(CNNMéxico) — Michelle Bachelet asumió este martes la presidencia de Chile por segunda ocasión, en una ceremonia de investidura que se realizó en la ciudad de Valparaiso, en el centro del país, sede del Congreso.

Isabel Allende, la primera mujer que preside el Senado del país, le colocó la banda presidencial y la Piocha de O’Higgins, una estrella símbolo del poder.

Bachelet, de 62 años, sucede a Sebastián Piñera. Durante su campaña, la pediatra prometió otorgar educación universal gratuita, mejorar el sistema de pensiones y los servicios públicos de salud, y subir los impuestos a las empresas para contar con recursos.

Bachelet asumió por primera vez el poder en Chile de 2006-2010 y tras terminar su gobierno se convirtió en la titular de ONU Mujeres. La presidenta de Chile se trasladará a Santiago este martes, donde dará el discurso que inaugurará su segundo mandato.

Esta vez se encontrará con un país que experimenta una desaceleración económica y en el que los ciudadanos, más conscientes de sus derechos sociales, le exigirán que cumpla su ambicioso programa de gobierno.

En comparación con su primer mandato (2006-2010), Bachelet dispone ahora de un respaldo político mucho más amplio, la Nueva Mayoría, una alianza de partidos de centro e izquierda en la que conviven formaciones con planteamientos ideológicos muy distantes, como la Democracia Cristiana, de centro, y el Partido Comunista.

Sin embargo, la holgada representación legislativa no significa que todo lo que proponga vaya a ser aprobado, dado la heterogeneidad política de los partidos que integran la alianza y la necesidad de alcanzar primero acuerdos internos, puntualiza Jorge Rodríguez, economista de la organización privada Corporación de Estudios para Latinoamérica.

Para aprobar una nueva Constitución no será fácil, pues necesita el apoyo de la oposición de derechas, muy diezmada y dividida tras su fracaso en las últimas elecciones presidencial y parlamentarias.

La economía

Aunque durante los últimos cuatro años el país alcanzó un crecimiento promedio del 5.3% -uno de los más altos de América Latina en el período- y el desempleo se redujo a algo menos de un 6%, Chile se está desacelerando y el panorama no se vislumbra fácil.

El crecimiento de la economía de solo un 1.4% en enero pasado, por debajo de las expectativas del mercado y el menor desde marzo de 2010, confirma la desaceleración de la actividad, comentó Alberto Arenas, futuro jefe de finanzas del nuevo gobierno de Bachelet, quien ya ejerció la presidencia entre 2006 y 2010.

“El nuevo gobierno recibe una herencia de una economía desacelerada, de un crecimiento bajo, las cifras así lo indican”, aseguró Arenas

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) señaló que la desaceleración de la economía obedece a factores como la caída del precio del cobre y el término de la reconstrucción tras el terremoto de 2010, pero no al programa de gobierno de la candidata electa, según explicó en diciembre Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Cepal.

Por ello, el equipo económico de Bachelet hace cuentas para saber con que recursos reales contará para poder cumplir su prometido plan de reformas y las altas expectativas que ha generado en la población, especialmente en educación, donde prometió gratuidad en todos los niveles.

Para garantizar la disposición de recursos fiscales, Bachelet proyecta una reforma tributaria que eleve el impuesto a las empresas de un 20 a un 25%, y pese a la oposición del empresariado, el plan estará en el Congreso en los primeros 100 días del gobierno.

La desigualdad y los movimientos sociales

La principal promesa electoral de Michelle Bachelet fue “terminar con la desigualdad” en una sociedad que goza de un sano crecimiento y una envidiable estabilidad pero con enormes brechas en la distribución del ingreso.

En los últimos años Chile ha experimentado un notable despegue económico, pero también ha sido escenario de numerosas movilizaciones a causa de problemas sociales que Bachelet aspira ahora resolver en este segundo mandato. La pobreza y la desigualdad siguen siendo asignaturas pendientes en este país sudamericano.

El reto que Bachelet tiene ante sí es cómo hacer frente a los nuevos movimientos sociales que han alzado la voz en el gobierno de Sebastián Piñera (2010-2014), desde los estudiantes hasta los ecologistas, pasando por los ciudadanos de las regiones aisladas y, desde hace mucho más tiempo, por los pueblos indígenas.

Chile en el mundo

En materia de relaciones exteriores, Bachelet tendrá que afrontar la demanda interpuesta por Bolivia ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya en la que exige que Chile se avenga a negociar el otorgamiento de una salida soberana para el país vecino que compense la pérdida que sufrió en la Guerra del Pacífico, a fines del siglo XIX.

Además, bajo su administración se implementará el fallo del alto tribunal de las Naciones Unidas que el pasado 27 de enero asignó a Perú el dominio económico exclusivo de la zona marítima comprendida entre las 80 y las 200 millas siguiendo la línea equidistante a las costas de ambos países.

Y también tendrá que hacerse cargo de la controversia que Chile y Perú mantienen respecto a la frontera terrestre, que según las autoridades de Santiago está determinada por el llamado Hito 1, y según la de Lima, por la Línea de la Concordia, situada un poco más al sur.

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