Por Heidi Beemer
Nota del editor: Heidi Beemer, teniente del ejército de Estados Unidos, es una oficial de defensa química de la Compañía Química 63 en Fort Campbell, Kentucky.
(CNN) – Me inscribí como voluntaria para un viaje sin retorno a Marta. Sí, sin retorno.
Mars One, una organización holandesa sin ánimo de lucro, quiere crear el primer asentamiento humano en Marte en las próximas décadas. Yo soy una de las 1.058 personas elegidas de distintas partes del mundo en la segunda fase de selección. En las próximas rondas se reducirán hasta seleccionar a 24 candidatos que se entrenarán durante 10 años para la misión.
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Es un proceso muy competitivo. En mi solicitud, destaqué mis fortalezas, como mi capacidad de adaptación, resistencia, curiosidad y dotes de liderazgo. Estoy lista para enfrentar los desafíos de ir al espacio y vivir en Marte.
Mi pasión por Marte y la exploración espacial comenzó en 1997, cuando tenía 8 años. La Nasa llevaba décadas enviando astronautas al espacio, pero comenzó a explorar nuevas fronteras con el envío del primer vehículo a Marte. El Sojourner llegó al planeta rojo el 4 de julio de 1997 y nos permitió ver la superficie marciana, color óxido.
Ver esas imágenes me desató una pasión. Para la mayoría de la gente, quizás no sea tan atractivo ese desolado paisaje de Marte; para mí, era el futuro, la próxima frontera. Recuerdo que me decía a mí misma que la única forma en que encontraríamos las respuestas encerradas en nuestro sistema solar sería enviando humanos a Marte. Y yo quería ir.
En mi último año de universidad, me eligieron para ser jefa ejecutiva y principal geóloga de la Tripulación 99 en la Estación de Investigación del Desierto de Marte (MDRS por sus siglas en inglés) en Utah. Así como los astronautas de la Estación Espacial Internacional aprenden a vivir y trabajar en el espacio, en la MDRS uno aprende a vivir, trabajar y solucionar problemas en Marte. Mi tripulación estaba formada por otros cinco estudiantes de distintos lugares del país y vivimos en condiciones similares a Marte durante dos semanas. Aprendimos a realizar misiones diarias, a mantener nuestro hábitat, a darnos duchas rápidas y a utilizar sistemas de reciclaje de agua.
Aunque nuestra estancia de dos semanas es relativamente corta en comparación con la de Mars One, son experimentos científicos como estos los que nos ayudarán a encontrar formas de adaptarnos a la vida en otros planetas.
Una vez que la tripulación de Mars One llegue a Marte, sus miembros comenzarán a vivir sus vidas como marcianos. La mayoría de su tiempo lo dedicarán a experimentos científicos, a explorar su alrededor, y a mantener y mejorar su hábitat. También permanecerán conectados con el mundo que dejaron a través de correos electrónicos y videomensajes. Además, vivirán como los científicos en la MDRS y pasarán sus días aprendiendo cómo adaptarse a una atmósfera diferente.
La oportunidad que se nos presenta con el proyecto Mars One es extraordinaria. Los humanos siempre hemos soñado con vivir en otro planeta. Ya existe la tecnología para mandarnos a la superficie de un planeta como Marte; de hecho está disponible desde hace 20 años. Pero la escasa financiación y los riesgos desconocidos para la salud frenaron nuestro deseo de asentarnos en otros planetas.
Debido a que Marte perdió misteriosamente su atmósfera y océanos hace millones de años, es importante que averigüemos por qué. Enviar humanos allá puede ayudarnos a encontrar respuestas sobre el pasado y futuro de Marte y, en última instancia, quizás también sobre el futuro de la Tierra.
Por supuesto que nos cuestionamos si tiene sentido comenzaron una colonia humana en un planeta tan frío y duro. En un artículo en The Times, astronautas y médicos reconocen que el cuerpo humano no está equipado para un viaje espacial de largo plazo. Entre los riesgos están la exposición a radiación y rayos cósmicos. Incluso niveles bajos de estas radiaciones pueden causar problemas de salud.
Afortunadamente, el viaje a Marte no dura una eternidad. De hecho, podría hacerse en sólo 210 días, tan solo 30 días más de lo que dura una rotación normal de astronautas en la Estación Espacial Internacional.
Aunque conocemos el impacto negativo en el cuerpo de la vida prolongada en el espacio, los astronautas que vuelven a la fuerza gravitatoria de la Tierra se recuperan de su estancia en el espacio. Aunque se investiga la pérdida de masa ósea, la mayoría de los demás efectos que se sienten durante las misiones espaciales se superan con terapia física y tratamiento.
Marte es un planeta mucho más pequeño que la Tierra. Eso significa que la gravedad en la superficie es solo una tercera parte de la de la Tierra. Una vez que los colonos lleguen a la superficie marciana después de un viaje espacial de siete meses, sus cuerpos terminarán adaptándose.
Obviamente hay desafíos imprevisibles en semejante empresa. Pero no deberían disuadirnos de intentarlo. Si nunca le ponemos esfuerzo en cosas como esta, la raza humana nunca cumplirá su sueño de vivir en otro planeta. Se lo debemos a las futuras generaciones, que heredarán los problemas de la Tierra, el intentar buscar nuevos hogares en el sistema solar. Mientras haya voluntarios como yo dispuestos a hacer el sacrificio, encontraremos maneras de sobrevivir en el espacio y más allá.
(Las opiniones expresadas en este artículo corresponden exclusivamente a Heidi Beemer)