Por Todd Leopold

(CNN) — En la superficie, The Counselor (El Consejero) parecía prometedora en Estados Unidos, donde se estrenó este fin de semana.

La película tenía varias estrellas notables, incluidos Brad Pitt, Penelope Cruz, Javier Bardem y Michael Fassbender. Estaba dirigida por Ridley Scott, de Gladiador y Blade Runner.

El guión era del famoso Cormac McCarthy, quien escribió el libro No Country for Old Men (que le ganó a Bardem un Oscar por su interpretación en la versión cinematográfica). Y fue un cuento evocador de crimen y corrupción; algo fácil de vender en la taquilla.

¿Verdad?

No tanto.

Como The Fifth Estate (El Quinto Poder, en México) la semana anterior (otra película con créditos costosos) recibió reseñas mixtas de críticos y tuvo malos resultados con las audiencias. “Un camino lento casualmente violento y pretencioso”, escribió Claudia Puig de USA Today. “Quizá el director Ridley Scott debió haber entregado las riendas a quien haya editado el avance”.

¿Cómo una película que tenía tanto a su favor pudo irle tan mal?

En realidad no es tan poco común, señala el historiador y cineasta Wheeler Winston Dixon, un profesor en la Universidad de Nebraska-Lincoln en Estados Unidos. Para todo el dinero invertido por los estudios, todo el talento e ideas inteligentes y los grupos conocedores de marketing y de discusión, a veces las películas simplemente no funcionan.

“Siempre es un juego de azar porque hay tantos factores que no conoces antes de que te metas a algo”, dice. “Incluso con todos los elementos en su lugar, siempre hay un elemento de azar”.

Presión en todos los sentidos

Los estudios odian el azar. Las películas son una forma de arte, pero también son un negocio y la idea es generar ganancias para que puedas hacer más películas.

Recientemente, historias surgieron sobre el nerviosismo de Warner Bros. sobre la exitosa película Gravedad. El director Alfonso Cuarón dijoa io9.com que el estudio sugirió tener escenas retrospectivas, dándole al personaje de Sandra Bullock un interés romántico y concluyendo la película con un helicóptero de rescate.

¿Y por qué no? Cuarón trabajaba con tecnología no probada y Warner Bros. invertía decenas de millones de dólares.

Hay mucha presión en todos los sentidos, dice Michael C. Smith, un cineasta e instructor. Hoy en día, debido a las circunstancias de éxito o fracaso de las películas de gran presupuesto, los estudios incluso programan fechas de estreno por adelantado y tienen grandes expectativas de franquicias. Pobre de la película que se meta en problemas de fechas límite.

“A menudo hay presión que se pone en películas particularmente grandes y de alto perfil, si mueven su fecha de lanzamiento, es señal de que hay un problema con la película”, dice Smith.

A veces la simple bendición del tiempo puede arreglar problemas, Smith señala: la fecha de estreno para Titanic fue retrasada, lo que le dio más tiempo al director James Cameron, y se rumoraba que era un desastre a punto de ocurrir y se convirtió en una de las películas más exitosas en la historia de Hollywood.

Más a menudo, las semillas de la destrucción se plantan mucho antes. Una película tiene cientos de partes movibles, desde los actores y directores hasta los editores, comercializadores y personal técnico. Puede tener a los actores correctos pero los papeles equivocados. Puede tener un buen director que es malo para el material. Puede tener un guión prometedor con problemas en el tercer acto. El ego de alguien (o los egos de muchas personas) pueden interponerse en el camino.

Nunca sabes.

Un caso clásico; tan clásico que generó todo un libro, The Devil’s Candyde Julie Salamon, es la versión cinematográfica de 1990 de la novela de Tom Wolfe, The Bonfire of the Vanities.

La novela de Wolfe de 1987, sobre un comerciante mujeriego de Wall Street que se ve enredado en un escándalo en Nueva York, dominó las listas de best-sellers y fue considerado material seguro para Hollywood. Hollywood le dio a algo de lo mejor y más brillante del medio: el director Brian DePalma, el guionista (y dramaturgo ganador del premio Pulitzer) Michael Cristofer, las estrellas Tom Hanks, Melanie Griffith y Bruce Willis, todas en la cima de finales de la década de 1980.

Pero en retrospectiva, hubo problemas. Hanks no era una buena elección para el comerciante. (Wolfe veía a Chevy Chase, quien en realidad había crecido entre los neoyorquinos de la clase alta, aunque es una pregunta abierta si Chase hubiera podido lograr la interpretación). El estudio le ofreció a Willis su papel, como un periodista sensacionalista, después de que fuera rechazado por otros. El final cínico de Cristofer fue cambiado después de malas pruebas.

A pesar de todo esto, DePalma dijo “nadie se percartó de que iba mal cuando la hicimos”.

La historia no termina bien. La película se hundió con los críticos y las audiencias.

‘7,000 oportunidades para echarlo a perder’

Por supuesto, en retrospectiva todo se entiende completamente, y “lo que funciona” está al ojo del espectador.

Algunas películas descuidadas son exitosas en la taquilla, lo que hace feliz al estudio (y presumiblemente a todos los demás); otras películas, aclamadas como grandes, caen con las audiencias.

El director Allen Baron, quien hizo el clásico del cine noir de 1961, Blast of Silence, señala que a veces es una cuestión de tiempo.

Bonnie y Clyde, el clásico de 1967 con Warren Beatty y Faye Dunaway, originalmente fue dejada solo para los autocinemas y cines de nivel inferior, y muchos críticos se horrorizaron por la violencia.

Pero Beatty, quien también produjo la película, le pidió al estudio otra oportunidad; y esta vez la película, gracias a algunas reseñas positivas y recomendaciones de boca en boca, se convirtió en un éxito.

“(El cine es) en algunas formas un proceso torpe, debido a todas las variaciones involucradas; y todas las personas involucradas”, dice. Sobre todo se refiere a los ejecutivos, quienes “hacen opiniones que no les costarán su empleo y al mismo tiempo no promoverán la película que esperan lanzar apropiadamente”.

Además, dice Dixon, el azar puede funcionar a tu favor. Observa que la famosa película de gánsteres de 1931, The Public Enemy, originalmente tenía como elenco a James Cagney y Edward Woods en los papeles del otro. El director William Wellman se percató de que el casting estaba mal y lo cambió, lo que esencialmente creó la carrera de Cagney (y terminó la de Woods).

Es más, si Steven Spielberg no hubiera tenido tantos problemas con Bruce el tiburón mecánico, no hubiera filmado Tiburón de 1975 tan inteligentemente, guardando a la bestia para momentos clave. Si Bruce hubiera funcionado apropiadamente, los efectos especiales hubieran tomado el control y Tiburón podría haber perdido su suspenso.

Sí, nadie se dispone a hacer una mala película, como dice el viejo dicho. Pero debido a todas las variables, es una maravilla que tantas películas funcionen tan bien como lo hacen.

“Es una tarea difícil hacer que una audiencia crea y seguir una historia en cada momento de una película”, dice Smith. “Si pierdes a la audiencia durante un segundo, puedes perderla durante el resto de la película. Hay 7,000 segundos en una película, así que tienes 7,000 oportunidades para echarlo a perder”.