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Por Adaobi Tricia Nwaubani, especial para CNN

Nota del editor: Adaobi Tricia Nwaubani escribió la novela I Do Not Come to You by Chance, que transcurre en el peligroso mundo de los fraudes por correo electrónico en Nigeria. Su libro ganó el premio Escritores de la Mancomunidad 2010 al mejor libro y un premio Betty Trask al primer libro. El diario estadounidense The Washington Post lo nombró uno de los mejores libros de 2009.

ABUJA, Nigeria (CNN) — La hija de ocho años de mi amiga rompió en llanto mientras veía un video de Boko Haram que se transmitió por televisión la otra noche. El grupo terrorista ha recibido la clase de cobertura mediática local e internacional que haría morir de envidia a una megaestrella de Hollywood. A este ritmo, al líder del grupo, Abubakar Shekau, podría tener su propio reality show.

Entiendo que se hagan reportajes sobre una explosión: la necesidad de informar al mundo sobre las 234 estudiantes desaparecidas es evidente. Tiene sentido que nos actualicen respecto a los esfuerzos mundiales para rescatar a las niñas secuestradas. Pero ¿por qué es necesario bombardear a los ciudadanos respetuosos de la ley con las palabras megalómanas y las imágenes de las peroratas de cada grabación que Shekau envía a la prensa?

Mientras los organismos noticiosos de todo el mundo tratan de reivindicarse por su tardía cobertura del secuestro de las niñas, Boko Haram contribuyó al frenesí mediático al publicar un video en el que Shekau presumió que vendería a las niñas por el equivalente a 12 dólares (156 pesos) cada una.

Desde entonces, hemos tenido que soportar que los medios locales e internacionales repitan los alardes al estilo Idi Amin que el villano hace frente a las cámaras.

En uno de los videos anteriores que el grupo publicó días después del ataque contra una estación de autobuses en Abuja (que ocurrió unas horas antes del secuestro) se veía a Shekau haciendo declaraciones grandilocuentes como: “Estamos en su ciudad pero no saben en dónde estamos”, “(presidente) Jonathan, ahora eres demasiado pequeño para nosotros. Solo podemos negociar con amos tuyos como Obama, el presidente de Estados Unidos… ni siquiera ellos pueden hacernos algo… somos más que ellos” y “entonces, como ese pequeño incidente ocurrió en Abuja, todos andan por allí dándole importancia en todo el mundo”.

Los organismos noticiosos internacionales reportaron ampliamente sobre estas provocaciones y otros detalles del video, incluso en un momento en el que el mundo prestaba poca atención a las niñas desaparecidas… cuando los nigerianos aún ignoraban exactamente a cuántas estudiantes habían secuestrado, su nombre o cómo eran sus familias.

Los medios han hecho coberturas más sofisticadas de las actividades de Boko Haram. Lo que en mi opinión es el intento de unos hampones libidinosos por abastecerse de hembras para satisfacer sus necesidades psicológicas y domésticas —mientras llaman grandemente la atención en el proceso— se ha idealizado como “un ataque contra el derecho de las niñas a la educación”. Los demás reportes sobre raptos de niñas —de sus casas, no de la escuela— en las aldeas de Warabe y Wala, en el estado de Bornu, deberían haber provocado que los medios finalmente reconocieran que los secuestros son delitos comunes y corrientes. Además, cualquiera que preste suficiente atención a las noticias tal vez sepa que estos secuestros de mujeres han ocurrido desde hace bastante tiempo, aunque nunca con la magnitud que sorprendió al mundo recientemente.

También se atribuyeron razones glamurosas a los ataques de Boko Haram contra las oficinas de dos diarios de Nigeria. Los titulares describieron el incidente de abril de 2012 como “un ataque contra la libertad de prensa”. Sin embargo, en el video que se publicó poco después del hecho, Shekau dio sus verdaderas razones, bastante primitivas: “(…) cada vez que decimos algo, lo cambian o lo minimizan… Desafío a todos los nigerianos a ver ese video de nuevo. Nuestro imán no dijo en ninguna parte que aplastaría al presidente Jonathan ni emitió un ultimátum al gobierno de Nigeria, pero casi todos los periódicos publicaron titulares muy equivocados y malintencionados”.

Puedo imaginar a los matones armados con rifles AK-47 buscando en Google después de cada nueva agresión y tecleando frenéticamente el nombre de su líder y algunas palabras clave relevantes. No había nada complejo en los motivos del grupo: el ataque contra las oficinas de los diarios había sido un simple acto de venganza.

Probablemente Boko Haram es solo una banda de saqueadores enmascarados que se hacen pasar por un grupo que tiene motivos más profundos para garantizar el diálogo, sin importar que se hayan aliado con patrocinadores más siniestros que tienen propósitos más estratégicos. El grupo afirma que “la educación occidental es pecado”, pero graba sus amenazas con equipo de video de alta tecnología y usa municiones avanzadas para destruir; no tienen un blanco específico y atacan sin ton ni son, al más puro estilo del Viejo Oeste; su conducta es tan islámica como era cristiana la del predicador callejero que secuestró y violó a Elizabeth Smart.

Los medios y los analistas experimentados son los que al parecer brindan a Boko Haram todos los motivos elevados en los que tal vez nunca pensaron para empezar. Como escritora —los críticos expertos diseccionaron mi libro y adjudicaron a mis palabras significados de los que yo no tenía idea— sé bien que a algo bastante directo puede atribuírsele una complejidad asombrosa.

Tal vez aún no podamos arrebatar las armas y las bombas a Boko Haram y a sus semejantes, pero como no les basta aprovechar al máximo Instagram o Facebook —como ocurre con muchas personas que buscan llamar la atención en esta época—, los medios deben dejar de alentar a los psicópatas que llevan dentro. Si no están dispuestos a viajar a Hollywood y a trabajar pacientemente como meseros hasta que Quentin Tarantino los note, no debemos ofrecerles la fama en bandeja de plata. Tiene que haber una mejor forma de transmitir la información relevante y de crear consciencia entre el público sobre el peligro de los terroristas sin crear monstruos superestrellas.