Por Mohammed Tawfeeq, Marie-Louise Gumuchian y Saad Abedine, CNN

(CNN) — En un panorama de violencia que se agrava rápidamente, los iraquíes votaron el miércoles en las primeras elecciones nacionales desde que se retiraron las tropas estadounidenses en 2011.

El primer ministro Nuri al Maliki compite por un tercer mandato, pero se enfrenta a una feroz oposición mientras la violencia sectaria alcanza su punto más álgido en más de cinco años.

Al menos siete personas murieron este miércoles en ataques contra las casillas electorales.

“Los terroristas advirtieron que las elecciones no se celebrarían y amenazaron al pueblo iraquí que los desafió”, dijo al Maliki tras emitir su voto. “Perpetraron ataques y muchos iraquíes se volvieron mártires, pero nuestro pueblo no dejó de ir a votar”.

Urgió a todos los electores a emitir su voto para enviar un mensaje a quienes dudan.

“Esperamos una participación sin precedentes para que Iraq pueda avanzar en el proceso político y democrático”, dijo.

Uno de los ataques del miércoles ocurrió en Khanaqin, al noreste de Bagdad; tres personas murieron y hubo docenas de heridos cuando un bombardero suicida arremetió contra una casilla electoral, según declararon a CNN las fuentes en los servicios de seguridad.

Un soldado iraquí murió y otros nueve resultaron heridos en un ataque de un bombardero suicida contra una casilla en Baiji, según señalaron las autoridades de Tikrit a CNN. El Ejército iraquí mató a un bombardero suicida mientras trataba de entrar a una casilla cerca de Mosul, según las fuerzas de seguridad.

En al Diblis, cerca de la ciudad septentrional de Kirkuk, dos mujeres murieron tras la explosión de una mina terrestre mientras se dirigían a la casilla de su vecindario, según las fuerzas de seguridad.

Bombarderos suicidas

Los soldados y la policía estuvieron bajo ataque el martes, mientras votaban antes de las elecciones parlamentarias. Los bombarderos suicidas vestían uniformes militares y se mezclaron entre los agentes de seguridad que se formaron para votar.

Los oficiales encargados de proteger las casillas y a los electores el día de las elecciones estuvieron bajo asedio cuando los militantes detonaron explosivos y mataron e hirieron a docenas de personas en todo el país.

En un aparente intento por frustrar el proceso electoral y desanimar al resto de los 21 millones y medio de votantes registrados en Iraq, los bombarderos suicidas atacaron varias casillas y otros sitios en una oleada de ataques en Bagdad y en el norte de Iraq entre el lunes y el martes.

Aumentaron los coches bomba, los asesinatos y los ataques suicidas; la cuarta elección a nivel nacional desde la caída de Saddam Hussein en 2003 se celebra en medio de la creciente violencia que ha alcanzado niveles que no se habían visto en más de cinco años.

En las aldeas y las ciudades del desolado país, el estruendo de las explosiones se ha vuelto muy conocido para los iraquíes.

Los tiroteos y las explosiones que ocurrieron en todo el país el lunes cobraron la vida de 53 personas y dejaron más de 100 heridos. Además de los ataques contra las casillas, un atacante suicida mató a al menos 18 personas e hirió a otras 33 en un mitin político kurdo que se celebraba en la ciudad de Khanaqin, a 160 kilómetros al noreste de Bagdad.

El martes murieron al menos 12 personas cuando dos bombas explotaron afuera de la transitada entrada de un mercado en al Saadiya, al noreste de Bagdad.

El gobierno iraquí intensificó las medidas de seguridad antes de las elecciones, prohibió el tránsito de vehículos desde el martes por la noche y cerró los caminos que entran y salen de la capital.

La elección

La delicada situación de seguridad en la que transcurren las elecciones evoca a las primeras elecciones de 2005, después de la caída de Hussein. Las amenazas de los insurgentes de al Qaeda provocaron una participación mínima en la mayoría de las provincias sunitas.

El ISIS, que quiere un califato musulmán sunita, amenazó de muerte a los iraquíes sunitas si votan.

Al Maliki, cuya alianza Estado de Derecho es una de las principales contendientes, llamó el martes a los iraquíes a participar en las elecciones.

“Su presencia y su insistencia en ejercer su derecho nacional legítimo e histórico representa una respuesta real a los terroristas y sectarios y a quienes los respaldan”, dijo en un comunicado.

Unas 277 entidades políticas de todo Iraq competirán por los 328 escaños del Consejo de Representantes, el parlamento del país. Hay 9,032 candidatos.

La votación se canceló en algunas partes de la provincia de Anbar, que está bajo el control de los yihadistas y las tribus.

Tras la anterior elección parlamentaria, en 2010, pasaron casi ocho meses de intensas negociaciones a puerta cerrada para que los conflictivos políticos iraquíes formaran finalmente un gobierno.

No obstante, esta vez no hay fuerzas estadounidenses en el lugar y el gobierno estadounidense estará mirando desde lejos.

Un año letal

Iraq ha estado sumido en la violencia política y sectaria desde hace meses y a menudo se enfrentan los sunitas —una minoría en Iraq— con los musulmanes chiitas que tomaron el control del gobierno cuando derrocaron a Saddam Hussein en 2003. Naciones Unidas señaló que 2013 fue el año más letal en Iraq desde 2008 y murieron más de 8,800 personas, la mayoría civiles.

Las tensiones siguen creciendo a causa del descontento generalizado entre los sunitas, quienes afirman que el gobierno encabezado por los chiitas los margina y aplica severas tácticas de seguridad en su contra.

La ira de los sunitas ha facilitado a los militantes relacionados con al Qaeda el reclutamiento y la operación, al tiempo que socavan la cooperación del público con las fuerzas de seguridad. La violencia se recrudeció hace apenas unos meses a causa del arresto de un legislador sunita en Ramadi, la capital de Anbar, y del desmantelamiento de los sitios de protesta en Fallujah y Ramadi por parte del Ejército.

Las fuerzas de seguridad de Iraq, a las que Estados Unidos entrenó con un costo de miles de millones de dólares, no han sido capaces de desalojar a los militantes y han combatido en batallas feroces.

El conflicto sectario también se ha exacerbado por la guerra en Siria, que colinda con Anbar. Los militantes sunitas en Iraq han colaborado con sus correligionarios, quienes luchan por derrocar al presidente Bachar al Asad.

Otros de los problemas endémicos que asolan al país son los altos índices de desempleo, la decadencia de la infraestructura y los servicios y la corrupción crónica. Los ingresos por el petróleo no han logrado que mejore la vida de la mayoría de los iraquíes.

Salma Abdelaziz, Marie-Louise Gumuchian, Joe Sterling y Arwa Damon contribuyeron con este reportaje.