Por Diego Laje

KUALA LUMPUR (CNN Español) – Caminaba en los pasos de quienes nunca volvieron. Recorría el aeropuerto de Kuala Lumpur a la hora en la que los pasajeros del desaparecido vuelo MH370 de Malaysia Airlines tuvieron sus últimos momentos en tierra.

Estaba yendo a tomar el vuelo MH318 de la misma aerolínea, el código sucesor del que voló hoy, hace exactamente un mes, para nunca volver.

Este avión también lleva un contingente, igual que el desaparecido, pero con chicos de escuela en lugar de maduros artistas chinos.

El vuelo nocturno entre Kuala Lumpur, capital malasia, y Beijing, la capital china, parte después de la media noche. El aeropuerto parece otro mundo a esa hora. De día es un mercado de marcas de lujo, en donde la creciente afluencia asiática encuentra lo último en tendencias.

El avión despegó con un poco de retraso, con respecto del Boeing 777-200 original, que desapareció hace un mes.

Todo parecía casi normal, sin embargo, varios detalles marcaban diferencias. El avión no estaba lleno. Los chinos ya no eran mayoría.

La tripulación forzaba una normalidad que contrastaba con lo que había pasado el mismo octavo día del mes a la 1:19AM hora local. Al tiempo que yo recibía un emparedado de atún, el MH370 terminaba sus comunicaciones. Sus pilotos se despedían de los controladores de vuelo malasios para desaparecer sin rastros.

En ese mismo minuto, nuestro sistema de navegación decía que nos quedaban 4:44 hs de vuelo.

El cuatro, o “si”, suena igual que la palabra para muerte en chino. La aterradora coincidencia era que cuando el MH370 dejó las pantallas de los radares civiles, a nosotros nos quedaba un mensaje de triple muerte, según la tradición china. No sería la única vez que el sistema de navegación nos traería malas noticias.

Entre tanto, los pasajeros dormían como única alternativa ante la monotonía de casi todos los vuelos del mundo.

Otra manera de combatir el aburrimiento, llevaba a la revista de a bordo. Allí, nos esperaba una ironía. La página quince de la publicación contenía una entrevista al corresponsal aeronáutico de CNN Richard Quest, en la que agradecía a la aerolínea haberle permitido ingresar a la cabina del avión. Fue la vez en que el desaparecido copiloto del MH370, Fariq Abdul Hamid, estuvo en el programa de Quest, en la señal en inglés.

Pero lo peor todavía estaba por venir.

Cuando amaneció, llegó un desayuno y una sorpresa. Al tiempo que el avión descendía en Beijing, el sistema de navegación para los pasajeros mostraba a la aeronave a más de 2.500 kilómetros de donde estábamos: en el tropical Mar del Sur de China.

Si bien estos sistemas son secundarios y solamente para entretenimiento, el diablo está en los detalles y parece no perdonar a la aerolínea más cuestionada en este momento.