Por Mark O’Mara

Nota del editor: Mark O’Mara es analista legal de CNN. Él es abogado de defensa penal que frecuentemente escribe y habla sobre temas relacionados con la raza, armas y autodefensa en el contexto del sistema de justicia penal estadounidense. Una versión de este comentario apareció a principios de este mes. Las opiniones expresadas en el mismo son exclusivamente las del autor.

(CNN) – Otra semana en los Estados Unidos, otro tiroteo masivo.

Esta vez el caos estuvo en las manos de un pistolero que conducía por el lugar el viernes por la noche, disparándole a la gente en Santa Bárbara, California. Seis muertos, otros 13 heridos y el suicidio del pistolero, dice la policía. Los oficiales consideraron al hombre como una persona “severamente perturbada mentalmente”.

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La masacre sucedió solo semanas después que la policía interceptara los planes de un adolescente para disparar contra su escuela. Según reportes de noticias, John David LaDue supuestamente poseía un arsenal (el cual incluía bombas de fabricación casera) que él supuestamente planeaba usar para matar a tantos estudiantes como le fuera posible en su escuela secundaria en el área rural de Minnesota.

Gracias a un consejo de la población civil y a un buen trabajo policial, escapamos por poco de un tiroteo masivo entonces.

El viernes no fuimos tan afortunados.

Un mi amigo predijo que Estados Unidos probablemente sufriría 10 tiroteos de esos en el 2014. Yo no quería creerle, pero sabía que sería cierto.

Resulta que sufriremos mucho más de 10. Hemos visto un tiroteo donde el agresor apunta a una gran cantidad de personas en cualquier lugar de este país cada semana de este año, según lo indicado en el sitio web Shootingtracker.com. Solamente una pequeña cantidad —tal como el reciente tiroteo de FedEx, Georgia, o los de Fort Hood, Texas, o las instalaciones judías en Kansas— recibirán atención nacional.

Tenemos un problema con la violencia de armas de fuego en este país. Creo que no hay discusión al respecto. El verdadero debate es este: ¿Qué hacemos al respecto?   Desafortunadamente, la mayoría de las respuestas a esta pregunta incluyen mayor regulación gubernamental e intromisión en nuestras vidas.

Los estadounidenses son extremadamente independientes, algunas veces por defecto, y nos resentimos cuando vemos cualquier esfuerzo que pisotee nuestros derechos inalienables. Pero las libertades garantizadas en nuestra constitución nunca han sido sin límites. Cada enmienda en la Carta de Derechos ha generado un legado de jurisprudencia que interpreta, define, perfecciona y restringe nuestras libertades básicas con base en los valores y necesidades de la gente de entonces.

Aquí están algunos ejemplos:

La primera enmienda, nuestra libertad de habla, de expresión, de reunión, es nuestro derecho fundamental más importante, pero incluso este no es ilimitado. No importa que tan fuertes nos sintamos, nuestras palabras no pueden ser utilizadas para incitar a la violencia. No pueden ser utilizadas para fomentar el terrorismo. No podemos incitar el pánico (gritando “fuego” en un teatro lleno). Tenemos libertad de religión, pero no podemos obligar a los demás a tener esas creencias religiosas.

La cuarta enmienda dice que estamos seguros en nuestra casa, y que el gobierno no puede registrar ni confiscar nuestros efectos y documentos sin una causa justificada. Aunque somos libres de la intromisión indebida del gobierno, la interpretación de la causa probable se ha suavizado con el tiempo.

Nosotros somos libres de la intromisión del gobierno siempre y cuando no estemos haciendo algo ilegal o algo que afectaría negativamente a nuestra comunidad. (Puedo vivir en paz en mi casa; no puedo hacer eso con un laboratorio de metanfetaminas).

Y, por supuesto, tenemos enmiendas que terminaban con la esclavitud y otorgaban el sufragio universal.

La Constitución no está escrita en piedra. Evoluciona conforme nuestra sociedad evoluciona. Sin embargo, la segunda enmienda es más compleja porque trata sobre temas más complejos que la libertad y la opresión; trata de la vida y la muerte.

Sepultado en la segunda enmienda está el derecho a la autodefensa, el mismo mecanismo que permitía a nuestros padres fundadores ganar la libertad de la tiranía. Algunos argumentan que es el derecho que garantiza todos los otros derechos. Nuestros antepasados querían que fuéramos capaces de protegernos a nosotros mismos contra amenazas externas e incluso de tiranías internas. Incluso pretendían que fuéramos capaces de protegernos los unos de los otros.

Es una exageración argumentar que su objetivo era que las armas estuvieran tan disponibles, con tal intensidad, que los niños, las poblaciones de la escuela secundaria, compañeros de trabajo y cuerpos policiales pudieran ser aniquilados con facilidad.

Una pistola en las manos de un ciudadano respetuoso de la ley es el instrumento perfecto e irrefutable para autodefensa y protección de la familia de uno. Decirle a alguien que está actuando de forma razonable y con sensatez que tienen que renunciar a ese derecho es incomprensible para el dueño responsable de un arma. Es por eso que los defensores del derecho de portación de armas tienen tal respuesta negativa hacia cualquier restricción que se perciba en relación a la propiedad de armas: ellos saben, sin cuestionar, que ellos solo usarán sus armas como es debido.

Pero con mucha frecuencia las armas son usadas incorrectamente, sin justificación, con resultados trágicos. Mientras que tengamos leyes que eviten que los criminales convictos porten armas de forma ilegal, viviremos en una realidad donde incluso las armas que se mantienen como es debido terminan en las manos incorrectas, donde el excesivo libre comercio virtual de armas de fuego prácticamente asegura que algunas de las mismas sean usadas por personas con intenciones criminales.

Los defensores de derechos de portación de armas a menudo ven comentarios parecidos a ese como un argumento para favorecer las restricciones sobre el uso de armas, pero esa no es la forma en que lo tengo pensado. Yo mismo soy un propietario responsable de un arma. Creo en el derecho para justificar la autodefensa. También creo que las restricciones moderadas para garantizar que únicamente los ciudadanos respetuosos de la ley pueden adquirir armas de fuego previene de mejor forma la restricción excesiva de nuestra segunda enmienda.

Nuestra constitución es una fuerza resistente y nuestra carta de derechos ha sobrevivido incontables modificaciones y restricciones sin corroer las libertades fundamentales. Nuestra segunda enmienda de derecho no es diferente: puede sobrevivir a modificaciones y restricciones sin temor a que desaparezca completamente.

El antiguo alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, prometió recientemente 50 millones de dólares para abordar los problemas con las armas. Ante tal esfuerzo concertado, el fracaso de los defensores de la portación de armas para permitir cualquier flexibilidad razonable en relación a nuestro derecho a portar armas, podría significar que finalmente cederá ante el peso de la oposición consciente impulsada a actuar por la siguiente serie de tragedias y, desafortunadamente, inevitables tiroteos masivos.