Por Matt Smith, CNN
(CNN) – Cuando el vuelo 800 de TWA explotó en Long Island, Nueva York, en 1996, tomó más de un año la recuperación de los restos de los 230 pasajeros y tripulación.
Después de que unos secuestradores suicidas destruyeron las torres del World Trade Center en 2011, también en Nueva York, tomó una década o más para que los investigadores identificaran los restos fragmentados de algunos de los muertos. Algunos nunca fueron identificados.
Y cuando la plataforma de perforación Deepwater Horizon se quemó y se hundió en Louisiana en 2010, los cuerpos de 11 hombres jamás fueron encontrados. En el funeral, dos meses después, a cada familia se le presentó un casco de bronce que representaba cada una de las vidas perdidas.
Ahora, son los seres queridos de las 239 personas que abordaron el vuelo 370 de Malaysia Airlines quienes encaran lo que un experto llama el “desafío inexpresable” o el duelo de alguien que tal vez nunca encuentre el cuerpo de su familiar para que tenga un lugar final en donde descansar. Ellos “tendrán que conciliar con lo que para la mayoría de nosotros es inimaginable”, dijo Ken Druck, un sicólogo que se especializa en apoyar a los sobrevivientes de desastres.
“Ellos tendrán, de alguna manera, que encontrar una manera de poner sus mentes en paz, dejar la idea de que el cuerpo de su ser querido no va a ser recuperado”, dijo. “O quizás haya pequeños pedazos de cosas que pueden ser recuperadas, pero también hay una posibilidad de que no ocurra. Y quizás no sea suficiente o satisfactorio, y van a tener que encontrar la paz de otra manera”.
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Heidi Snow, cuyo prometido murió en el avión TWA, dijo que uno de los momentos más difíciles para ella fue cuando las autoridades cerraron el centro que daba asistencia a las familias antes de que el cuerpo de su prometido, Michel Breistroff, fuera encontrado.
“Tuve que irme a casa y volver a mi vida normal, pero no era normal”, le dijo Snow a New Day de CNN.
“Debes de empezar de nuevo, y también empezar con el proceso de duelo sin tener ninguna esperanza a la que agarrarse, pero también sin tener una evidencia concreta de que tu ser querido se ha ido”, dijo. “Así que todavía hay un momento de fluctuar una y otra vez, y todavía agarrarse a una posible esperanza”.
Ahora Snow es la jefa de los Servicios de Apoyo Emocional para las Víctimas de Accidentes Aéreos, o ACCESS por sus siglas en inglés, que ofrece asesoría y ayuda a los sobrevivientes de las víctimas de incidentes de aeronaves.
Las autoridades ahora están revisando miles de millas cuadradas del Océano Índico en busca del desaparecido vuelo 370. El Boeing 777 ha estado desaparecido desde las primeras horas del 8 de marzo y las autoridades de Malasia declararon el lunes que era muy probable que la aeronave esté perdida con todos los tripulantes que la abordaron en el mar remoto de Australia.
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La mayoría de los pasajeros en el vuelto que iba de Kuala Lumpur a Beijing eran chinos, algunos hijos o hijas únicas bajo la política de un solo hijo de China. Otros eran madres y padres.
Cheng Li Ping, cuyo esposo interrumpió una vacación en Malasia para regresar a Beijing para un negocio, dijo que no ha sido capaz de tener el valor y decirle a sus dos hijos que su padre quizás no vuelva a casa.
“No tengo el valor”, dijo. “Todos los días, estoy temerosa de llamar a mis hijos porque una vez que lo haga, ellos dirán “Mamá, Papá”, y mi corazón no lo podrá soportar. No quiero hacerle daño a mis hijos”.
Judy Ho, un siquiatra clínico, dijo que las familias mantenían sus esperanzas antes del lunes, “e incluso cuando la confirmación se dio a conocer, no hay una evidencia definitiva”.
“Eso es más difícil para las familias, el poner un punto final a esta travesía para ellos mismos”, dijo Ho.
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Druck afirmó que las familias del vuelo 370 están atoradas en un estado que se llama “una vida perdida”, tratando de razonar con los pocos datos de información que ahora se conocen.
“Es doloroso, y es más tortuoso de alguna manera, porque no sabemos en donde murieron”, dijo. “Nuestras mentes son como computadores que tienen un modo de búsqueda muy rápido, y sin embargo no sabemos lo que ocurrió. Pero al mismo tiempo, ya sienten un grado de resignación que seguramente tendrán que aceptar y esperar el resto de su vidas sin alguien a quien amaron”.
Druck fundó un grupo de apoyo para el duelo, la fundación Jenna Druck Foundation, después de que su hija muriera en un accidente de autobús de 1996 en India. Él trabajó con las familias del accidente de TWA y las del ataque de al Qaeda a las torres del World Trade Center, donde murieron más de 2.700.
Entre un 5% y 10% de las familias que ha apoyado la fundación lidiaban con la desaparición de sus seres queridos, dijo. Y hasta que el mar de a conocer sus secretos, las familias del vuelo 370 estarán enfrentándose con las mismas incógnitas.
“Vamos a tener que encontrar una manera de aferrarse a sus seres queridos en sus corazones, con buenos pensamientos y oraciones y permitirse que eso sea suficiente”, dijo Druck.
“Esa no es una tarea fácil. Pero es un desafío -el desafío inexpresable- que las personas que han sufrido este tipo de pérdidas tienen que enfrentar y es algo realizable”.