Por John Dickie, especial para CNN
Nota del editor: John Dickie es el autor de varios libros sobre la mafia, entre ellos “Cosa Nostra: A History of the Sicilian Mafia” (Cosa Nostra: Una historia de la mafia siciliana). Además, es profesor de estudios italianos en el University College de Londres.
(CNN) – “No sé si los criminales organizados pueden hacerle algo al Papa. Pero ciertamente lo están considerando”.
Estas palabras, pronunciadas en una entrevista reciente por un fiscal italiano que trabaja en contra de la Mafia, no justifican del todo los alarmantes titulares que suscitaron alrededor del mundo, pero al mismo tiempo, sería precipitado desecharlas del todo.
El nuevo Papa representa una seria amenaza a algunos intereses criminales establecidos, en un momento crítico en la extensa historia de la relación de la Mafia con el catolicismo; un pasado marcado tanto por intimidad como violencia.
El problema de la Mafia italiana es tan antiguo como el estado italiano. Las tres principales Mafias -la Camorra, la ‘Ndrangheta y Cosa Nostra- se iniciaron en medio de la violencia política que llevó a la unificación de Italia en 1860. Sin embargo, no fue sino hasta 1993 que un Papa explícitamente denunció a la Mafia. Al pronunciarse en Sicilia, Juan Pablo II le advirtió a los gángsters que el juicio de Dios era inminente. La respuesta de Cosa Nostra a las palabras del Papa llegó dos semanas después, cuando colocó bombas que causaron serios daños a dos antiguas iglesias en Roma.
Antes de esa ruptura tan significativa, mafiosos y sacerdotes se habían llevado bastante bien por razones políticas. La Iglesia aborrecía al nuevo estado italiano porque su unificación le había privado al Pontífice de su reino terrenal, dejándolo solamente con la Ciudad del Vaticano. Así que la Iglesia buscó fuentes piadosas de autoridad en otros lugares. Y los jefes de la Mafia siempre han logrado dar la imagen de ser devotos paladines del orden.
El día del santo patrono, cuando una estatua es llevada por las calles en medio de oraciones y cantos, es el evento principal del calendario en muchos pueblos y aldeas italianas. Con bastante frecuencia, el capo local se colocaba al frente del desfile. La ‘Ndrangheta incluso encubría su reunión general anual detrás de un festival religioso. Desde finales de la década de 1890, los jefes a lo largo de Calabria se han reunido a principios de septiembre, en el Festival de la Virgen de Polsi.
Durante la Guerra Fría, la Iglesia permaneció firme en su posición en contra del comunismo. Los jefes de la Mafia estaban sumamente interesados en posicionarse como baluartes en contra de la amenaza roja, porque eso los ayudaba a estar en buenos términos con los cristianos demócratas, el partido político católico que tuvo el poder hasta 1994. En 1964, el cardenal arzobispo de Palermo denunció cualquier comentario sobre la Mafia como una conspiración comunista para manchar a Sicilia. En 1982, Juan Pablo II visitó Palermo en medio de una guerra del bajo mundo en la que cientos perdieron la vida, y no utilizó la palabra “Mafia” ni una sola vez.
Así que la Iglesia permaneció, en el mejor de los casos, reprochablemente silenciosa respecto a la permanente emergencia respecto a la Mafia de Italia. Durante ese tiempo, los mafiosos aprendieron a hablar el lenguaje religioso, y a tergiversarlo según sus propios intereses. La evidencia es abrumadora: la mayoría de gángsters italianos son creyentes.
Durante la producción de un documental reciente para la televisión italiana, visité muchos de los bunkers fortificados que los jefes de la ‘Ndrangheta han construido para estar preparados en caso de que deban ocultarse. Ni un sólo búnker estaba libre de crucifijos, estatuillas de santos y cuadros de la Virgen.
Acompañé a los carabinieri (policía militar) en una redada a la villa de uno de los jefes, la cual había sido construida usando como modelo la casa que aparece en la escena final de la película “Scarface”. No sólo había una gran imagen de la Virgen de Polsi cerca de la puerta principal; el interior también estaba decorado con varios artículos religiosos que competían por el espacio junto a espadas de samurái y réplicas de ametralladoras.
La religión ofrece a las Mafias una manera de unir sus organizaciones y les da la sensación de que están extorsionando y asesinando en nombre de una causa más noble que su propia avaricia. La devoción de la mayoría de afiliados a la Mafia es la prueba máxima del tópico de que la religión puede utilizarse para justificar cualquier causa.
Entonces, ¿qué fue lo que cambió? ¿Por qué hizo Juan Pablo II su famosa denuncia de la Mafia en 1993? Hay dos razones fundamentales. La primera es el final de la Guerra Fría. La segunda es que en 1992 tuvieron lugar los terribles atentados con explosivos para asesinar a Giovanni Falcone y Paolo Borsellino, los dos fiscales principales que trabajaban en contra de la Mafia de Italia.
Desde entonces, el Vaticano ha afianzado su posición en contra de este grupo. Un importante gesto simbólico se dio anteriormente este año, cuando el padre Pino Puglisi, un sacerdote de Palermo asesinado por Cosa Nostra en 1993, fue beatificado.
Aún hay mucho por hacer antes de que pueda decirse que la Iglesia Católica en su totalidad se ha distanciado de la Mafia. Los sacerdotes no siempre están dispuestos a hacer lo que se establezca en la plaza de San Pedro. Algunos todavía presiden los espléndidos acontecimientos que unen a las dinastías del bajo mundo. Los festivales religiosos siguen siendo sujetos a infiltraciones de la Mafia.
El Papa Francisco está seguro de que no habrá vuelta atrás. Utilizó la beatificación del padre Pino Puglisi como su impulso para repetir la denuncia que Juan Pablo II hizo de la Mafia hace veinte años. Sin embargo, el nuevo Papa también está llevando la batalla contra el crimen más allá del ámbito de las palabras y los símbolos. El terreno decisivo sobre el cual se peleará dicha batalla es el de las finanzas.
La Iglesia es rica. Sin embargo, sus finanzas también son bastante complejas, y carecen por completo de transparencia. En el centro de este archipiélago de instituciones financieras se encuentra el Instituto para las Obras de Religión (IOR): el Banco del Vaticano. Maneja el dinero de muchas órdenes religiosas. Sin embargo, también actúa como una pequeña porción de las Islas Caimán en el lado occidental del Río Tíber; esto es lo que lo torna atractivo para las personas que quieren mantener sus riquezas alejadas de los entrometidos ojos de la ley.
El IOR ya se ha visto envuelto en escándalos. En 1982, lo implicaron en el fraudulento fracaso del Banco Ambrosiano, cuyo presidente, Roberto “el banquero de Dios” Calvi apareció ahorcado bajo el puente Blackfriars en Londres. Aunque su asesinato, o suicidio, permanece sin resolver, es bastante probable que se dedicaba a lavar las ganancias que la Cosa Nostra obtenía del tráfico de heroína.
Muchos observadores piensan que los esfuerzos de la Iglesia por reformar sus finanzas luego del escándalo del caso de Calvi fueron inconsistentes. Fue poco lo que cambió. Sin embargo, ahora el Papa Francisco ha contratado expertos externos para hacer que el IOR se ajuste a los estándares internacionales de transparencia y probidad. Hace tan sólo algunos días fue particularmente franco en condenar a los italianos que adoran a “la diosa del soborno”, y que donan a obras de caridad mientras evaden impuestos.
Nadie sabe qué tanto ha sido afectado. Muchos sospechan que las Mafias y diversas turbias conspiraciones han estado ocultando dinero bajo las narices de obispos y cardinales. Si Francisco realmente está decidido a llevar a cabo esta operación de limpieza, entonces probablemente habrá muchas personas que le desearían el mal.
Entonces, ¿realmente la Mafia asesinaría al Papa? Es muy poco probable. Las Mafias rara vez matan a alguien sin antes llevar a cabo un análisis de costo-beneficio. Incluso una proyección rudimentaria de las posibles consecuencias de atentar contra el líder de la Iglesia Católica demostraría que es un objetivo catastrófico. Un escenario mucho más probable es que la Iglesia va a seguir reformando sus finanzas, pero a paso lento, como es su costumbre. Mientras tanto, el dinero sucio se diluirá misteriosamente.
(Las opiniones expresadas en este artículo corresponden exclusivamente a John Dickie)