Por Noah Charney
Nota del editor: Noah Charnet es un profesor que enseña sobre la historia de delitos contra el arte. Es el autor del éxito de librería “The Thefts of the Mona Lisa: On Stealing the World’s Most Famous Painting”; todas las ganancias obtenidas son destinadas a la investigación de delitos contra el arte.
(CNN) — Cuando George Clooney, Matt Damon y Bill Murray aparezcan en la pantalla grande este invierno, en el drama “The Monuments Men”, los espectadores se sumergirán en el mundo de los delitos contra el arte cometidos por los nazis.
“Los hombres de los monumentos” era un grupo conformado por más o menos trescientos oficiales aliados que tenían la tarea de ubicar, proteger y recuperar obras de arte y monumentos que estaban en peligro a causa de las luchas en la Segunda Guerra Mundial. Con el tiempo se enteraron del plan elaborado y altamente organizado que Hitler tenía para despojar a Europa de su arte.
De hecho, Hitler había establecido una unidad militar dedicada exclusivamente al robo de obras de arte y archivos, y estableció planes detallados para reestructurar la totalidad del pueblo de Linz, Austria, donde se crió, en un “súper museo” que ocupara toda la ciudad, y que contara con cada una de las principales obras de arte del mundo. Debemos agradecerle a los así llamados “hombres de los monumentos” por haber rescatado decenas de miles de obras maestras, de entre aproximadamente cinco millones de objetos culturales que fueron robados durante la guerra.
Pero mientras la película se enfocará en dos grandes obras, el políptico “Adoración del cordero místico” de Jan van Eyck, y la escultura “Madonna de Brujas”, de Miguel Ángel, habrá un asunto obvio en la sala de proyecciones. Esto se debe a que nos encontramos ante una pregunta fascinante, cuya respuesta es complicada: ¿los nazis se robaron a la Mona Lisa? La respuesta es que pensaron que sí.
La desaparición de la Mona Lisa
El robo más famoso vinculado a la Mona Lisa ocurrió hace aproximadamente un siglo. El 14 de diciembre de 2013 marca el centésimo aniversario del regreso de la pintura más famosa del mundo a la exhibición pública, después de haber sido robada en 1911 del museo más famoso del mundo. La Mona Lisa de Leonardo da Vinci fue birlada del museo Louvre, el cual tenía un bajo nivel de seguridad, por un pintor aficionado y trabajador de mantenimiento italiano llamado Vincenzo Peruggia.
Peruggia tenía la falsa impresión de que el cuadro había sido robado por Napoleón durante su campaña italiana. Ésta fue una buena suposición, ya que a través de su unidad de robos de obras de arte (la primera unidad militar en la historia dedicada al robo de obras de arte), Napoleón había obtenido decenas de miles de piezas durante su campaña italiana. Sin embargo, la pintura de Leonardo da Vinci no se encontraba entre ellas, ya que había salido de Italia con el anciano Leonardo, cuando pasó sus últimos años bajo la protección del rey de Francia, Francois I, quien legalmente adquirió varias de sus pinturas después de su muerte, incluyendo la Mona Lisa.
Sin embargo, Peruggia pasó por alto este detalle de la historia. Vio la oportunidad de repatriar la pintura cuando la compañía donde trabajaba como carpintero y vidriero fue contratada para construir fundas protectoras para cubrir algunas de las obras más famosas del Louvre, aparentemente a fin de protegerlas de cualquier ataque, luego de que un anarquista había cortado una pintura de Ingres en señal de protesta.
Peruggia se vio uniformado como un trabajador del Louvre, y en contacto directo con la Mona Lisa. La noche antes del 2 de agosto de 1911, se escondió dentro de un closet en el Louvre, esperando a que las pisadas de los guardias nocturnas se perdieran en la distancia. En las primeras horas de la mañana, se deslizó fuera del armario, quitó a la Mona Lisa de su pared en el salón Carre del Louvre y se retiró a una escalera de servicio. Ahí, sacó la pintura de su marco, la envolvió en una sábana blanca y se dirigió hacia abajo.
Sin duda hubo un momento de pánico, cuando Peruggia giró el pomo de la puerta al pié de las escaleras, y encontró que estaba cerrado por dentro. Él estaba preparado para una eventualidad como ésta, y llevaba herramientas consigo. Desatornilló el pomo de la puerta y lo guardó en su bolsillo, pensando que así se abriría la puerta, pero no fue el caso.
Se encontraba atrapado dentro del Louvre, con el cuadro más famoso del mundo bajo el brazo… y entonces oyó el sonido de pasos acercándose. Bajando las escaleras venía un plomero, haciendo sus rondas matutinas. Para el fontanero, Peruggia era un empleado del Louvre que se había quedado encerrado durante la noche; algo que ocurría con frecuencia. Abrió la puerta y dejó que Peruggia saliera, no pensando nada malo del paquete en forma de Mona Lisa que Peruggia portaba.
Pasaron dos años antes de que alguien volviera a ver a la Mona Lisa. La investigación fue un fiasco que resultó en la destitución del director del Louvre y el director de la policía de París. Los medios de comunicación internacionales se burlaron de la falta de seguridad del Louvre. De hecho, éste fue el primer robo que generó interés en los medios de comunicación mundiales, iniciando una aventura con la élite de las obras de arte más costosas, y su robo.
Valioso botín
El más impresionante y resonante éxito de “los hombres de los monumentos” fue el rescate de 12.000 obras de arte destinadas para el museo en Linz que Hitler había planeado, las cuales fueron almacenadas en una antigua mina de sal en Altaussee, en Austria, que los nazis habían convertido en una bodega secreta de piezas robadas.
La supervisaba el feroz oficial de la SS, August Eigruber, quien estaba decidido a destruir todas las obras de arte si no podía defender la mina de los aliados. Aquí es donde se almacenaban las piezas más famosas, entre ellas gemas de Vermeer, Rafael, Rembrandt y obras influyentes de artistas antiguos. Sin embargo, hay cierta confusión respecto a si la Mona Lisa también se encontraba ahí.
Hay dos documentos primarios que dan fe de la presencia de la Mona Lisa en la mina de sal de Altaussee. El informe de una misión secreta llamada Operación Ebensburg, en la que cuatro agentes dobles austríacos fueron lanzados en paracaídas a los alpes para retrasar la destrucción de la mina Altaussee hasta que el Tercer Ejército Aliado pudiera llegar, indicaba que los agentes dobles “salvaron los valiosos objetos como la Mona Lisa, proveniente del Louvre”.
Otro documento del 12 de diciembre de 1945 señala que “la Mona Lisa de París va en los 80 vagones de arte y objetos culturales de toda Europa” que se encontraron en la mina. Y aún así no hay registro aparte de esos dos documentos de que el cuadro más famoso del mundo haya sido parte de la acumulación más famosa del mundo de obras de arte robadas. Seguramente habría sido notable, una pieza rescatada tan famosa como “Adoración del cordero místico”.
Envuelta en misterio
El Louvre permaneció reservado respecto que había perdido a la Mona Lisa. Los únicos documentos sobre la pintura durante la Segunda Guerra Mundial dan fe de que fue embalada el 27 de agosto de 1939, y enviada con otros tesoros nacionales franceses a una serie de cinco chateaux para mantenerlos a salvo, en teoría justo antes del avance de los nazis por el sur de Francia, aunque los invasores pronto ocuparon todo el país.
El próximo documento que se refiere a la pintura no es sino hasta del 16 de junio de 1945, donde ésta aparecía en una lista de las piezas que habían sido devueltas al Louvre. No se registra su paradero durante la guerra. Pero, ¿lo desconocían?
Lo último que el Louvre dijo al respecto fue que una copia idéntica de la Mona Lisa, también del siglo XVI, y difícil de distinguir para cualquiera que no fuera un especialista, estaba entre las miles de obras que se reunieron en el Musee Nationaux de la Recuperation, para las cuales no se encontraron dueños. Esta copia fue marcada como MNR 265. Luego de que cinco años pasaron y nadie pudo probar de quién era, fue enviada al Louvre. De 1950 en adelante, permaneció colgada en la pared afuera de la oficina del director del museo.
Con base en la evidencia disponible, y con un poco de trabajo de detectives, se pudo haber llegado a una conclusión convincente (aunque no confirmada) en cuanto a qué pasó con la Mona Lisa durante la guerra. Una pintura fue embalada en 1939 y enviada a varios castillos, justo delante de los nazis, pero se trató de esta copia del siglo XVI, no de la pintura original. Como sabían que la Mona Lisa sería un blanco obvio para los cazadores de arte nazis, el Louvre pudo haber mantenido el original escondido en París, mientras la copia llevó a los Nazis a una búsqueda inútil.
Esto explicaría por qué la “Mona Lisa” sí regresó de Altaussee, pero también explicaría por qué la “Mona Lisa” nunca salió de París. Se trató de la copia la que fue robada, escondida en Altaussee, y recuperada. Quienes la vieron asumieron que se trataba de la original, mientras otros, especialmente los “hombres de los monumentos” conocedores del arte, quienes catalogaron las piezas rescatadas de la mina de sal, sabían que se trataba de una copia.