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Por Pamela Brown y Elizabeth Stuart

(CNN) — Las heridas que sufrió mientras servía como ranger del ejército en Afganistán lo dejaron luchando por su vida: una batalla personal, simplemente por sobrevivir.

Y cuando el presidente de Estados Unidos contó su historia, esa historia llevó a que la audiencia completa en el Capitolio le diera una ovación de pie.

“Cory Remsburg nunca se rinde, y no renuncia”, le declaró el presidente Barack Obama a la nación en su discurso del Estado de la Unión en enero.

Haber sido mencionado en un reconocimiento por parte del presidente hizo que Remsburg se convirtiera, de la noche a la mañana, en el veterano más reconocible del país, una posición con la que no se siente del todo cómodo. Sin embargo, él afirma que le parece bien la atención, siempre y cuando ésta también se dirija hacia todos los veteranos heridos.

“Hay otras personas que se hubieran rendido hace mucho tiempo, y habrían estado contentos en su silla de ruedas. ¿Yo? Oh, no”, expresó en el programa “New Air” de CNN el jueves.

Es increíblemente conmovedor cuando él hace tales declaraciones. Tiene ciertas dificultades para hablar y articular. Es evidente que cada palabra y movimiento le implica un gran esfuerzo.

Pero son esfuerzos que hace sin quejarse o resistirse.

Antes del accidente

Remsburg se alistó al ejército cuando tenía 18 años. Quería hacerlo antes, pero su padre, Craig, no se lo permitió.

Pasó por un riguroso y especializado entrenamiento a fin de convertirse en un selecto ranger del ejército, y fue desplegado a Irak y Afganistán en 10 ocasiones. Pasó un total de 39 meses en combate, y al final se convirtió en el líder del escuadrón de armas pesadas de su compañía.

En junio de 2009, participó en la ceremonia del 65° aniversario de la batalla de Normandía, el Día D, cuando hubo un lanzamiento de paracaídas en las orillas de la playa Omaha en Normandía, Francia, como parte de una ceremonia a la que el presidente Obama asistió. Luego, los dos se reunieron brevemente.

Lo que Remsburg no sabía es que se reuniría nuevamente con el presidente solo un año después, en circunstancias muy distintas.

El 1 de octubre de 2009, Remsburg y su pelotón dieron con una bomba al borde de un camino en Kandahar, Afganistán, y la explosión inmediata casi lo mata. Lo encontraron boca abajo en un charco de agua, con metralla incrustada en su cerebro.

Su padre aun recuerda la llamada telefónica.

“Inmediatamente lo saludé como siempre lo hacía: ‘Hola Cory, ¿cómo te va?’”, dijo. “Y hubo silencio. Fue ahí cuando el oficial se identificó a sí mismo como el comandante de la compañía de Cory, y explicó que Cory había resultado herido”.

Remsburg estuvo en coma durante más de tres meses. Ha sido sometido a docenas de cirugías, sigue sin poder ver con su ojo derecho y está parcialmente paralizado del lado izquierdo.

Pero ha avanzado mucho desde esos primeros meses.

La recuperación

Después de pasar años en centros de rehabilitación y hospitales, Remsburg ahora vive en su casa con un cuidador a tiempo completo en Phoenix, Arizona.

Esta semana, Remsburg regresó a los Centros de Rehabilitación Casa Colina en Pomona, California, donde permaneció durante 16 meses para someterse a terapia diaria intensiva a fin de recuperar su capacidad de hablar y caminar.

Ésta fue su primera vez de vuelta desde que salió de ahí hace 10 meses. Todos los que se encontraban ahí -doctores, enfermeras y pacientes- se acercaron a saludarlo, darle un abrazo y preguntarle cómo se encontraba.

Remsburg reconoce que su recuperación no habría sido posible sin el apoyo de su familia. Su madrastra, Annie, renunció a su trabajo durante más de un año y medio para quedarse con él a tiempo completo en un hospital en Florida. Y el jefe de su padre le ha permitido tener flexibilidad para estar con su hijo cuando sea necesario.

Sus padres también están agradecidos por todas las organizaciones benéficas que han apoyado la recuperación de su hijo durante los últimos cinco años.

Es evidente que Remsburg ha pasado por muchas dificultades, pero algo que no ha perdido es su sentido del humor. Durante una sesión de terapia del habla para evaluar su articulación y memoria, él tenía que nombrar algo de una categoría (su equipo de béisbol favorito, un color, un estado, el nombre de una calle) seguido por el número de una carta de una baraja.

Cuando le pidieron que nombrara un sitio web de noticias, él dijo “Fox News”, pero pronto recordó quién estaba en la habitación con él y rectificó diciendo “O, CNN. Ups”.

Encuentros con el presidente

Remsburg se reunió con el presidente Obama por segunda vez en 2010, poco después de haber salido del coma. Resultó que el Presidente estaba visitando el Centro Médico Walter Reed en las afueras de Washington, y se dio cuenta de que conocía al joven tan pronto como vio la foto de su primer encuentro colgada en la pared cerca de su cama.

Remsburg es el único veterano herido que se conoce, se ha reunido con el presidente tanto antes como después de haber sido herido.

Su tercer encuentro ocurrió hace más o menos un año, cuando el presidente Obama se detuvo en Phoenix y pidió ver cómo se encontraba Remsburg. Cuando Obama llegó, Remsburg hizo algo que impresionó incluso a su padre.

“Cory se levantó, lo saludó; luego, con la ayuda de un andador, caminó por la habitación”, dijo Craig.

Para Cory, el gesto tenía la intención de hacer énfasis en esto: “demostrarle al presidente que esto es lo que ocurre cuando no te rindes”.

Qué viene después

El miércoles, Remsburg cumplió 31 años. Para celebrar su cumpleaños, participó en un salto de paracaidismo para dos personas; su primero desde que resultó herido.

También está participando con un perro utilizado en terapia, para que le ayude a hacer algunas de las cosas que ya no puede hacer por sí mismo.

Él dice que sus héroes son sus compañeros rangers del ejército que han dado su vida al servicio de su país. Porta un brazalete que tiene sus nombres grabados como recordatorio de su máximo sacrificio.

Sus metas a largo plazo son ir a la universidad, casarse y tener hijos; vivir una vida plena, como todos los demás.