Por Sarah LeTrent, CNN
(CNN) – Hubo un sentimiento distante en el beso de año nuevo a la media noche. El día de San Valentín, una fiesta basada en poner los corazones a revolotear, estuvo lleno de incómodas pausas y miradas por encima del suflé a la persona a la que solías amar. Llega marzo, es tiempo de voltear la hoja.
En los últimos años, enero se ha hecho acreedor del apodo del “Mes del Divorcio”; se trata de un título menos llamativo que el Mes Nacional de las Mascotas (mayo) o Mes Nacional de la Miel (septiembre), aunque divorciarse puede ser sin duda tanto peliagudo como difícil.
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Mientras los psicólogos matrimoniales y abogados especialistas en divorcios dicen que la descripción más exacta de enero sería el mes de “Estoy empezando a investigar mis opciones”, ellos concuerdan en que hay algo de certeza en la denominación.
El análisis de FindLaw.com de las solicitudes de divorcio presentadas en Estados Unidos entre 2008 y 2011, junto al servicio de investigación legal Westlaw, reveló que los divorcios alcanzaban su punto máximo en enero, seguido por un aumento y punto máximo a finales de marzo.
Los análisis del sitio también mostraron que los términos de búsqueda “divorcio” y frases relacionadas como “derecho de familia” y “custodia de niños” aumentaron en un 50% de diciembre a enero, y dicho aumento continuó durante el mes de marzo.
Entonces, ¿qué pasa exactamente en esos primeros tres meses del año que hace que las parejas que aparentemente están felizmente casadas se sumen al aproximado 40% de los primeros matrimonios que terminan en divorcio en Estados Unidos?
“Las personas no quieren ser acusadas por sus amigos o familiares de que fueron insensibles justo antes de Navidad”, dice Miles Mason, abogado de familias y especialista en divorcio de Memphis.
“Si alguien viene a nosotros en enero, ellos tomaron la decisión de venir a verme a mí o a un abogado antes de las fiestas”.
Para algunos, todo es el dinero. El fin de año significa que es la época de la bonificación, una porción de la cual puede ser reclamada como un activo de un cónyuge. Esperar hasta enero tampoco interferirá con los impuestos del año anterior, los cuales la mayoría de parejas presentan en conjunto.
Mason dice que muchos otros están indecisos cuando empiezan sus conversaciones preliminares con un abogado. Ellos quieren saber lo básico: cuánto les va a costar, qué tanto afectará su vida diaria y otros asuntos prácticos.
Él dice que las personas, especialmente los ávidos planificadores, quieren tener una estrategia integral para poder tomar decisiones inteligentes, tanto personales como legales. Ésa es a menudo la razón por la que un cliente empezará la conversación en enero y esperará hasta marzo para solicitar el divorcio formalmente.
“El divorcio es contra intuitivo”, afirma.
Mark Banschick, psiquiatra y autor de la serie de libros “The Intelligent Divorce” (El divorcio inteligente), se refiere al inicio de un nuevo año como un “momento existencial”, ya que las personas evalúan sus vidas, se dan cuenta de que van muy rápido y que la versión actual de ellos mismos no es feliz.
“Ellos llaman a los abogados porque sienten dolor”, dice.
“No hay nadie que pueda lastimarte como la persona que amas”, dice. “La causa detrás de esto es que el amor es una oportunidad de sentirse validados. Sin embargo, esa vulnerabilidad que permite que alguien te reconozca es la misma vulnerabilidad que te permite sentirte devastado”.
El mejor momento para el divorcio, en su opinión, es cuando te sientes centrado en quién eres y qué necesitas.
Susan Pease Gadoua es la autora de “Contemplating Divorce, A Step-by-Step Guide to Deciding Whether to Stay or Go” (Considerando el divorcio: una guía paso a paso para decidir si quedarse o irse), y una terapeuta autorizada. Ella, al igual que Banschick y Mason, también experimenta un aumento de llamadas telefónicas al inicio del año, luego de que las personas salen de las fiestas.
“El problema con el divorcio es que nunca hay un buen momento”, afirma.
Pero los tres expertos, en diferentes entrevistas telefónicas, hicieron referencia a otro improbable mes con el mismo fenómeno: septiembre.
Banschick dice que simplemente querer un cambio no es una razón suficientemente buena; es fácil poner toda la carga de tu infelicidad sobre el cónyuge.
Banschick dice que es porque el verano es temporada de bodas y vacaciones; los niños están en casa sin ir a la escuela y “no es época de crear problemas”.
La raíz compartida de su conclusión es la siguiente: Esta temporada particular de unión se ha acabado, ahora es momento de volver a la vida real.
¿Has pasado por un divorcio? ¿Influyó la época del año? Cuéntanos en la sección de comentarios.