(CNN) - Dos hombres que han pasado entre rejas más de la mitad de sus vidas acusados de un triple asesinato fueron liberados esta semana después de que las pruebas de ADN demostraran su inocencia.
Antonio Yarbough y Sharrif Wilson eran adolescentes cuando las puertas de una prisión de máxima seguridad se cerraron detrás de ellos.
Ahora, a sus más de 30 años de edad, no pueden creer que estén fuera. ¿Qué se siente en libertad? “Todavía estoy asumiéndolo”, dijo el viernes Yarbough. “No he dormido todavía. He estado despierto durante dos días. No tengo palabras”.
Casi 22 años de dificultades
Imagínese más de dos décadas en una prisión de máxima seguridad. Súmele que te acusan de matar a tu madre, tu hermana y tu prima.
Como si eso no fuera suficiente, usted fue el que descubrió sus cuerpos ensangrentados y sin vida cuando abrió la puerta de su casa una noche.
Si es difícil de imaginar lo que es eso, Yarbough te lo explicará.
Después de años de cárcel de máxima seguridad de Attica entre los criminales más duros de Nueva York, dejó sus altos muros, grises detrás de él el jueves.
“Fue una pesadilla”, dijo Yarbough a Piers Morgan de CNN en una entrevista exclusiva. “Veintiún años y siete meses parecen 42 años y siete meses, cuando estás en la cárcel por algo que no hiciste”.
Después de revisar las pruebas de ADN, el fiscal de distrito Kenneth P. Thompson dijo que las condenas anteriores por los asesinatos en Brooklyn en 1992 no se confirmarían si volvían a la cotye y aceptó que los dos hombres fueran liberados.
“Alguien que analice estas pruebas con una mente abierta vería que no hay ninguna posibilidad de que Tony asesinóçara a su madre y a las dos niñas”, dijo su abogado Zachary Margulis-Ohuma.
Y eso va más allá incluso de la evidencia de ADN. Margulis-Ohuma estaba convencido de que Yarbough era inocente años antes.
Pero para la condena bastó con una confesión a falsos detectives coaccionados o de un adolescente asustado hace más de 20 años.
Una noche de fiesta
Después de una noche de fiesta, Yarbough, de 18 años en aquel momento y Wilson, de 15, volvieron a casa a Coney Island.
Cuando Yarbough llegó a casa, abrió la puerta y encontró a su madre, su hermana y su prima estranguladas y apuñaladas hasta la muerte. Las dos niñas estaban parcialmente desvestidas.
La policía llegó.
“Me pidieron que fuera a la comisaría”, dijo. Los oficiales le dijeron que querían que les confesara que había matado a su familia, dijo.
“Antes de que me diera cuenta, tenía esta fotografía sobre mi cara, y me estaban amenazando y golpeando, querían que firmara una confesión falsa. Y yo no lo quería hacer”, dijo Yarbough.
La policía también detuvo a Wilson y lo interrogaron por separado de Yarbough. Pero recibió un tratamiento similar, dijo.
“Yo tenía miedo, mentí creyendo que así podría ir a casa, si yo digo … lo que dijeron que sucedió.” Dijo Wilson.
Frente a una vida tras las rejas, el joven colaboró por la promesa de un mejor trato.
La vida en la cárcel
Los dos fueron condenados en juicios separados. Yarbough fue condenado a 75 años. Wilson recibió una sentencia menor.
Permanecieron en la cárcel 12 años, entonces algo importante llegó por correo.
“De la nada, recibí una carta de la tía de Yarbough”, dijo Wilson. “Y ella me preguntó, ¿realmente lo hiciste? Y tuve que decir la verdad.”
Él le escribió de nuevo: “Me equivoqué al acusarle pero estaba asustado y presionado” Somos inocentes, le dijo.
“Durante muchos años me sentí horrible por haberlo hecho sabiendo que no éramos culpables” dijo Wilson.
“Todavía me siento muy mal ahora”, dijo, sentado junto a Yarbough.
La carta de Wilson llevó al abogado Margulis-Ohuma y al fiscal de distrito Thompson a revisar sus casos en 2010 - cinco años después que él la enviara.
Condenas erróneas
Thompson llegó al poder en enero con promesas de restablecer la justicia al injustamente condenado. Este caso es parte de una revisión de los asesinatos de Brooklyn de la década de 1980 y principios de 1990.
Luego, el año pasado, la evidencia llegó en forma de una muestra de ADN a partir de una violación-asesinato cometido en 1999.
Coincidía con el ADN encontrado en las uñas de las manos de la madre de Yarbough, lo que indica que el mismo asesino probablemente cometió dos crímenes. En 1999, Yarbough y Wilson estaban en la cárcel y no podría haber cometido el segundo asesinato.
Margulis-Ohuma llamó a Yarbough a la prisión para decirle que iba a ser libre.
“Cuando me enteré, estaba muy abrumado”, dijo Yarbough. “Yo estaba feliz”.
Y el ADN no era lo único que encajaba. La forma en que se cometió el crimen era la misma, dijo Yarbough. La víctima fue apuñalada y estrangulada.
Libre al fin
Wilson y Yarbough no se habían visto desde hacía más de dos décadas, cuando se reunieron por fin en la corte el jueves.
Wilson se acercó al hombre contra el que había testificado. “Sólo quería pedirle disculpas por todo lo que le hice pasar, todo lo que pasé”.
Yarbough todavía le guarda rencor, pero los fallos se cometieron más allá de la acusación de Wilson.
“Yo sé lo que le hicieron a él, porque sé lo que me hicieron a mí”, dijo.
Los dos hombres celebraron la libertad cumpliendo algunos deseos que habían crecido en estas dos décadas.
Wilson se llenó la boca con una rebanada caliente de pizza de Nueva York.
Yarbough llenó sus pulmones de aire de la ciudad.