Por Mark Stratton, para CNN

(CNN) – El sonido del silbato de vapor proveniente de una locomotora color rojo cereza hace que un grupo de lugareños se reúna en una plataforma y aclame de emoción en el pueblo de Durán, Ecuador.

Es un sonido que muchas personas en este sencillo pueblo de la llanura tropical del Pacífico no habían escuchado en años.

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Algunos nunca lo han escuchado.

Una locomotora de vapor restaurada, de cien años de antigüedad, emerge lentamente de su cobertizo.

El vapor de su chimenea se mezcla con el aire húmedo que rodea la estación de Durán.

Dentro de unos pocos días, el vapor se cristalizará en las heladas temperaturas de los Andes ecuatorianos a medida que el Tren Crucero recorre su camino más allá de los picos gigantescos cubiertos de nieve hacia el reino de los cóndores , volcanes y la leyenda andina.

El gran tren de vapor es rehabilitado  

Los trenes en Ecuador han estado prácticamente en decadencia desde finales de los años noventa.

“Las fuertes lluvias de invierno de El Niño en 1982 destruyeron un tramo de la vía férrea entre Huigra y Bucay”, dice Slav Ivanov de Ferrocariles del Ecuador, los operadores del tren. “Las inundaciones de El Niño en la década de los noventa ocasionaron más daños”.

Para 2008, solo más o menos el 10 % de la red de trenes de Ecuador estaba en funcionamiento.

Desde entonces, el gobierno ecuatoriano ha gastado unos 280 millones de dólares en modernizar la vía férrea nacional.

El emblemático modelo del renacimiento de la vía férrea es el Tren Crucero, un tren de vapor de lujo renovado que opera un nuevo servicio que atraviesa los Andes entre Guayaquil y la capital de Quito (a 2.849 metros es la ciudad capital más alta del mundo).

El Tren Crucero sigue una vía estrecha de 453 kilómetros (282 millas) de largo, construida originalmente entre 1897 y 1908 a través de la sección de la Cordillera de los Andes de Ecuador.

La vía férrea fue construida para conectar las dos principales ciudades de Ecuador: Quito en los Andes y Guayaquil a lo largo del Pacífico.

Ahora, como en ese entonces, se trata de uno de los viajes en tren más emocionantes del mundo.

El viaje de lujo de cuatro días y tres noches de hoy en día se enfoca en turistas extranjeros y ecuatorianos ricos.

Los boletos cuestan 1.200 dólares por adulto (952 dólares por niño), e incluyen los hoteles y excursiones durante el recorrido.

Los vagones recién adquiridos del tren, construidos en Madrid, son movilizados por locomotoras de vapor restauradas.

La más antigua data de 1900 y fue diseñada por el fabricante estadounidense Baldwin de Pensilvania.

Uno de los ingenieros de la locomotora es Edgar Garcés, de 52 años de edad, quien ha trabajado para la compañía ferroviaria nacional de Ecuador durante 28 años.

“Nunca pensé que llegaría a ver al tren que atraviesa los Andes de nuevo en funcionamiento”, dice.

Otros pocos lo hicieron.

Turismo renueva trenes y comunidades  

El gobierno de Ecuador quiere que el Tren Crucero impulse las comunidades de poco desarrollo económico en su recorrido por medio del turismo.

Desde Guayaquil hasta la llanura costera de Guayas, los asentamientos abandonados como Casiguana son testimonio del malestar económico.

Este antiguo pueblo dedicado al cultivo de naranjas fue abandonado cuando la desaparición del ferrocarril cortó su vínculo comercial con Guayaquil.

Más adelante en el recorrido, en Yaguachi, Alejandro Díaz López, de 75 años, espera por el Tren Crucero al lado de las vías, tocando su guitarra y cantando baladas acerca del tren.

“Canto una canción para el tren, para el presidente, para los turistas que ahora traen dinero a nuestra comunidad”, dice .

La sección más emocionante del Tren Crucero es una serie de zigzags precipitados que le permiten ascender 2.945 metros (9,662 pies) en sólo 56 kilómetros (34 millas) alrededor de una ladera de la montaña llamada la Nariz del Diablo.

Para 1908, la construcción de esta peligrosa sección había tomado cuatro años y ocasionó la muerte de más de 4.000 trabajadores, entre ellos 2.730 trabajadores jamaicanos.

En Alausí, un pueblo que en gran parte es de habitantes indígenas quechuas, Rosita Logroño, de 30 años de edad, vende hermosas prendas de lana de llama tejidas a mano en el recién inaugurado bazar de recuerdos de la estación.

“Antes de que el ferrocarril se rehabilitara, yo solo tenía un trabajo de medio tiempo y no podía enviar a mis hijos a la escuela”, dice. “La vida mejoró con el regreso de los trenes”.

La Avenida de los Volcanes es uno de los momentos más memorables  

El viaje hacia Quito pasa por 10 volcanes a lo largo de la Avenida de los Volcanes.

El punto más alto ( 3.609 metros/11.480 pies) se registra en el tercer día, en Urbina, donde se ha construido un nuevo centro para visitantes.

Aquí, el último hombre de hielo de Chimborazo saluda a los pasajeros.

Balthasar Uscha, de 69 años, ha cortado hielo de los flancos del volcán Chimborazo durante 50 años; con una altura de 6.310 metros (20.100 pies), Chimborazo es la montaña más alta de Ecuador .

Tomando en cuenta abultamiento ecuatorial del planeta, la cumbre del Chimborazo está más lejos del núcleo de la Tierra que el Everest.

El hielo glacial de Uscha una vez enfrió las bebidas de los habitantes costeros.

Pero la refrigeración ha dejado a los cortadores de hielo sin trabajo.

Él dice que representa al último sobreviviente de su profesión.

Última parada, pero no el final de la línea  

Los pasajeros del Tren Crucero desembarcan cada noche y se hospedan en hoteles locales.

El alojamiento de la última noche es en La Ciénaga, una gloriosa hacienda española construida en 1695.

El gran naturalista, Alexander von Humboldt, quien se alojó aquí en 1802, acuñó el término “Avenida de los Volcanes”.

La hacienda tiene vista al volcán Cotopaxi cubierto de nieve; con una altura de 5.879 metros (19,300 pies), es uno de los volcanes activos más altos del mundo.

El último día comienza en Latacunga.

La ciudad ha sido destruida en tres ocasiones por erupciones del Cotopaxi, el cual hace una histórica erupción cada siglo.

Esto se ha retrasado, ya que la última erupción que destruyó Latacunga fue en 1904.

Sin embargo, los pensamientos de tales calamidades están muy lejos.

Mientras el tren hace su última parada en Quito, sólo el sol brillante de la restauración ilumina los rieles y los rostros de los pasajeros que desembarcan, encantados de haber completado uno de los grandes -y en gran parte desconocidos- viajes por el mundo.

El recorrido de 450 kilómetros desde Quito hasta Guayaquil toma cuatro días y tres noches (con paradas y hoteles incluidos), atraviesa los Andes del Ecuador y pasa por páramos, bosques nubosos y paisajes costeros tropicales; 1.270 dólares por adulto, 952 dólares por niño.

Para obtener más información, horarios y boletos del Tren Crucero, visita Tren Ecuador.