Por Elena Llorente, CNN Español
Roma (CNN Español) – Estos primeros seis meses de pontificado del papa Francisco han dejado a mucha gente sorprendida.
Pocos se esperaban que un papa “venido del fin del mundo” —como él mismo se presentó el día de su entronización el 19 de marzo pasado—, fuera capaz de los cambios en el Vaticano y en la Iglesia que ha realizado en tan poco tiempo.
Eligió un nombre, Francisco, por San Francisco de Asís, que en la Iglesia es un modelo en cuanto del voto de pobreza de sus sacerdotes. Y por eso decidió no vivir en el lujoso y tradicional apartamento papal, sino en Santa Marta, una residencia común, donde viven sacerdotes y prelados que trabajan en el Vaticano.
“Cómo me gustaría una Iglesia pobre para los pobres”, fue la frase con la que abrió su primer encuentro con la prensa de todo el mundo en el Vaticano, poco después de ser elegido.
Luego, nombró una comisión de ocho cardenales de los cinco continentes para que lo asesoren en los cambios por hacer dentro de la Iglesia católica, impuso reglas severas en cuanto a los abusos sexuales pepetrados por sacerdotes y en materia de las finanzas del Vaticano inició una reforma del banco vaticano IOR, centro de escándalos en últimos años.
Francisco ha sustituido a algunos cardenales que presidían lugares claves del Vaticano, como el secretario de Estado —que es equiparable a un primer ministro— y nombró a un conocedor de América Latina y de Asia y quien era hasta ahora nuncio en Venezuela, el monseñor Pietro Parolin.
Un actitud diferente
Lo que ha cambiado el modo en que la gente ve al papa argentino, tanto cristianos como no creyentes del mundo entero, es la actitud cotidiana de Francisco, su sencillez para expresarse, su manera afectuosa de abrazar a niños y enfermos, su preocupación por los pobres, los refugiados, los inmigrantes y por la paz.
El papa se ha referido a los conflictos del mundo en numerosas oportunidades. El sábado pasado, en la plaza de San Pedro, fue tal vez la manifestación más importante, en la que el papa y 100.000 fieles hicieron ayuno y oraron por la paz en Siria y Medio Oriente .
A Francisco no le gusta mucho viajar. Pero su primer viaje, al que pidió no ser acompañado por políticos, lo hizo a un lugar simbólico: la isla de Lampedusa, donde llegan los inmigrantes desesperados de Africa y Asia escapando de guerras y hambre.
El segundo viaje lo hizo a Brasil, para la Jornada Mundial de la Juventud en julio, donde lo aclamó una multitud de jóvenes de todo el mundo. Pero en realidad parece que no quiere viajar mucho porque tiene mucho que hacer en Roma.
Cada vez que habla, el papa Francisco tiene algo importante para decir. Insiste en valores como la solidaridad, la humildad, la simplicidad, el dialogo, la comprensión del otro, el respeto, la paz . Es un papa abierto a discutir con otras religiones e incluso con no creyentes, como ha demostrado en varias oportunidades.
Por eso miles de personas, como no se registraba desde hace años en el Vaticano, asisten a las audiencias públicas de los miércoles o a las bendiciones del domingo en la plaza de San Pedro. La gente se siente comprendida y apoyada, sobre todo en estos momentos en que la crisis económica sigue maltratando a varios países de Europa.