Por William Lee Adams, CNN
(CNN) – El fotógrafo y autor Paul Koudounaris tuvo acceso sin precedentes a estos llamados “santos de las catacumbas” para su nuevo libro Heavenly Bodies (Cuerpos celestiales).
Muchos de ellos nunca habían sido fotografiados para su publicación antes. Venerados como objetos espirituales y luego injuriados como una fuente de vergüenza para la Iglesia, su historia desigual está marcada por una constante: una belleza misteriosa e inquietante.
“Quería realizar este proyecto para proporcionarles un nuevo contexto”, dice Koudounaris, “y mirarlos no como artículos devocionales fracasados, sino como objetos de arte”.
Cuando los arqueólogos abrieron las catacumbas de Roma en 1578, se desató una ola de fervor religioso. Los funcionarios católicos desenterraron restos óseos, los cuáles asumieron eran de los primeros mártires cristianos y contrataron a artesanos para restaurarlos.
Con incrustaciones de oro y joyas, los esqueletos luego fueron expuestos en los lujosos santuarios de toda Europa para transmitir la gloria que le esperaba a los seguidores devotos de la Iglesia después de la vida. Pero a principios del siglo XIX su autenticidad santificada entró en duda y, en un cambio dramático de la fortuna, muchas de las reliquias fueron escondidas de la vista o destruidas.
CNN: ¿Cuál era el propósito de decorar los esqueletos con oro y joyas?
Paul Koudounaris: Proporcionaba una nueva e importante forma de propaganda: estos esqueletos, enviados al norte y luego decorados de esta forma elaborada y opulenta, eran una manera de decir que la mayor gloria está reservada para aquellos que permanecen fieles en la fe, y que están dispuestos a hacer el sacrificio final en su nombre. En efecto, la extravagante decoración de estos esqueletos proveía un símbolo de la gloria que aquellos que permanecían fieles a la Iglesia Católica podían esperar en el Cielo.
CNN: ¿Los artesanos venían siempre de la Iglesia Católica?
PK: Las personas que decoraban los esqueletos eran generalmente monjas. Si no eran monjas, probablemente eran monjes o conversos afiliados a una organización religiosa local. Únicamente cuando se necesitaba algo especial -para los casos en que se deseaba decorar el esqueleto con una armadura de plata, por ejemplo, como se hacía algunas veces- se contrataban artesanos seculares.
Las monjas en particular eran la opción perfecta para decorar a los esqueletos así. Frecuentemente estaban involucradas en trabajo textil, de encaje y abalorios, por lo que tenían una práctica a un nivel muy elevado. Esas son las que podríamos considerar como artes tradicionales, pero son el tipo exacto de habilidades que eran necesarias para decorar a un esqueleto así.
CNN: ¿Los artesanos alguna vez dejaban ofrendas con los esqueletos?
PK: Era en definitiva un honor trabajar con tales esqueletos, ya que era un servicio a Dios. Es de notar que muchos de los esqueletos tienen anillos en sus dedos huesudos; a menudo estos anillos se los proporcionaban las mismas personas que los decoraban, como forma de dejar una ofrenda perdurable con el esqueleto en el que habían trabajado, ya que era un privilegio haber sido parte de ese proyecto.
CNN: ¿Había algún significado adscrito a las joyas específicas escogidas para adornar los esqueletos?
PK: En realidad, no. No tenía necesariamente un significado el usar, por ejemplo, una amatista o una perla en lugar de alguna otra cosa, pero, en conjunto, la decoración elaborada y opulenta simbolizaba la idea de la gloria celestial. Simbolizaba la gloria que Dios guarda para aquellos que lo sirven. De manera que el significado de la decoración era recordar a aquellos en la congregación local de la gloria que los esperaría en el cielo si permanecían fieles a la Iglesia y hacían el sacrificio que fuera en su nombre.
CNN: Muchos de los santos de las catacumbas tienen joyas por ojos y decoraciones en oro como sonrisas. ¿Había alguna motivación para hacerlos ver más como humanos?
PK: La decoración de estos esqueletos no era un movimiento artístico típico, no era como un movimiento moderno como el cubismo o el impresionismo, en donde un artista está consciente de lo que otros realizan estilísticamente y uno puede trazar una evolución. No había un estilo uniforme para la decoración de los esqueletos y había marcadas diferencias regionales. Uno de ellos involucró el intento en algunas áreas de humanizarlos moldeando cera sobre el cráneo para darles rostros falsos, luego colocándoles ojos de cristal, pelucas, y así sucesivamente. La idea era que al hacerlos parecer “más humanos”, las personas serían capaces de establecer un vínculo con ellos. En otras palabras, para hacerlos parecer menos repulsivos.
CNN: ¿Qué sucedió con las reliquias luego de que la gente cuestionara su autenticidad?
PK: Muchas fueron simplemente destruidas. En el Siglo XIX, era típico que las personas arrancaran todas las joyas como desechos y simplemente tiraran los huesos o los enterraran en tumbas anónimas. De manera que algunos de ellos que sobrevivieron terminaran en unidades de almacenaje, otros en colecciones privadas y de museos. Incluso encontré uno escondido en una caja en el altar de una de las iglesias locales, la misma iglesia no tenía idea de que este “santo de las catacumbas” se encontraba en esta caja. Había permanecido escondido allí probablemente por lo menos un siglo.
CNN: Santa Faustina nunca fue fotografiada para su publicación hasta que la fotografiara para su libro. ¿En dónde está?
PK: Estaba en una unidad de almacenamiento detrás de un aparcamiento, a donde fue enviada hace décadas porque se pensaba que era demasiado macabra para los ojos modernos. Como dije, muchos de ellos se cayeron de la historia y fueron expulsados. Ella era uno de ellos.
CNN: ¿Hay algunos ejemplos de santos que eran claramente auténticos, pero que sobrevivieron de todas formas?
PK: Federico podría haber sido destruido. A finales del Siglo XVIII, el Emperador José II, quien en ese momento gobernaba en Austria, dio las instrucciones de que cualquier reliquia que no tuviera una procedencia firme y aceptable debería de ser retirado de sus capillas y desechado. Era un hombre de la Ilustración, y su decreto era para ayudar a deshacerse de tontas supersticiones y veneración inadecuada.
Federico nunca podría haber sido aceptable. Piénselo: Es supuestamente un mártir de las catacumbas romanas, pero su nombre es “Federico”, ese ni siquiera es un nombre romano. Es un nombre alemán, ni siquiera es latín. Probablemente la razón por la que no fue destruido fue porque el esqueleto había sido un regalo al monasterio de la madre de José II, María Teresa.
CNN: ¿La gente eligió venerar a santos específicos?
PK: Mundicia era la santa patrona de las solteronas. Las mujeres mayores sin casarse, por lo tanto, gravitaban hacia ella como su santa y patrona. Se mantuvo guardada durante varias décadas, escondida porque era demasiado macabra para los ojos modernos. Pero luego le retiraron las tablas que la tapaban para que pudiera ser vista porque era una parte muy importante de la historia local y el folclore.
Luego que se retiraron las tablas, un vándalo entró en la iglesia, rompió el santuario para abrirlo, y escapó con todas las joyas rojas y verdes que cubrían su cuerpo. La iglesia la restauró, colocó réplicas en donde habían estado las que robaron. Sin embargo, ese incidente es un episodio triste, un comentario triste acerca de cómo se trataron a estos esqueletos.
CNN: Los esqueletos pueden ser vistos como sobrecogedores u ostentosos. ¿Algún grupo puso objeciones a la práctica de decorarlos?
PK: Los protestantes por supuesto despreciaban estos exagerados esqueletos y pensaban que eran absurdos. Para los protestantes, estos esqueletos eran una especie de ejemplo del peor caso de la superstición desenfrenada en la Europa católica. Una de las cuestiones que a menudo me preguntan, sin embargo, es si alguna vez ha habido evidencia de objeciones por parte católica a prodigar obviamente grandes cantidades de dinero en estos esqueletos. La respuesta, posiblemente sorprendente desde un punto de vista moderno, es no. De hecho, era completamente lo opuesto. Los lugareños solían dar la bienvenida a estos esqueletos sin cuestionamientos y con los brazos abiertos.
CNN: ¿La estética de los esqueletos todavía tiene alguna influencia sobre diseñadores y artistas en la actualidad?
PK: Definitivamente existen ejemplos de tipos similares de cosas en el mundo moderno, especialmente en la obra de un artista como Damien Hirst, y la apariencia parece haberse filtrado en la cultura popular en una especie de estética de Piratas del Caribe. Pero estos esqueletos cayeron en el desuso en la historia, son prácticamente conocidos únicamente de forma local, si es que allí los conocen; es difícil decir si existe alguna línea directa de descendencia entre ellos y los cognados que uno puede encontrar en el mundo moderno.
CNN: ¿Qué ciudad o iglesia tiene la mejor colección de esqueletos enjoyados hoy en día?
PK: Waldsassen todavía tiene diez de estos esqueletos, todos en exposición, todos todavía resplandecientes. Es la más selecta exposición de esqueletos enjoyados que aún existe. Allí es como la Capilla Sixtina de la muerte. La increíble muestra incluye un esqueleto a cada lado del altar, diez de ellos, y luego dos bustos esqueléticos decorados detrás del gran altar, para un total de doce, uno para cada mes del año. Cuando las personas me escriben, cosa que hacen a menudo, y dicen, “Si quiero ver uno de estos en persona, ¿a dónde debería dirigirme?”, siempre les digo que vayan a Waldsassen. Es una muestra increíble, que está intacta, de esqueletos enjoyados.
CNN: ¿En algún momento compartió el sobrecogimiento de los católicos del Siglo XVI que veneraron estos objetos?
PK: Sí, definitivamente. Cuando los estaba fotografiando, a menudo me encontraba poseído por algo así como empatía, el sentimiento de la veneración y el amor que una vez se les dio. Fue impresionante pero triste a la vez sentir lo que estos esqueletos fueron alguna vez, el poder que alguna vez se pensó tenían, y el significado que alguna vez tuvieron para tantas personas, pero que se les negó. Fue una experiencia a menudo profunda, con medidas de asombro y tristeza, especialmente la última.