Por Stephen Clarke, para CNN
(CNN) – Francia es un país impresionante.
Y nadie lo sabe mejor que los franceses.
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El país es sorprendentemente similar a Estados Unidos (a quien le enseñó una cosa o dos acerca de la libertad), en el sentido de que en realidad, nunca te debes ir de ahí.
Hay ciudades sofisticadas, costas soleadas, montañas nevadas, y valles boscosos, todo en un solo país.
Sin mencionar mucho queso.
Y sexo.
Así como un buen número de otras cosas que los franceses hacen excepcionalmente bien.
1. Queso
Sí, es un cliché pero Francia sigue siendo el destino final para los amantes del queso.
El general De Gaulle una vez preguntó cómo se suponía que iba a gobernar un país que producía 246 variedades de queso.
Tal vez tenía miedo de que fueran organismos vivos y pudieran comenzar una revolución.
Algunos quesos franceses, como el Reblochon, son tan malolientes y líquidos que parecen estar en descomposición.
Incluso el queso Mimolette de consistencia dura aparentemente es tan temible que el año pasado los Estados Unidos restringió su importación.
Nadie está discutiendo en contra de la existencia de buenos quesos alrededor del mundo, pero ningún ciudadano francés tiene que ir más allá de la tienda de la esquina para encontrar uno.
2. Compras
Hay una razón por la que los franceses inventaron la palabra “bourgeois”, la cual ahora representa todas las cosas materialistas.
Las tiendas por departamentos de París ofrecen de todo desde marcas genéricas económicas hasta marcas tan chic que sientes que necesitas ponerte elegante antes de probártelas.
Las rebajas anuales en enero y a finales de junio ofrecen increíbles ofertas porque por ley todas las tiendas tienen que rebajar los precios al mismo tiempo y competir por las ventas.
En el otro extremo, los franceses han defendido sus pequeñas tiendas familiares en los vecindarios ( boulangeries, boucheries, épiceries) para que no sean aplastadas por las cadenas.
Los franceses también ofrecen tiendas extravagantes y únicas en su clase, probablemente mejor que nadie.
3. Museos
París, por supuesto, alberga lo que quizá sea el museo mejor conocido del mundo, el Louvre.
Pero la cultura francesa de museos es mucho más amplia.
La región del Loira tiene lo que podría decirse es la más bella colección de museos en el mundo; entre sus castillos está el enorme Chambord, con una espectacular colección de tapices, y el extremadamente romántico Chenonceau, rodeado por su foso.
Incluso los castillos menos conocidos pueden ser maravillosos. El castillo Chinon, por ejemplo, está situado sobre un pueblo antiguo perfectamente conservado.
Casi puedes oír a Juana de Arco cabalgando hasta la puerta y proponiendo sacar a los invasores ingleses de Francia.
4. Trenes
Los trenes franceses son mas rápidos que los aviones.
Si quieres ir desde París hasta la costa Mediterránea para almorzar, súbete a un TGV (train à grande vitesse, o “tren muy rápido”).
Tres horas más tarde, estarás bebiendo vino rosado y viendo los yates de los multimillonarios mientras los aviadores todavía están reclamando su equipaje perdido.
Los TGV atraviesan el país, y el SNCF (trenes nacionales franceses) ofrecen excelentes ofertas en línea; viajarás en primera clase al pagar solo un poco más que en segunda.
A los franceses les podría gustar la buena vida pero eso no significa también reducir la velocidad.
5. Embotellamientos
La noción que el conductor francés promedio tiene de la etiqueta es firme pero aterradora: voy en esa dirección, y no puedes detenerme.
Si ir a dónde él o ella quieren ir causa un accidente o un atasco total, es culpa de todos los demás, ¿no?
La falta de voluntad para reconocer a cualquier otro auto en las carreteras -la creencia francesa suprema en la “liberté” encarnada en el automóvil- significa que todos los sábados en verano, y en los días festivos, el país entero se transforma en un enorme embotellamiento mientras todos conducen hacia o desde el lugar donde pasaron las vacaciones exactamente al mismo tiempo.
6. Cortesía
Cortesía, ¿los franceses?
¿Acaso no son notoriamente abruptos, especialmente los parisinos cuando se dirigen a turistas que no hablan francés?
Más específicamente, los franceses han perfeccionado el arte de ser impecablemente corteses y sorprendentemente despectivos al mismo tiempo.
Cuando un elegante maître d’ levanta una ceja y te dice “¿Monsieur? o “¿Madame?” simultáneamente te está mostrando respeto y está cuestionando tu derecho a existir.
Pero si llegas a entender la cortesía francesa, todo es posible.
La regla de oro es simple: deberías comenzar cada conversación con un alegre “¡bonjour!” (“¡bonsoir!” en la tarde).
Eso no solo significa hola.
Es conocido como un código francés para expresar: “Sí, estoy aquí, y te estoy respetando al ser cortés, así que tu me respetarás y tal vez hasta serás simpático conmigo”.
Todo eso en una sola palabra mágica, y funciona.
7. Atractivo sexual
Es difícil precisar el atractivo sexual pero, para muchos “ser francés” es una buena definición.
Ese acento, más una cierta despreocupación y joie de vivre (sí, no puedo evitar decirlo en francés) hacen un paquete muy atractivo, tanto en hombres como en mujeres.
Y luego tenemos simplemente al sexo, el cual está en todas partes en Francia.
Piensa en las películas francesas, por ejemplo, que casi por ley tienen que incluir por lo menos dos pechos desnudos y cuatro traseros.
Los franceses y las francesas conocen las reglas de la atracción igualmente bien y rara vez dejan de jugar.
Es casi un deber verse sexy y elegante siempre que haya alguien alrededor, y dejar una impresión memorable.
8. Lujo
Es un truco ingenioso.
Cuando piensas en artículos lujosos, la palabra “francés” se ajusta casi automáticamente.
Hoy en día, el talento francés para el lujo ha ido mas allá de Louis Vuitton, Dior, Moët et Chandon y el resto.
Sus efectos pueden sentirse en docenas de elegantes cafés parisinos con meseros con delantales almidonados, y en los muchos hoteles con spa de precios razonables, como Thalazur (sitio solo francés) que te pueden hacer sentir como millonario sin cobrarte como tal.
La sofisticación francesa de toque ligero ha sido copiada en todo el mundo.
9. Servicio al cliente (oh sí)
Está relacionado a la “cortesía”, pero con una importante distinción en las ventas al por menor.
Los franceses tienen un refrán: el cliente es el rey.
Si, y sabemos lo que les hicieron a sus reyes.
Pero detrás de una fachada de hosca indiferencia, el servicio francés puede ser maravilloso.
Ese camarero gruñón no te odia, es solo que él es un profesional y tú eres un aficionado en su territorio.
Lo mismo ocurre con la presumida vendedora de la tienda por departamentos.
A diferencia de otros países, estos puestos de trabajo en Francia todavía pueden ser carreras para toda la vida, lo que implica que adquieren habilidades que tienen el valor de toda una vida.
Lo que hay que hacer es permanecer, sonreír e informarle a tu servidor qué es lo que quieres.
Los franceses respetan a las personas que saben lo que quieren, y harán su mejor esfuerzo en ayudarte a conseguirlo (siempre y cuando no sea justo antes de su hora de almuerzo, por supuesto).
10. Globalización
Francia tiene la mejor política del mundo en cuanto a la globalización; pasa tanto tiempo quejándose de que los invasores extranjeros están acabando con su economía que nadie se da cuenta de cómo los productos franceses se están apoderando del planeta.
¿Has revisado recientemente quién te proporciona el servicio de electricidad, quién es el dueño de tu sistema de transporte, quién alimenta a tu ejército, e incluso quién construyó los baños públicos de tu ciudad?
Especialmente si vives en Europa, existe una alta probabilidad de que te encuentres con una multinacional francesa, tal como EDF, Transdev, Sodexo o JCDecaux.
Eso sin mencionar las innumerables marcas francesas en cada calle de compras en el mundo.
La próxima vez que un francés te diga que Hollywood está destruyendo la cultura francesa, simplemente señala al baño público más cercano.