Nota del editor: Soraya Chemaly es una crítica de medios y activista feminista. Su trabajo se enfoca en el papel del género en la cultura, con énfasis en la violencia sexual. Escribe en el blog Feminism Is Fantastic.
(CNN) – Twitter está al borde de su oferta pública inicial, y todos se han molestado durante esta semana por la falta de diversidad que existe en la administración de la compañía -es decir, falta de mujeres. Como el New York Times lo puso la semana pasada, “¿El consejo de administración? Sólo hombres blancos. ¿Los inversionistas? Sólo hombres. ¿Los directores ejecutivos? Sólo hombres excepto Vijaya Gadde, consejera general, quien tiene cinco semanas en su puesto”.
Pregunta: ¿Por qué es esto un problema?
En primer lugar, no hay suficientes mujeres en Twitter o en el mundo de la tecnología, porque es en todas partes donde no hay suficientes mujeres.
Algunos hechos: Las mujeres conforman el 6% de los puestos de directores ejecutivos en las 100 principales compañías de tecnología, y eso sólo se ha logrado después de varios años. Las principales empresas nuevas tienen consejos de administración en los que sólo hay hombres. En 2012, las mujeres ocuparon el 16,6% de los 500 puestos en consejos de administración, listado publicado por la revista Fortune. Las mujeres de color conformaron el 3,3% del total. Por lo menos un décimo de las empresas tenía consejos de administración en los que no había presencia de mujeres en lo absoluto. Durante los últimos cinco años, las mujeres y las minorías han perdido terreno a pesar de que la evidencia claramente muestra que la igualdad de género y la diversidad en los consejos tienen efectos positivos en la rentabilidad.
Twitter tuvo más de un año para prepararse para su OPI: ¿Dónde están las mujeres? La respuesta inmediata de la compañía se enfocó en una “escasez de candidatos”. La industria de la tecnología tiene un problema central que ha sido bien documentado, un problema que es en gran parte el resultado de estereotipos de género que alcanzan al sistema educativo.
Sin embargo, las compañías regularmente toman ejecutivos de fuera de sus propias industrias -en ocasiones, sí, incluso mujeres- cuando buscan personas que ocupen puestos de alto nivel, y puestos en el consejo de administración. Esto les permite tomar ideas de otras empresas para ponerlas en práctica, diversificar su experiencia e innovar. Por ejemplo, Apple ha contratado a Angela Ahrendts, directora ejecutiva de Burberry. Durante su permanencia en Burberry, la compañía duplicó sus ingresos, y triplicó su precio de acciones. Las compañías redefinen lo que es estar “en proceso” todos los días, particularmente cuando hay ganancias involucradas.
El sector de la tecnología aparenta ser progresista cuando en realidad muestra indicios de ser, en esencia, poderosamente retrógrado. A pesar de invertir en programas de diversidad, es evidente que la gerencia de las compañías de tecnología no es diversa, y de hecho la industria sigue “deslumbrando” con incidentes en los que los hombres alegremente muestran sus parcialidades que ni siquiera son implícitas. El debacle de Titshare, ocurrido el mes pasado, así como el despido del director ejecutivo de Business Insider, Pax Dickinson, el cual debía haber ocurrido hace mucho tiempo (por años, había estado haciendo tuits racistas y sexistas como “A Jesús lo viola una banda de n****s. Él tiene la culpa por vestirse como prostituta”) son dos ejemplos recientes.
En segundo lugar, el sexismo se vincula a la perfección con la distribución de capital.
En septiembre, el lanzamiento de Bryan Goldberg de Bustle, un sitio web “centrado en mujeres” (“noticias mundiales y de política, junto con consejos de belleza”) fue una clara muestra de esto. Luego de anunciar el sitio con una publicación, Goldberg fue objeto de burlas tras no lograr entender, entre otras cosas, qué tan ridícula era su afirmación de que éste era el “primer sitio de su clase” para mujeres. El problema real no es que Goldberg no se diera cuenta de esto, sino los sesgos institucionales que le permitieron obtener 6,5 millones de dólares cuando mujeres mucho más capaces, conocedoras y experimentadas no pueden hacerlo.
Las compañías que tienen por lo menos una mujer como fundadora conforman sólo el 13% de aquellas que reciben financiamiento. Es menos probable que quienes invierten con capital de riesgo lo hagan en compañías nuevas si hay mujeres involucradas en la directiva; los inversionistas enérgicamente reducen las tenencias en compañías que nombran mujeres como directoras. Estas son ironías particulares, ya que para lanzar nuevas empresas dirigidas por mujeres se necesita 40% menos capital. Estos hechos no reflejan que las mujeres carezcan de ideas de confianza. Son un ejemplo de discriminación, ya sea de forma consciente o no.
En tercer lugar, mientras pensamos en Twitter como una empresa de tecnología, en realidad es una empresa de medios, y es parte de un ambiente mayor que hace poco por corregir su falta de diversidad. Año tras año, estudios como el de la semana pasada, de la organización Directors Guild of America, al igual que informes de Who Makes the News y el estudio Status on Women in Media (El estado de las mujeres en los medios), del Women´s Media Center, registran exactamente qué tan distorcionadas permanecen aún la propiedad general de los medios, la administración y la producción. Es sólo en línea donde esta situación está mejorando. Pero incluso ahí es en gran parte un aumento en contenido orientado a las mujeres.
¿Cómo podemos separar los hechos de la propiedad? No podemos. Como informó la Comisión Federal de Comunicaciones, nuestros medios de comunicación son propiedad o son administrados casi en su totalidad por hombres blancos.
Por último, ¿qué tiene esto que ver con la expresión? Todo. Las experiencias de los hombres, sus intereses, expectativas y voces, en su mayoría blancos, informan la manera en que pensamos, deciden cómo se usan nuestros recursos y definen nuestras normas. El estado marginado de las mujeres y las minorías en los medios de comunicación y la tecnología, unido a la falta de inversiones de capital de riesgo, significa que nuestros intentos de expresarnos son limitados, mal representados y a menudo presentados de otra forma para convertir lo que decimos en algo aceptable a un statu quo sexista.
Y este statu quo está del todo desinteresado en la idea de las mujeres como líderes capaces y autónomos, quienes podrían cambiar las normas en formas que resultan inquietantes y arriesgadas. Mencionar estos hechos sin rodeos no es una crítica a los hombres blancos como individuos. Se trata de una descripción de un problema sistémico que nos rehusamos a enfrentar con soluciones sistémicas.
La presencia de un grupo elegido cuidadosamente de mujeres en la tecnología, sin importar qué tan determinadas, capaces y visibles sean, durante décadas ha hecho poco por alterar la situación de la administración y la propiedad. La diversidad de género en Twitter, como en todos lados, no es una prioridad porque las personas toman decisiones razonables acerca de lo que creen será rentable y exitoso: Twitter está buscando experiencia y pericia dentro de una zona de confort.
“Para mí, este no es un asunto de género; es un asunto de innovación”, explicó Dick Costolo, director ejecutivo de Twitter. Los asuntos de género no son asuntos de innovación sólo si tu género es el dominante, y es la norma. Esta lógica, y otras similares, son exactamente la clase de marginalización que es el resultado de otros problemas pequeños, la cual lleva a que pocas mujeres se decidan a tener una carrera en el área de tecnología para empezar.
Twitter es una parte de una estructura, economía y cultura dominada por hombres, y todas ella dependen del sexismo constante para ser rentables. Por cierto, esto es algo que puedes tuitear.