacionales.
Los periodistas tuvieron que confiar en las frecuentes actualizaciones del tribunal en Microblog y reportes oficiales en las cadenas de noticias oficiales, así como una sesión informativa separada por los funcionarios.
Una desenredada carrera
Bo es un principito, un término que se refiere a los hijos de los veteranos revolucionarios que se jactan de conexiones políticas y su influencia. Su difunto padre, Bo Yibo, fue un contemporáneo de la revolución de Mao y del exlíder Deng Xiaoping.
Durante los últimos 30 años, Bo llegó al poder como alcalde de la ciudad, gobernador provincial, ministro de Comercio y miembro del Buró Político, el órgano político más importante del Partido Comunista.
Un político carismático, Bo fue acreditado con una espectacular y brutal lucha contra la delincuencia organizada durante su estancia en Chongqing.
Pero cuando su adjunto, Wang Lijun, entró en el consulado de EU en la ciudad de Chengdu, en febrero del año pasado, les dijo a los diplomáticos estadounidenses que la esposa de Bo, Gu, fue cómplice en un caso de asesinato. Esa confesión comenzó a desmoronar una brillante carrera política.
La decisión de Wang precipitó la muerte política de Bo. Poco después de que las noticias de los acontecimientos comenzaron a surgir, Bo Xilai fue removido de sus cargos en el partido.
Un tribunal consideró culpable a Gu Kailai el año pasado por el asesinato del empresario británico Neil Heywood en una habitación de un hotel de Chongqing en 2011. Un empleado de la familia, Zhang Xiaojun, también fue condenado por el asesinato y condenado a nueve años de prisión.
Al mes siguiente, Wang fue condenado por usar la ley en beneficio propio, deserción, abuso de poder y sobornos. Recibió una condena de 15 años.
El juicio de Bo es visto como un capítulo capaz de concluir con el escándalo.
David McKenzie y Steven Jiang informaron desde Jinan. Jethro Mullen escribió desde Hong Kong. K.J. Kwon y Jaime A. Flor Cruz desde Beijing contribuyeron con este reporte.