Por Nima Elbagir y Lillian Leposo
CHIBOK, Nigeria (CNN) — Comienza el segundo semestre en las escuelas públicas de toda Nigeria y los estudiantes regresan después de las vacaciones.
Sin embargo, en la mayor parte del estado de Borno, corazón del territorio del grupo rebelde Boko Haram, los pupitres están vacíos y los patios están en silencio.
Para el grupo terrorista, la educación occidental es pecado y ese mensaje fue muy claro en el reciente y horrible ataque contra la secundaria para niñas de Chibok. Solo quedan los muros de las aulas, la biblioteca y los laboratorios de ciencias; es un cascarón achicharrado de lo que alguna vez fue el orgullo de Chibok.
Sin embargo, es más doloroso que más de 200 de las niñas que tomaban clases aquí hayan sido secuestradas de la escuela durante esa noche de terror.
Daniel Muvia, habitante de Chibok que presenció el ataque contra su aldea, dice que tiene demasiado miedo de llevar a sus hijas a la escuela. Desde el ataque las ha mantenido en casa, en donde siente que estarán más seguras.
“Tengo miedo de enviarlas a la escuela”, dice. “No me parece bien que estén en casa y no me parece bien enviarlas a la escuela, por los ataques”.
El dilema de Muvia refleja el de casi todos los padres de Chibok: divididos entre educar a su hijo y la seguridad de su familia.
En el camino que va de Chibok a Abuja, la capital del país, los viajeros encuentran un punto de revisión policial o militar tras otro. Sin embargo, al incorporarse al camino principal de terracería que lleva a Chibok, parece que la presencia de las fuerzas de seguridad disminuye gradualmente. Por ello, los habitantes de la zona se sienten vulnerables y temerosos. Muvia no se perdonaría si enviara a su hija a la escuela y luego supiera que le ocurrió algo. “Nadie puede darse el lujo de perder a su hija”, dice.
En un artículo que publicó en su sitio web Education for All, Gordon Brown, enviado especial de la ONU para la Educación Mundial, dice que en Nigeria hay 10 millones y medio de niños que no van a la escuela y que las elevadas tasas de analfabetismo ya son un problema económico y un desastre social para el país.
Los analistas dicen que si Boko Haram sigue atacando las escuelas, esas tasas de analfabetismo aumentarán considerablemente y comprometerán aún más el futuro de los jóvenes del país.
CNN entrevistó a una de las niñas que logró escapar de Boko Haram la noche que las secuestraron. Aunque espera regresar a la escuela pronto para cumplir su sueño de volverse médica, todavía tiene mucho miedo. “En Chibok no volveré a ir”, dice.
Pero al igual que muchas de las familias de la zona, la suya es demasiado pobre como para enviarla a un internado lejos de la aldea. A parecer todo lo que les queda a las personas de Chibok es la esperanza. Muvia reza por que llegue el día en que sus hijas puedan buscar libremente un futuro y se vuelvan abogadas, médicas o ingenieras.
“Cuando veo a toda esta gente haciendo su trabajo, deseo —o espero— que mis hijas sean como ellos”, dice.
“Tengo grandes esperanzas para ellas”.