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Por Peter Wilkinson y Laura Smith-Spark

(CNN) – El presidente Bachar al Asad ha gobernado Siria durante 13 años. Desde hace dos años y medio, ha recibido reclamos desde el interior y el exterior solicitando su renuncia.

Ahora, muchos gobiernos de Occidente piensan que el régimen de al Asad ha utilizado armas químicas contra su propio pueblo, lo que ha generado negociaciones sobre una intervención militar internacional. Sin embargo, el presidente de Siria no muestra señales de querer evitar el conflicto.

Cuando al Asad sucedió a su padre, Hafez Assad, en 2000, hubo una promesa de que Siria sería más moderna y democrática. Cuando tomó posesión, al Asad dijo que sería un líder muy diferente a su padre. “Haré mi mejor esfuerzo para llevar a nuestro país a que cumpla con las esperanzas y las ambiciones legítimas de nuestra gente”, dijo.

Durante un tiempo cumplió con su promesa. Construyó zonas de libre comercio, otorgó licencias a más periódicos y a más universidades privadas, luchó en contra del derroche y la corrupción gubernamental, de acuerdo con la página web de su gobierno. También ha trabajado a favor de la reforma social y económica.

Sin embargo, muchos dicen que no ha cumplido la mayoría de sus promesas. Human Rights Watch calificó sus primeros 10 años de mandato como “la década perdida”, pues los medios aún los controla el Estado, internet se monitorea y censura, y las prisiones siguen llenas de disidentes.

En 2011, al Asad recibió críticas de todo el mundo al enfrentarse a las protestas y al descontento populares mediante la fuerza. Desde entonces, el conflicto escaló hasta llegar a una guerra civil brutal en la que los rebeldes amenazaron a los bastiones gubernamentales en Damasco.

Al Asad y su gobierno reiteraron que sus fuerzas luchan contra terroristas armados financiados por agitadores externos. El presidente no ha dado muestras de que acceda a las demandas de renunciar y salir del país.

Sus apariciones en público cada vez eran menos frecuentes y unas de las pocas imágenes que se difundieron procedían de su cuenta de Instagram, en la que aparenta una “vida feliz”.

Andrew Tabler, del Washington Institute for Near East Policy, describe a al Asad como un “maestro del engaño”, con la manipulación de los medios incluida. “Creo que el régimen es muy seductor. Y te atrae”, añadió. Si se concreta la amenaza de una intervención militar de países de Occidente, la respuesta de al Asad podría no ser la obvia, según el analista.

“Víctima de la crueldad”

Dos exmiembros del régimen, que ahora son sus oponentes, hablaron con CNN sobre la época en la que conocieron al joven al Asad. El exvicepresidente Abdel Halim Khaddam dijo que en ocasiones, el presidente fue víctima de la crueldad de su hermano mayor. “Su hermano Basil lo molestaba cuando eran niños. Su padre nunca le prestó la misma atención que a Basil”, dijo Khaddam.

Su tío, Rifaat, que dejó Siria en 1984 tras intentar un golpe de Estado fallido, dijo: “Es muy diferente a su padre. Hafez era un líder, la cabeza del régimen entero, mientras que Bachar nunca estuvo cerca de ser líder”.

Abdel Halim Khaddam fue vicepresidente tanto del régimen de Bachar como del de su padre, y en entrevista dijo que el joven era cruel e indeciso. “El problema de Bachar es que escucha todo, pero lo niega y lo olvida pronto. Puedes discutir un tema con él por la mañana y otra persona llega y cambia su opinión”, dijo Khaddam. “Políticamente, no tiene una ideología consistente; cambia de opinión de acuerdo con sus intereses y los del régimen”.

El hermano menor, Maher, es líder de una división de élite del Ejército y está acusado de una violación generalizada de los derechos humanos. Su primo, Rami Makhlouf, es el hombre más rico de Siria.

La familia Asad pertenece a la minoría alauita, que de acuerdo con el tío del presidente, se trata de una comunidad temerosa de ser derrocada. “No hay duda de que los alauitas son una minoría con miedo de los resultados y actúa impulsada por el miedo”, dijo.

“No son mis fuerzas”

A pesar de la brutal represión en Siria, al Asad sostiene que no está a cargo de la fuerza militar en Siria. “No son mis fuerzas. Son las fuerzas del gobierno. No son de mi propiedad. Soy el presidente. No soy dueño del país. Así que no son mis fuerzas”, dijo a Barbara Walters en 2011.

“¿No tendría al Asad, el comandante jefe, que haber dado la orden para una acción militar?”, preguntó Walters. “No, no, no”, respondió al Asad. “No hubo orden alguna para matar o ser cruel”, agregó. “Da órdenes de utilizar todos los medios para aplastar la revolución. Está rodeado por aliados cercanos y un aparato de seguridad que lo aconseja, pero él es quien decide”, dijo el expresidente Khaddam.

No se esperaba que Bachar siguiera con la dinastía política de la familia porque no parecía tener la personalidad necesaria ni estaba muy involucrado en cuestiones militares o de gobierno, escribió Flynt Leverett, experto en Siria para la CIA, en Inheriting Syria: Bashar’s Trial by Fire, una biografía del director general para Asuntos del Medio Oriente del Consejo Nacional de Seguridad a principios de la década de 2000.

Debido a que se esperaba que su hermano mayor, Basil, sucediera a su padre, Bachar al Asad viajó a Londres en la década de los 90 para estudiar oftalmología y dirigir la Syrian Computer Society. Al “Dr. Bashar”, como es ampliamente conocido, le gustaba practicar el windsurf y jugar al voleibol. Se cree que empezó a salir con Asma al-Akhras, nacida en Gran Bretaña, durante este tiempo.

Sin embargo, le ordenaron regresar a Siria en 1994, cuando Basil murió en un accidente automovilístico. Este suceso lo llevó a ser el primero en línea para gobernar Siria y el Parlamento automáticamente lo nombró presidente en 2000, después de la muerte de su padre. Antes de que terminara 2000, él y Asma se casaron y tuvieron tres hijos.

¿Pasos hacia el cambio?

Poco después de que comenzara la Primavera Árabe a principios de 2011, al Asad tomó medidas que aparentemente llevaban a un cambio en Siria. Inicialmente, los manifestantes querían reformas básicas, más libertades, un sistema político multipartidista y el fin de la ley de emergencia. Algunas de estas medidas fueron implementadas en papel por el presidente, pero fueron muy pocas y, para el momento en que llegaron, era demasiado tarde.

En un discurso en enero de 2013, propuso su última solución a la crisis existente en Siria. En esa ocasión, dijo que quería promover el diálogo nacional y propuso una nueva Constitución que sería sometida a un referéndum público. También dijo que no negociaría con los terroristas y pidió a los gobiernos regionales que dejaran de apoyarlos.

Meses más tarde, cualquier oportunidad de encontrar una solución política parece más remota que nunca. Todavía está por establecerse una fecha para llevar a cabo una segunda reunión internacional sobre Siria en Ginebra, Suiza, que inicialmente se propuso para junio.

Después de más de dos años de violencia y más de 100.000 muertos, muchos simpatizantes de la oposición han perdido la fe que alguna vez tuvieron en la capacidad de al Asad para promover reformas y ahora solo quieren poner un fin a su gobierno para lograr elecciones verdaderamente democráticas.

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