(CNN) — Nelson Mandela nació en un país en el que la segregación racial estaba contemplada en la ley, tenía 30 años cuando la palabra apartheid se introdujo en la política sudafricana.
En ese entonces, Mandela ya era miembro del Congreso Nacional Africano (ANC), partido al que se afilió en 1944, dos años después de convertirse en abogado. Adoptó la filosofía del ANC, que sostenía que había que liberar a los sudafricanos del racismo, y fundó la Liga de Jóvenes del ANC con sus amigos Oliver Tambo y Walter Sisulu.
Esta organización pronto eclipsó a la organización matriz al exigir la eliminación de la supremacía blanca y el establecimiento de un gobierno democrático. El Partido Nacional, dominado por los afrikáners, llegó al poder en 1948 y aprobó leyes con las que se estableció un sistema de discriminación racial: el apartheid.
Cuatro años despues, el ANC envió una carta al primer ministro, en la que exigían que se revocara el apartheid. El gobierno se rehusó y el ANC inició una campaña de resistencia pacífica. Mandela ayudó a organizar la Campaña para Desafiar a las Leyes Injustas, que contemplaba huelgas y que miles de voluntarios hicieran uso de las entradas de edificios y los baños exclusivos para blancos.
El líder sudafricano fundó el primer bufete de abogados de Sudáfrica dirigido por negros. En 1955, el ANC convocó a una reunión masiva, el Congreso del Pueblo, al que asistieron indios, negros y blancos simpatizantes. Durante la reunión, se adoptó el Estatuto de la Libertad, en el que se afirmaba que “Sudáfrica pertenece a todos los que viven en ella, negros o blancos; ningún gobierno puede exigir la autoridad si no está basado en la voluntad del pueblo”.
El gobierno disolvió la reunión, arrestó a Mandela y a 155 personas más, los acusó de alta traición. Ninguno fue hallado culpable, pero el juicio se postergó hasta 1961, cuando se liberó al último de los acusados.
Condena por traición
En 1960, un grupo de secesionistas africanos, el Congreso Panafricano, inició una nueva campaña en la que miles de manifestantes se presentaron pacíficamente en las estaciones de policía. En Shaperville, cerca de Johannesburgo, la policía atacó a la multitud ocasionando la muerte de 69 personas y daños a 200 personas más.
Después de esto, Mandela y el ANC concluyeron que el apartheid no se superaría usando solo los medios pacíficos y que era necesario recurrir a la violencia como medio de resistencia legítima, por lo que Mandela comenzó a respaldar actos de sabotaje contra el régimen y en 1964 fue sentenciado a cadena perpetua por traición.
El líder sudafricano pasó 27 años tras las rejas, 18 de ellos en una prisión de máxima seguridad en la isla Robben, en la costa de Ciudad del Cabo. En 1973 inició una nueva fase de resistencia cuando los sindicatos negros organizaron una serie de huelgas para exigir salarios más altos y mejores condiciones laborales.
Los estudiantes africanos negros, entre los que destacó Steve Biko, fundaron el movimiento Conciencia Negra. El movimiento llamaba a los africanos a enorgullecerse de su cultura y su ideología y fue sumamente atractivo para los jóvenes africanos. En 1976, cientos de alumnos de Soweto protestaron por tener que usar el afrikaans como idioma de aprendizaje. En esas manifestaciones, la policía respondió con gases lacrimógenos y abrió fuego, dejando un saldo de tres manifestantes muertos y varios heridos.
El rechazo internacional
El acontecimiento desencadenó mayores disturbios durante los que murieron varios cientos de personas. Biko, quien quedó detenido indefinidamente, murió en agosto de 1977 a causa de las lesiones que sufrió en la cabeza durante los interrogatorios de la policía. Para ese entonces, ya se había puesto un alto a la resistencia negra abierta.
En 1974 y 1975, los portugueses entregaron Mozambique y Angola; en 1980, Rodesia quedó bajo control africano con el nombre de Zimbabwe. Sudáfrica estaba cada vez más aislada al ser el último bastión de la dominación racial blanca y se convirtió el foco de las denuncias mundiales.
La Asamblea General de la ONU declaró en 1973 que el apartheid se consideraría un crimen contra la humanidad y en 1977, el Consejo de Seguridad de la ONU autorizó que se aplicara un embargo a la exportación de armas hacia Sudáfrica. El país quedó aislado en los ámbitos del deporte y el entretenimiento. Se les prohibió participar en las Olimpiadas; las agrupaciones internacionales de rugby y el cricketrechazaron su participación. Algunos equipos no oficiales de jugadores rebeldes visitaron Sudáfrica ocasionalmente.
Mientras tanto, el gobierno sudafricano se enfrentaba a la creciente oposición en su interior. El Frente Unido Democrático se formó a finales de 1983 y organizó cada vez más huelgas y boicots. Para finales de 1985, habían estallado más de 390 huelgas en las que participaron 240,000 trabajadores. Dos respetados líderes religiosos, el obispo Desmond Tutu (que posteriormente se convertiría en arzobispo) y el reverendo Allan Boesak, emergieron como los principales voceros.
El conflicto era aún más intenso en los municipios, en donde los habitantes quemaban los edificios gubernamentales y buscaban destruir todos los elementos del gobierno del apartheid. Hubo muchos ataques contra los hogares de los policías y concejales negros a quienes el gobierno usaba para administrar los municipios. Las imágenes de la violencia dieron la vuelta al mundo y se endurecieron las sanciones y muchas empresas se retiraron de Sudáfrica.
En 1986, el gobierno declaró el estado de emergencia nacional tras la reducción de las inversiones, la interrupción de las comunicaciones aéreas y el cese de las importaciones de bienes sudafricanos. Por tres años, la policía y el ejército patrullaron los municipios a bordo de vehículos armados y detuvieron, atacaron y asesinaron a miles de habitantes.
Para principios de 1987, los cálculos no oficiales señalaban que se había detenido a 30,000 personas. El gobierno empezó a intentar hacer cambios al enfrentar la creciente desaprobación internacional y el estancamiento económico. El presidente P. W. Botha se dio cuenta de que el cambio era inevitable. En 1986 declaró ante la Asamblea, compuesta exclusivamente por personas blancas, que Sudáfrica había “superado el anacrónico concepto del apartheid”.
Sin embargo, Botha se resistía a la idea de dejar que los africanos participaran en el sistema político. En 1989 sufrió una embolia y los moderados del Partido Nacional se las arreglaron para sustituirlo con Frederick W. de Klerk. Durante un conmovedor discurso ante el Parlamento, el 2 de febrero de 1990, De Klerk anunció la liberación de Mandela y el programa para el cambio radical.
Al año siguiente, se aprogaron los pilares legislativos del apartheid: la Ley de Registro de Población, la Ley de Áreas de Grupos y la Ley de Tierras. Mandela, De Klerk y los líderes de otros 18 partidos impulsaron una nueva Constitución provisional. En abril de 1994, el ANC ganó las primeras elecciones de Sudáfrica en las que participaron todas las razas y Mandela fue nombrado presidente.