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Por Catherine E. Shoichet, CNN

(CNN) — El Ejército tailandés declaró este jueves que tomó el control del país por medio de un golpe de Estado.

Dos días antes, las fuerzas armadas implementaron la ley marcial y señalaron que el objetivo era aliviar las tensiones.

¿Cuál es el motor de la situación en Tailandia? ¿Qué podría ocurrir? ¿Por qué es necesario estar atentos?

Esta es una guía para entender la crisis que se desarrolla rápidamente en el país.

¿Cuál es el acontecimiento más reciente?

El jefe de las fuerzas armadas de Tailandia emitió un comunicado nacional el jueves en el que anunció que las fuerzas armadas habían tomado el control del país porque las facciones rivales no habían podido llegar a un acuerdo para gobernar.

Las fuerzas armadas implementaron la ley marcial el martes sin consultar al primer ministro interino del país, quien ocupaba el cargo temporalmente en sustitución de la ex primera ministra Yingluck Shinawatra (que también era temporal), a quien destituyó el Tribunal Constitucional de Tailandia. Un asistente del primer ministro interino, Niwatthamrong Boonsongpaisan, señaló que la medida que las fuerzas armadas tomaron el martes era “medio golpe de Estado”.

El equipo de Niwatthamrong no ha reaccionado hasta el momento.

El país sigue bajo la ley marcial, que entre otras cosas contempla restricciones a los lugares en los que los manifestantes pueden reunirse; a lo que pueden transmitir las televisoras y radiodifusoras, y a las publicaciones en los medios sociales, según el diario Bangkok Post.

¿Cómo se llegó a esto?

La política de Tailandia ha sido un caos desde hace años debido en parte a un cisma entre los populistas (muchos de ellos provienen de zonas rurales y son pobres) y la clase media y la élite mayormente urbana de Bangkok que favorecen al sistema monárquico del país.

La inestabilidad actual tiene sus raíces en el derrocamiento del multimillonario primer ministro Thaksin Shinawatra, quien construyó una sólida base política con medidas populistas que atrajeron a los aldeanos de las zonas rurales del norte de Tailandia.

La destitución de Thaksin provocó un amplio movimiento de oposición que culminó con manifestaciones generalizadas en Bangkok en 2010. Las fuerzas armadas sofocaron violentamente las protestas, lo que dejó un saldo de unos 90 muertos.

Al año siguiente, la hermana de Thaksin, Yingluck Shinawatra, aprovechó el apoyo de la oposición para asumir el poder.

Yingluck propuso unas leyes en 2013 con las que se habría concedido amnistía para Thaksin y otras personas. La medida provocó una nueva oleada de protestas e indignación, esta vez de la élite y la clase media urbana de Bangkok a los que a veces llaman camisas amarillas y que buscan poner fin de una vez por todas al involucramiento de la familia de Thaksin en la política tailandesa.

El Tribunal Constitucional de Tailandia destituyó a Yingluck y a nueve miembros del gabinete en mayo y señaló que ella había violado la constitución tailandesa al reinstalar en su cargo a un alto funcionario de seguridad en 2011.

Los populistas, conocidos como camisas rojas, consideraron que su destitución había sido un golpe de Estado judicial y han protestado porque creen que muchas de las instituciones del país están en su contra.

Las cosas empeoraron la semana pasada, cuando tres camisas amarillas murieron y 23 resultaron heridos luego de que unos pistoleros abrieran fuego en un campamento de protesta. La violencia provocó que el comandante del Ejército emitiera la ominosa advertencia de que las tropas tendrían que intervenir si la situación no se calmaba.

¿Qué sigue?

Antes del golpe, el general Prayuth Chan-ocha, comandante del Ejército, dijo que el siguiente paso sería “reunir a las facciones rivales para hablar en paz”.

No quedó claro si la negociación sigue en pie o si las fuerzas armadas tienen otros planes.

Thinian Pongsudhirak, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Chulalongkorn en Bangkok, había dicho que las fuerzas armadas estaban en una posición precaria.

“Tienen que ser imparciales”, dijo en ese entonces. “Si se cree que favorecen a una u otra parte, entonces podríamos tener más violencia y disturbios contra las fuerzas armadas”, dijo.

¿Ha pasado algo parecido en Tailandia antes?

Tailandia ha vivido algunos golpes militares.

Si contamos el del jueves, las fuerzas armadas han intentado 19 golpes en 80 años y han tenido éxito en 12. El anterior al del jueves ocurrió en 2006, cuando las fuerzas armadas enviaron tanques a las calles antes de derrocar a Thaksin.

¿Por qué debería importarnos?

La inestabilidad política de Tailandia podría tener impacto más allá de sus fronteras.

“Conocida como La Detroit de Oriente, Tailandia ha crecido y se volvió un centro vital para la manufactura y ensamblaje de discos duros y automóviles de empresas japonesas y occidentales”, señaló el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales en un análisis sobre la crisis política que se publicó en diciembre.

Los varios meses de protestas ya habían dañado la economía de Tailandia y ponían al país en riesgo de ser menos atractivo para los inversionistas y los gobiernos que pretendían lograr acuerdos con Tailandia, de acuerdo con los analistas.

“La reputación de ser perpetuamente inestable políticamente hablando lesionaría definitivamente la competitividad y el atractivo de Tailandia para la inversión extranjera futura”, señalaron los analistas.

En un reporte que publicó recientemente el Servicio de Investigaciones del Congreso de Estados Unidos se señaló que “la confiabilidad de Bangkok como socio y su capacidad para ser líder regional son inciertas”.

“Una Tailandia estable es importante estratégicamente para Estados Unidos ya que cuenta con estatus de aliada de Estados Unidos en los tratados y es el ancla del sureste asiático continental”, se señaló en el reporte. “Los políticos estadounidenses ahora se enfrentan a cómo han de lidiar con una democracia que se desmorona y a cómo responderán a las profundas inquietudes que provoca el equilibrio entre civiles y militares en la sociedad tailandesa”.

Esto suena conocido. ¿En qué se parece a lo que hemos visto en otros países?

Hemos escuchado sobre muchos golpes recientes en todo el mundo.

En Libia, algunos soldados han argumentado que no hay por qué preocuparse de que un general local renegado esté acumulando poderío militar. Sin embargo, el gobierno libio y el comando militar en Trípoli reaccionaron alarmados y señalaron que no ordenaron al general Khalifa Haftar que ejecutara los ataques letales de la semana pasada contra los militantes islamistas y que la operación —en la que participaron algunos soldados libios, según reconocieron— era equivalente a un golpe.

El presidente de Ucrania acusó que lo habían derrocado por medio de un golpe de Estado en febrero, mientras que los legisladores señalaron que habían obedecido a la voluntad del pueblo cuando el Parlamento votó por que lo destituyeran y se celebraran nuevas elecciones.

En Egipto derrocaron al presidente Mohamed Morsi por medio de un golpe de Estado el año pasado y nombraron a un presidente interino. Después surgió un debate respecto a si era correcto usar el término golpe para describir la destitución.

Paula Hancocks, Kocha Olarn, Hilary Whiteman, Kristie Lu Stout, Jomana Karadsheh y Ben Brumfield contribuyeron con este reportaje.