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(CNN) — Todos lo años, el padre de Tasha Dimling descorchaba una botella de vino de su bodega para la cena navideña.

La Navidad pasada, Dimling tuvo que abrir la botella de Château Grand-Puy Ducasse 1975 en la tumba de su padre. “Sabía que necesitaba conectar con papá ese día antes de irme y celebrar Navidad con el resto de mi familia”, dice.

James Dimling murió de un infarto a los 74 años, un mes antes de Navidad en 2012.

“Era la única persona que me entendía”, dice Dimling, quien se autodescribe como “una niña de papá”.

Este año, de nuevo llevará al cementerio una botella de Château Canon Saint-Emilion 1970. Es su forma de dar vida a una tradición de Navidad que fue truncada.

Palabras como alegre, jovial y brillante infiltran el último mes del año, pero quienes perdieron a un amigo o familiar en esta época se quedan con la antítesis de la comodidad y la alegría; es un recordatorio anual de que a su celebración de festividades le falta una persona muy importante.

Aunque la cultura popular proclama a la temporada navideña como una época de felicidad, las personas abatidas por el duelo pueden tener dificultades para equilibrar la alegría con el luto, dice el psicólogo clínico Joshua Klapow.

Ni las luces navideñas más brillantes pueden apagar el dolor de perder a un ser querido.

“Si estás de luto, tu proceso emocional natural, saludable y necesario va en contra de lo que te rodea”, dice Klapow. “Y eso puede hacer que tu duelo sea más perceptible para ti y para otros”.

La culpa es, a menudo, una emoción común e inesperada para quienes experimentaron pérdidas cerca de las festividades, explica Klapow.

“Las personas no entienden que solo porque pasas por un periodo de duelo no significa que debas estar o que estarás triste cada día de las festividades”, dice Klapow.

Kristine Brite McCormick siempre experimentó un tono sombrío alrededor de las festividades. Su abuelo falleció el día de Navidad antes de que ella naciera. “Mi madre no hablaba directamente sobre esto, pero la pérdida siempre fue una parte de las festividades para mí”, dice.

El 6 de diciembre de 2009, su hija Cora, con tan solo cinco días de nacida, murió en sus brazos por un defecto congénito en el corazón.

Klapow dice que el consejo más vital para aquellos en una situación similar es darse permiso de llorar.

“(El duelo) es un proceso increíble de nuestra capacidad para manejar la tragedia. Si lo piensas así, no digo que vaya a hacerte sentir feliz, pero simplemente hace que el duelo no sea tan extraño, misterioso y negativo”, dice.

El duelo es una carga emocional y física, por lo que se recomienda administrar inteligentemente la gran cantidad de obligaciones sociales en las festividades.

“No tienes que ir a todas las fiestas. Hay que reconocer que puedes sentirte cansado o agotado; es importante que te cuides físicamente”, dice.

Si no quieres salir de tu habitación durante uno o dos días, es aceptable. Pero si después de dos semanas no puedes reunir la fuerza para realizar tareas básicas, podría ser útil hablar con un profesional de salud mental, psicólogo o psiquiatra, dice Klapow.

También dice que no hay que temer a la ola de emociones poderosas; no apartes continuamente los sentimientos de tristeza.

“Una de las mejores cosas que puedes hacer es: si necesitas llorar, llora”, dice. “No llorarás durante días y días”.

Klapow dice, desafortunadamente, que cada festividad puede desencadenar recuerdos traumáticos. Para las familias de Newtown, Connecticut, en Estados Unidos, nunca habrá un diciembre cuando mágicamente olviden ese día trágico en la Primaria Sandy Hook.

Es importante redefinir el periodo de festividades como memorial, dice.

En el caso de McCormick, enciende cinco velas por esos cinco días que pudo tener con su hija, y pone el árbol rosa que había comprado para la primera Navidad de la bebé y que llevó al funeral.

“Cuando tenemos momentos familiares, se trata menos de que ‘tenemos’ que reunirnos y más de que ‘tenemos la oportunidad’ de reunirnos. Simplemente no doy por sentado a la gente”, dice.