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Por Ulrich Speck, especial para CNN

Nota del editor: Ulrich Speck es especialista visitante del grupo de estudios Carnegie Europe en Bruselas. Síguelo en @uli_speck y@Carnegie_Europe en Twitter.

(CNN) — La toma de Crimea por parte de Rusia, en marzo, tal vez haya transcurrido con la velocidad del rayo, pero Vladimir Putin y Occidente se han enzarzado en duelo de voluntades mucho más pausado en un tablero de ajedrez que se extiende sobre la mayor parte del este de Ucrania.

En vez de buscar el jaque mate, ambas partes parecen conformarse con esperar a que el otro cometa un error. Putin hizo una primera maniobra firme al colocar 40,000 soldados en la frontera… y ubicar a los separatistas, que oficialmente no tienen lazos con Rusia, en el terreno en Ucrania.

Ahora, el gobierno ruso espera a que el gobierno pro-Occidente de Ucrania trate de recuperar las partes del este que al parecer ha perdido. En opinión de Rusia, cualquier maniobra de esa clase legitimaría un contraataque aplastante… se repetiría la crisis de Georgia en 2008, cuando el presidente Mikheil Saakashvili perdió el temple, disparó primero y provocó una invasión rusa.

El problema de Putin es el tiempo: no puede esperar para siempre para atacar. Los soldados no pueden permanecer listos para el combate durante varios meses consecutivos. Los separatistas del este de Ucrania están perdidos sin el apoyo externo y pueden ponerse nerviosos si el tiempo pasa sin que se vea luz al final del túnel.

Al otro lado del tablero están el presidente de Estados Unidos, Barack Obama; la canciller de Alemania, Angela Merkel, y el inmaduro gobierno de Ucrania. El principal reto para Obama y su homóloga alemana es mantener un frente occidental unido. Tienen que sostener la amenaza creíble de sanciones económicas generalizadas que puedan minar los recursos del Kremlin si no hace lo que se espera.

Sin embargo, se pueden ver grietas en la unión de Occidente. A Europa puede preocuparle la agresión de Rusia contra Ucrania, pero el continente no tiene prisa por adoptar una postura más desafiante ante Putin. Algunos países temen la presión de Rusia, especialmente en lo que concierne a su abasto de energía. Muchas personas están nerviosas por el precio que sus países pagarán como resultado del endurecimiento de las sanciones. Nadie está seguro de estar listo para abandonar la idea de tener a Rusia como socio vital.

Por otro lado, Obama tiende más a presionar al gobierno ruso. El gobierno estadounidense está acostumbrado a enfrentarse a Rusia —y a Putin, específicamente— y Estados Unidos está menos conectado económicamente con su viejo rival de la Guerra Fría.

A los líderes de Estados Unidos no solo los motiva su interés por el este de Europa y la inquietud de que Rusia se consolide como una potencia más agresiva y expansionista. Estados Unidos también quiere establecer las normas esenciales del orden internacional, específicamente la integridad territorial y el principio de que la modificación de las fronteras solo puede hacerse con el consentimiento de todas las partes.

Ucrania es una gran oportunidad para indicar tanto a los aliados como a los rivales que Estados Unidos no se retracta de sus compromisos mundiales. El impacto que la crisis de Ucrania ha tenido en China y los diversos conflictos territoriales con sus vecinos también acechan en la mente de los políticos de Washington.

Sin importar las diferencias que haya entre los líderes de Estados Unidos y la Unión Europea, entre más coordinadamente actúen, mayores probabilidades tendrán de lograr su objetivo: frustrar el intento del gobierno ruso por socavar la soberanía y la integridad territorial de Ucrania.

Occidente también tiene que asegurarse de que el gobierno interino de Ucrania no pierda el temple. Aunque para los líderes es difícil ver cómo los separatistas pro-Rusia toman sus edificios, cualquier operación a gran escala en el este de Ucrania podría dar a Putin la oportunidad que ha estado esperando: la de invadir con alguna clase de justificación pseudolegal dudosa.

Es difícil saber quién está en mejor posición. Putin es un estratega consumado. Desde que era agente en la KGB en Dresden, en la década de 1980, adquirió mucha experiencia para encontrar y explotar las debilidades de Occidente. Además, parece que cuenta con un apoyo generalizado en casa gracias a su estilo desafiante en la política.

La debilidad de Putin es que su régimen depende económicamente de Occidente. Sin el flujo constante de ingresos procedentes de la venta de gas y petróleo que controla el Kremlin, el régimen no podría comprar apoyo en casa ni sería capaz de financiar las políticas exteriores arriesgadas y costosas.

Occidente no tiene ganas de enfrentarse a Rusia. Pero si los tanques de Putin entran en el este de Ucrania sin previo aviso, sin legitimidad, provocará que la opinión de Occidente esté aún más en su contra. Esto podría dar a Merkel y Obama el respaldo necesario para endurecer las sanciones.

Si quiere lograr su objetivo principal —evitar que Ucrania se asocie más con Occidente—, Putin tendrá que actuar rápido. Probablemente necesita tener cierta presencia rusa dentro de Ucrania (además de Crimea), ya que controlar a los separatistas del este tal vez no sea suficiente ni sostenible.

Si el gobierno ucraniano combatiera a gran escala a los separatistas, el gobierno ruso tendría el pretexto para introducir al este de Ucrania algunos soldados para “mantener la paz”. Una vez que estén dentro del país, se podría crear otro “conflicto congelado” que desestabilizaría al país y evitaría que Occidente intente ayudar a Ucrania a levantarse. Esto podría mantener con vida la ambición de Putin a largo plazo: conducir a Ucrania a una federación o alianza encabezada por Rusia.

Si el gobierno ruso llega a la conclusión de que Occidente no responderá a una maniobra de ese tipo con sanciones dolorosas que podrían dañar al círculo cercano a Putin y podrían tener la fuerza suficiente como para mermar los principales recursos económicos del Kremlin, Putin podría tomar la decisión de actuar en consecuencia o tomar otras vías.

Sin embargo, si Estados Unidos y la Unión Europea demuestran que realmente están listos para recurrir a la guerra económica para contrarrestar a la maquinaria militar rusa, Occidente tal vez pueda evitar que Putin llegue más lejos. Algo tiene que ocurrir pronto.

Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Ulrich Speck