Por Robyn Curnow, CNN
(CNN) — No se puede exagerar sobre la importancia que tuvo el liderazgo de Mandela en sacar a Sudáfrica de la guerra civil y llevarlo a una democracia.
Su particular estilo de liderazgo estaba alimentado por una innata fuerza interior, un profundo sentido de autoconfianza y años de paciencia encerrado en una cárcel del apartheid.
Las características que definen a Mandela, quien fue el líder correcto en el momento correcto, nos brindan claves a todos sobre cómo manejar conflictos, tratar con enemigos y jugar a largo plazo.
1. Todos son bienvenidos
Como líder, Mandela tenía una naturaleza incluyente. Su niñez en la zona rural de Cabo del Este, observando cómo los líderes tribales atendían los problemas de la comunidad, le inculcaron un sentido consensual para abordar la política.
En prisión y durante su presidencia, Mandela se aseguró de que negros y blancos, xhosa y zulus, ingleses y africanos, comunistas y capitalistas, tuvieran acceso y representación equitativa.
Para Mandela, la inclusión de un amplio de grupo de personas en la toma de decisiones era la forma más pura de democracia.
2. Escucha y espera
Mandela es legendario por escuchar todas las partes de la argumentación, tomando consejos y luego ofreciendo su análisis.
Al hablar hasta el final y entrar al debate en una etapa avanzada, hacía que Mandela ganara no sólo ventaja psicológica sino la capacidad de cerrar la discusión.
La decisión final era de él, pero no antes de tomar en cuenta los consejos.
3. En ocasiones hazlo solo
“Llega un momento en que un líder debe guiar”, dijo uno de los compañeros de prisión de Mandela.
A finales de los ochentas, cuando las ciudades sudafricanas estaban quemándose y la presión del aparato de seguridad nunca pareció más fuerte, Mandela comenzó a platicar y negociar en secreto con el Estado apartheid.
Mandela abandonó su estilo de consenso porque sabía que sus colegas del Congreso Nacional Africano no estarían de acuerdo o vetarían cualquier contacto con “el enemigo”.
Por lo tanto, lo hizo por su cuenta. Arriesgándose, siguió su instinto de que era un buen momento para negociar.
4. Las primeras impresiones cuentan
Mandela estaba plenamente consciente del poder de la imagen. Es alto, con aspecto imperial y camina completamente erguido. Cuando entra a un salón lo llena con su presencia física. Cuando usa sus camisas casuales de seda, tiene un aura de un sabio y místico gurú.
Su esposa Graca me dijo que es “vanidoso”, siempre bien vestido, con todo muy bien acomodado. Esto es tanto por orgullo personal como por proyectar la imagen de un hombre seguro, exitoso y de confianza.
Mandela se vendía a sí mismo como el “tipo al que hay que acudir” ya que no sólo era un gran líder, también se veía como uno. Siempre es fascinante ver cómo la gente gravita hacia él en un salón. Atrae a las personas como un imán, incluso a los niños que no tienen idea de quién es. Él es el “hombre importante” como dicen en Sudáfrica, incluso antes de que abra su boca.
5. Los medios de comunicación no son el enemigo
Para ser un hombre que estuvo encerrado y alejado del mundo durante 27 años, Mandela tiene un estimulante conocimiento de los medios. No es común en un líder africano, muchos de los cuales siguen viendo a la prensa con suspicacia. Mandela difería con miembros de su propio partido por su actitud a la libertad de prensa.
Zapiro, el caricaturista político sudafricano, recuerda frecuentemente que Mandela le dijo que disfrutaba mucho sus caricaturas, aún cuando el propio Mandela fue criticado y caricaturizado. Es importante destacar que Mandela sabía cómo comportarse ante las cámaras y manipular el mundo de las celebridades; era tan relajado con estrellas de rock como con presidentes de otros países.
Esencialmente, aprovechó a los medios para transmitir una imagen de apertura con todo el mundo, lo cual lo ayudó a ganarse a aquellos que lo veían con suspicacia.
6. Cuando se acaba, se acaba
Uno de los legados más importantes de Mandela fue su decisión de dejar la presidencia después de cumplir un primer período. Muy pocos líderes africanos han renunciado al poder tan fácil y rápidamente. Predicando con el ejemplo y demostrando que él no era más grande que la propia investidura presidencial, ayudó a estabilizar el viaje democrático de Sudáfrica.
Es una lección que es tan importante para los apostadores como para los deportistas y los CEOs: renuncia cuando estés en la cima. Hazte a un lado cuando el juego termine. Haz lo que tengas qué hacer, di adiós y sigue adelante.
Mandela no ha sido visto en público en más de un año. Está débil, viejo y a veces olvidadizo. Mientras parte, en el ocaso de su vida, nunca es demasiado tarde para aprender de uno de los gigantes de nuestra época.