Por Kim Segal, CNN
(CNN) – El sonido de metal golpeando el suelo resonó por los pasillos de una escuela primaria donde no habían niños. Era el cargador vacío de una pistola, que cayó al suelo.
“Ese sonido debe quedarse grabado en sus mentes”, le dijo Zach Hudson, cofundador de Defensive Tactics Solutions, a los educadores que se encontraban en la audiencia. “Es el sonido de la sobrevivencia. Es el sonido de la oportunidad”.
Según Hudson, este es el mejor momento para atacar a un tirador si alguno entra a la clase o escuela.
Hace poco, un día sábado en Lake Mary, Florida, Hudson y su socio, Mike Friedman, llevaron a cabo un taller gratuito de defensa personal contra tiradores activos, para maestros y miembros del personal de escuelas.
Desde que los tiroteos mortales ocurrieron el año pasado en Newtown, Connecticut, los planes de seguridad de las escuelas han incluido armar a los maestros, contar con más oficiales de la policía y guardias armados, cambiar la forma en que las escuelas están diseñadas y agregar mochilas y pizarras a prueba de balas.
En este nuevo año escolar, algunos educadores están tomando la responsabilidad de estar preparados para lo inimaginable.
Los capacitadores en defensa personal, quienes también son padres, creen que talleres como éste deberían ser obligatorios para los educadores.
“Deben asegurarse de realizar simulacros de incendios cada año”, dijo Hudson, quien fue un Héroe de CNN en el 2012 por su trabajo con los ciudadanos mayores. “Los simulacros de incendios son importantes; no me malinterpreten, pero lo cierto es que los niños no mueren a causa de incendios. Mueren a causa de disparos. Esa es la verdad, y esa es la amenaza”.
Repartieron la guía de referencia en tamaño de bolsillo sobre un tirador activo, publicada por el FBI (PDF), la cual dice que las personas tienen tres opciones cuando un tirador activo ingresa a un lugar: correr, esconderse o luchar.
“Se debe luchar como último recurso, y sólo si su vida se encuentra en peligro inmediato”, indica el documento.
El curso explicó cómo escapar o cubrirse, pero la mayor parte de las cuatro horas se enfocó en cómo luchar y desarmar al atacante; la manera de hacer esto es algo que pocos educadores alguna vez han considerado.
“Es muy triste que tengamos que pasar por éste tipo de capacitaciones para saber cómo proteger a nuestros niños”, dijo Marsha Taylor, una maestra con 25 años de experiencia, quien trabaja con niños pequeños.
Los ejercicios de protección empezaron con apuntar una pistola falsa a los educadores. “Le quita el miedo a eso”, dijo Hudson.
A los participantes se les enseñó cómo tomar el cañón y apuntarlo hacia otro lado mientras sostienen el seguro para que la pistola no pueda disparar. Partes del taller fueron similares a clases de defensa personal, en las que los participantes aprendieron cómo y dónde golpear, y cuál es la mejor posición al acercarse a un atacante.
“Tienen ocho armas”, le dijo Friedman a la clase. “Dos manos, dos codos, dos rodillas y dos pies”.
Los educadores de todas las edades practicaron cómo usar esas partes del cuerpo en almohadillas sostenidas por los instructores; los animaron a que cada golpe estuviera lleno de enojo y agresión.
“No necesitamos tener un arma, una pistola en sí”, dijo Frank Taylor, dueño de una guardería, quien recibió la clase. “Sin embargo, si tenemos conocimiento de cómo usar nuestros cuerpos y nuestro entorno, entonces eso resulta ser la mejor forma de armarnos a nosotros mismos”.
Las tácticas y estrategias se diseñaron para el entorno de la escuela, según los instructores, y parte del taller se enfocó en la organización de la escuela y el salón de clases. Los maestros aprendieron cuáles son los artículos comunes dentro del aula que podrían usarse como armas; por ejemplo, lanzarle una engrapadora al tirador, o usarla para pegarle en la sien. Si hubieran tijeras a la mano, los educadores aprendieron que deben apuntarle a los ojos.
“¿A quién le importa cómo los inhabilitas?”, dijo Friedman. “Simplemente ataca al atacante. Esa es la idea”.
En el pasillo de la escuela, a los educadores se les dio una lección detallada sobre como huir del sonido de las balas.
“‘Cubrirse’ significa que lo que está delante de ti servirá para detener las balas”, explicó Hudson, instándolos a pasar de un lugar a otro para cubrirse. .
Cuando les habló de esconderse, Hudson le recordó al grupo que si no son vistos, hay menos probabilidades de que les disparen.
Como actividad final del taller, un “sujeto malo” con un arma ingresó a la clase. Los educadores aprendieron cómo encontrar el “punto ciego” de la clase: un lugar donde no serían vistos cuando el tirador entrara. El punto ciego también se trata de la mejor posición, según el instructor, para usar el elemento sorpresa si necesitaban quitarle el arma al tirador.
Por supuesto, aquí hablamos de un tirador para quien los educadores quieren prepararse, pero que esperan nunca encontrar.
“Además de darles una educación excepcional a los estudiantes, lo más importante es que estén protegidos”, dijo Taylor. “Si no están seguros, entonces no importa qué hagamos desde un punto de vista educativo”.