(CNN) — El joven gobierno de Ucrania se está quedando sin opciones viables para recuperar el control de las zonas orientales y mantener la integridad territorial del país. Los manifestantes pro-Rusia, que a veces están bajo el mando de hombres uniformados enmascarados y bien armados, siguen en poder de edificios del gobierno y la policía en más de una docena de lugares.

La respuesta del gobierno ucraniano a este ataque ha sido inconstante y vacilante.

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En medio de una guerra retórica entre Washington y Moscú, el “acuerdo” al que se llegó la semana pasada en Ginebra para resolver la crisis parece estar acabado. Rusia y Ucrania se acusan mutuamente de actuar de mala fe y en el terreno crece la sensación de estancamiento, interrumpido por episodios de violencia que solo radicalizan las posturas.

A solo un mes de las elecciones presidenciales en Ucrania, se siguen discutiendo las reformas constitucionales que podrían calmar los ánimos de los manifestantes pro-Rusia.

En el acuerdo de Ginebra se hace un llamado a los manifestantes a que devuelvan los edificios que tienen en su poder y se prometió amnistía para quienes lo hagan. Sin embargo, desde detrás de las barricadas inmediatamente surgió una respuesta desafiante.

Como dijo a CNN uno de los líderes de la ocupación en Donetsk: “no hemos llegado tan lejos para simplemente retirarnos sin que satisfagan nuestras demandas. El gobierno en Kiev es ilegítimo. Ellos tienen que entregar los edificios que tomaron”. Se obtuvo una respuesta similar de parte de los líderes de las protestas en la ciudad sureña de Mariupol.

Entonces, ¿cómo podrían desarrollarse los acontecimientos de aquí a las elecciones del 25 de mayo? Estos son algunos de los escenarios que podrían desarrollarse, aunque los acontecimientos ocurren rápida e impredeciblemente.

Se logra la paz súbitamente

En el acuerdo de Ginebra se ofreció lo que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, llamo “un rayo de esperanza”. Sin embargo, John Kerry, su secretario de Estado, advirtió después de las pláticas: “ninguno de nosotros se va con la sensación de que el trabajo está hecho porque las palabras están en papel”.

La labor de aplicar el acuerdo cayó en manos de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE), que ya tiene unos 100 observadores en el este de Ucrania y tiene la misión de negociar la entrega de los edificios ocupados.

Sin embargo, los observadores de la OSCE no tienen facultades coercitivas… y el odio visceral de los grupos pro-Rusia hacia Estados Unidos y Europa dificulta mucho su labor.

En términos sencillos, los ocupantes no creen que se estén comportando ilegalmente. Denis Pushilin, quien se ha vuelto la voz política de la llamada “República Popular de Donetsk”, dio un revés a Kiev al afirmar que el gobierno —o la junta, como los grupos pro-Rusia prefieren llamarlo— llegó al poder por medio de un golpe de Estado y que estaba ocupando ilegalmente los edificios públicos. Pushilin insistió en que se procedería a planear un referéndum local sobre el futuro de Donetsk cuya organización estaría a cargo de los manifestantes.

Mucho depende en la clase de reformas constitucionales que surjan. Kerry dijo el jueves que el gobierno ucraniano ha hecho “esfuerzos extraordinarios para atender las demandas de las regiones que claman por mayor autonomía, un autogobierno local, la protección de los derechos de las minorías”. De visita en Donetsk, el primer ministro, Arseniy Yatsenyuk, prometió una descentralización integral a favor de las regiones y un mayor control de sus finanzas. Pero Rusia quiere más: una garantía de que Ucrania no se unirá a la OTAN y que se celebren elecciones directas en las regiones tanto para los puestos ejecutivos como legislativos. Uno de los estados más centralizados de la Tierra exige una descentralización generalizada en un país vecino.

El gobierno se ha mostrado ambivalente ante el referéndum. El presidente Oleksandr Turchynov dijo que “no está en contra” de un referéndum nacional sobre la forma de gobierno del país que podría celebrarse junto con la votación presidencial.

Sin embargo, los manifestantes dicen que no aceptarán nada menos que un referéndum regional que dé a Donetsk y a otras regiones orientales la opción de separarse de Ucrania. Dispusieron comités en Luhansk y Donetsk para planear una votación para el 11 de mayo, aunque hay dudas sobre cómo se organizaría en una zona que cuenta con una población de más de seis millones y medio de personas. Unos cuantos manifestantes tienen experiencia en el gobierno: Pushilin, de 32 años, fue agente de seguridad y se volvió empresario; Irina Voropayeva, la vocera del grupo en Mariupol, era ama de casa.

También se cuestiona cómo podría considerarse libre y justo sin tener un órgano electoral independiente ni observadores internacionales.

Irónicamente, algunas ONG ucranianas han llevado a cabo varias encuestas en los últimos meses que indican que los partidarios de la unificación con Rusia son minoría. El Instituto de Estudios Sociales y Análisis Político de Donetsk reportó en marzo que dos terceras partes de los participantes no estaban a favor de unirse a Rusia. Sin embargo, la mayoría pensaba que Ucrania iba en la dirección equivocada.

El gobierno ucraniano recupera el control del este

Con las pruebas que surgieron durante las últimas semanas, eso parece muy improbable. Los grupos pro-Rusia controlan edificios desde Sloviansk, en el norte, hasta Mariupol, en el mar de Azov. A menudo están al mando de los hombres de verde, como se ha llegado a conocer a los grupos uniformados. Ahora son ellos la autoridad efectiva en partes de las regiones de Donetsk y Luhansk. La policía local desapareció o hizo un trato con ellos.

Los primeros intentos del Ejército por consolidar su presencia en el este han sido desastrosos. CNN encontró una columna de 12 transportes para personal blindados varados a los lados de una vía de tren el miércoles, al sur de Kramatorsk. La gente sermoneaba a unos 100 soldados exhaustos y desanimados de la 25ª Brigada Aerotransportada, mientras que el líder de un grupo pro-Rusia negociaba los términos de su liberación. A final de cuentas entregaron gran parte de su equipo y se les permitió irse; al día siguiente, el presidente interino, Oleksandr Turchynov, desmanteló la unidad. En Sloviansk confiscaron y desfilaron con seis transportes para personal blindados de otra unidad.

Guerra civil

El presidente de Rusia, Vladimir Putin, dijo que Ucrania está al borde de la guerra civil, pero no lo parece.

Los manifestantes pro-Rusia a menudo se cuentan por docenas y no por cientos y hay pocas muestras de apoyo al gobierno ucraniano. El mitin pro-Ucrania que se celebró en Donetsk la semana pasada atrajo a unas 1,000 personas.

No ha habido mítines numerosos ni enfrentamientos callejeros. El tránsito circula por la calle Artyoma en Donetsk, indiferente o acostumbrado a las barricadas de neumáticos y a las banderas rusas que ondean afuera del edificio del ayuntamiento; los niños juegan en los columpios, muy cerca de los rollos de alambre de púas.

Parece que muchas de las personas del lugar no quieren involucrarse. Algunos temen que los atacarán si manifiestan su ideología. Sin embargo, la gran mayoría hace sus cosas como todos los días; están demasiado preocupados en salir adelante mientras la economía empeora y el valor de la grivna (la moneda ucraniana) se desploma. Ha bajado casi un 30% respecto al dólar este año. Lo último que quieren es violencia.

Katerina, una madre joven que llevaba a su hijo a un parque en Donetsk, manifestó el viernes pasado la exasperación que muchas personas sienten.

“Si mi hijo me pregunta qué ocurrió, ni siquiera nosotros lo entendemos. ¿Quién está en el poder? ¿Las personas que están en lo correcto? ¿Las que no lo están?”, dijo.

Existe el riesgo de que los ultranacionalistas en Kiev —conocidos como los Pravy Sektor Sector de Derecha—organicen grupos para enfrentarse al enemigo en el este. Los líderes pro-Rusia que están en Sloviansk acusaron al grupo de haber provocado un tiroteo un retén rural el domingo y de haber presumido identificaciones que supuestamente revelaban a los atacantes como miembros del Sektor.

El gobierno ruso intervino y acusó a Ucrania de no estar “dispuesta a supervisar ni a desarmar a los nacionalistas y a los extremistas”. ElSector de Derecha negó rápidamente que sus miembros estuvieran en la zona y el incidente suscitó más dudas que respuestas. Pero, una racha de incidentes de esa clase, sin importar la causa, podría aumentar las probabilidades de una intervención rusa.

Invasión rusa

Tanto Putin como el canciller de Rusia, Sergei Lavrov, han dicho en repetidas ocasiones que Rusia no planea invadir ni anexionarse el este de Ucrania a pesar de la presencia de unos 40,000 soldados rusoscerca de la frontera. Una incursión de esa clase podría provocar sanciones más estrictas contra Rusia de parte de Occidente. El uso de las fuerzas convencionales en una ocupación sería una maniobra peligrosa y costosa en un momento en el que la economía rusa se tambalea. En todo caso, los hombres de verde ya sirven a los intereses de Rusia. Algunos de ellos llegaron al este de Ucrania procedentes de Rusia, Crimea y Bielorrusia y están minando la autoridad del gobierno ucraniano en la región.

Sin embargo, si el gobierno ucraniano tratará de reafirmar su autoridad en el este de Ucrania o si los nacionalistas ucranianos llegaran en grandes cantidades y provocan bajas entre los manifestantes, el gobierno ruso podría cambiar de estrategia. Ha prometido constantemente que protegerá a los “compatriotas” rusos en Ucrania y durante la prolongada conferencia de prensa de la semana pasada, señaló: “les recuerdo que el Consejo de la Federación (la cámara alta de la Duma), ha otorgado al presidente el derecho de usar las fuerzas armadas en Ucrania”.

También se usó el término Novorossiya (Nueva Rusia, término que se usó en el siglo XVIII para describir la expansión zarista de las fronteras de Rusia hacia el sur del mar Negro) para hablar de algunas partes de Ucrania. Para los habitantes de las antiguas repúblicas soviéticas que creen que Putin ansía restaurar a la Gran Rusia, fue un momento revelador.

Los manifestantes pro-Rusia en Ucrania piden ayuda a Rusia casi a diario y ruegan que los protejan de los “fascistas”. El alcalde autoproclamado de Sloviansk, Vyacheslav Ponomarev, apeló directamente a Putin el domingo y dijo: “si no puede enviar tropas pacificadoras, por favor ayude con alimentos, armas, lo que pueda. Nuestro pueblo está listo para pelear y defender nuestra tierra de la invasión fascista”.

Si estos llamados esporádicos de auxilio cobran fuerza, con o sin necesidad de que Moscú los incite, no se puede descartar una intervención total de Rusia.

El complicado statu quo

Para muchos de los observadores, ese parece ser el escenario más probable: un duelo entre el gobierno ucraniano y los grupos pro-Rusia en el este. El joven e inexperto gobierno ucraniano ha demostrado que es incapaz para lidiar con los grupos pro-Rusia, que no tienen (aún) la fuerza para transformar las protestas en una secesión declarada.

Incluso parece que las fuerzas de seguridad ucranianas tratan de contener el contagio ya que en las fronteras de las regiones de Járkov y Donetsk han surgido puntos de revisión policial y se ha reforzado los puntos de revisión de los alrededores de la ciudad de Donetsk.

La coordinación de los manifestantes en las distintas ciudades crece y los pequeños grupos de hombres uniformados desconocidos han demostrado que no se necesita mucho para tomar edificios que carecen mayormente de vigilancia.

Sin embargo, los manifestantes pro-Rusia no parecen ser capaces de gobernar. Muchas de las personas que rodean el edificio del ayuntamiento de Donetsk y usan pasamontañas negros son adolescentes. No ha surgido un líder político como figura con la que el gobierno (o la OSCE) pueda negociar.

Los siguientes pasos serán la publicación de un nuevo proyecto de Constitución y la votación del 11 de mayo que organizaron los grupos pro-Rusia en el este.